La novela histórica sobre el espionaje chileno durante la ocupación de Lima

El escritor Guillermo Parvex acaba de publicar La sombra de Patricio Lynch (Ediciones B), una novela histórica en la que aborda las intrigas y los recovecos del servicio secreto chileno durante la Guerra del Pacífico. Acá, su autor aborda las claves del libro.
Uno de los hitos de la Guerra del Pacífico despertó el interés del escritor Guillermo Parvex, el connotado autor de clásicos de la divulgación histórica como Un veterano de tres guerras (Ediciones B, 2018) decidió hincar el diente en la ocupación chilena en Lima, en 1881. Pero en particular, en la red de espionaje que utilizó la administración del comandante Patricio Lynch para poder obtener información sobre el Perú. Si bien, Parvex desentrañó los secretos de esta en el libro Servicio Secreto Chileno en la Guerra del Pacífico (2017), ahora apostó a una mirada más narrativa.
Así, Parvex le dio forma a La sombra de Patricio Lynch (Ediciones B), una novela histórica donde seguimos la vida de José Antonio Silva, un antiguo práctico -o espía- que es requerido por Lynch para reincorporarse al servicio dado su conocimiento del Perú y a su acento de peruano de clase alta. Pese a que maneja la oferta de ser administrador de una salitrera y desea mantenerse al margen de la guerra, finalmente acepta.
“Esta novela histórica responde a la inquietud de explorar un espacio de la Guerra del Pacífico que sigue en la nebulosa -comenta Parvex a Culto-. Todos los personajes, hechos, fechas, lugares y correspondencia son reales y solamente se ha puesto nombre a algunos agentes chilenos, cuyas identidades no quedaron registradas históricamente. Surge de una inquietud pendiente desde hace una década, cuando investigué a fondo el servicio secreto chileno durante ese conflicto”.

Parvex comenta que la escritura no le resultó un proceso tan duro. “No fue una tarea difícil crear personajes complejos y creíbles, pues los había en la historia. Tampoco lo fue el diseño de la trama, que naturalmente tiene giros inesperados, traiciones, riesgos, aventuras y secretos que se van revelando a medida que avanza la historia. El espionaje a menudo implica juegos mentales, que se han tratado de plasmar en este libro”. Más bien, lo difícil estuvo en la descripción de la ciudad de Lima de 1881. “Ese fue un proceso largo y difícil, ya que lamentablemente los textos antiguos de historia no daban mucha importancia a la descripción de los entornos. Recurrí a la investigación de documentos de la época y principalmente a la prensa peruana del período 1880 a 1884″.
Si bien es una novela, Parvex comenta que el personaje de José Antonio Silva en realidad sí existió, tal como Patricio Lynch. “José Antonio Silva, jefe de la red de espionaje chilena durante la ocupación del Perú, es un personaje absolutamente real que existió con ese mismo nombre. Su vida fue tal como se relata en el libro, incluido su final. Toda la narración sobre su accionar como agente secreto chileno es fidedigno, logrado a través de toda la documentación que logré levantar en la etapa de investigación”.
Eso sí, pese a ser una novela, Parvex aclara: “Es una novela histórica y no una historia novelada. Por ende, la historia no ha sido manipulada, excepto las licencias literarias de establecer diálogos. Creo que he conseguido una visión bastante acabada, dentro de todas las limitaciones que implica recopilar hechos sucedidos hace casi ciento cincuenta años. Ello lo logré a través de un extenso y dificultoso proceso de investigación que dio como fruto la publicación de mi libro Servicio secreto chileno en la Guerra del Pacífico, considerado como la primera obra dedicada a este tema, profundizado ahora con este nuevo libro”.

Un personaje muy llamativo que aparece en la novela es el de Patricio Lynch, el jefe de la ocupación militar chilena en Perú. Era un oficial naval que había viajado por el mundo en diferentes misiones y dominaba el inglés y hasta el chino. “Me parece que Patricio Lynch es uno de los personajes más interesantes de finales del siglo XIX -dice Parvex-. No fue solamente un destacado marino, sino que también recibió el grado de general de Ejército, por su capacidad de combatiente terrestre. Aventurero, de gran inteligencia, políglota, con grandes dotes de diplomático y estadista. Parece increíble, pero gran parte de los habitantes de Lima lo mencionaban con respeto y jamás recibió siquiera un insulto, cuando caminaba sin compañía por las calles de la capital peruana. Por algo, lo apodaron ‘el Virrey’”.
Lynch cumplió la tarea de volver a organizar al Perú, labor que se relata en la novela. “Fue una tarea extraordinariamente difícil, pues por una parte debía lidiar con las guerrillas de la sierra. Por otro lado, poner en marcha un país paralizado, en el que tuvo que poner en funcionamiento ferrocarriles, correos, hospitales, policía, aduanas, tribunales y todas aquellas reparticiones estatales que los peruanos no querían asumir, como boicot a la ocupación. Lo hizo llevando especialistas desde Chile, que modernizaron muchos de estos servicios, quedando con la estructura dada por Lynch hasta bien entrado el siglo XX”.

Otro aspecto de la novela es que cita cartas oficiales de personalidades peruanas y estadounidenses, ¿cómo accedió a ellas? Parvex responde: “En un proceso de investigación, un documento hallado abre la necesidad de saber más y entrega luces dónde pudieran encontrarse mayores antecedentes. Tenía un gran cúmulo de documentos y cartas cuando escribí Servicio secreto chileno en la Guerra del Pacífico, que obtuve en los archivos del ministerio de Guerra y Marina, del ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, archivos de la administración chilena del Perú, por nombrar algunos. Para este nuevo libro profundicé en esos archivos y también en las colecciones de la época de los diarios La Actualidad y La Situación, de Lima y en El Mercurio de Valparaíso y el Ferrocarril, de Santiago. Lo que más me sigue llamando la atención es que existen cúmulos de información de variados temas en los archivos oficiales del Estado y de diversas instituciones que permiten seguir develando aspectos sepultados por el tiempo”.
Mencionamos a los estadounidenses porque -como se ve en la novela- el gigante del norte intervino a favor de Perú dificultando las negociaciones. “Fue una reiterada y desvergonzada intervención, presionando a Perú para que no firmara la paz con Chile si ésta pasaba por la cesión de Tarapacá. Ese respaldo norteamericano tenía un alto precio, pues de lograr doblegar al gobierno chileno para que desistiera de Tarapacá, todas las salitreras de la zona debían ser traspasadas por veinte años a empresas norteamericanas, a cambio del pago de parte de la deuda externa peruana. Fueron casi tres años de tratativas de Washington por instalar un presidente provisional peruano que aprobara su plan. Es más, incluso diplomáticos estadounidenses propusieron a Washington que Perú se convirtiera en un estado asociado a los Estados Unidos. Todo ello fue desbaratado por las hábiles maniobras diplomáticas y políticas chilenas, en particular, de Patricio Lynch”.
-En la novela aborda la ocupación chilena de Lima. Sobre la requisa de los bienes culturales del Perú que fueron trasladados a Chile, ¿para usted fue saqueo o botín de guerra?
-En esa época, a nivel global, se aplicaba el Derecho de Gentes, una equivalencia al Derecho Internacional, que señalaba claramente que, una vez concluido un conflicto armado, el país vencedor tenía el derecho a resarcirse de los costos de la guerra, a modo de indemnización. Como Perú estaba económicamente quebrado cuando Chile tomó posesión de su territorio, se procedió a la incautación de laboratorios, ferrocarriles, fábricas de armas y municiones, miles de fusiles, ametralladoras y artillería, además de esculturas, pinturas y libros, etc. Todo se hizo en conformidad a esa usanza jurídica. Hoy, pasados más de 150 años lo podemos ver como un saqueo, pero en el contexto de la época no lo fue.

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