Culto

La relación “prohibida” de Mario Vargas Llosa y su tía Julia: cómo su primer amor marcó el inicio de su carrera literaria

El fallecido escritor se casó con su tía política cuando sólo tenía 19 años. Era una década mayor y provocó un profundo remezón en su familia. El peruano le dedicó un libro, a lo que su esposa -cuando ya no estaban juntos- le respondió con otro.

La relación "prohibida" de Mario Vargas Llosa y su tía Julia: cómo su primer amor marcó el inicio de su carrera literaria

Ha muerto Mario Vargas Llosa -a los 89 años en Lima, el pasado domingo 13- y no sólo se ha ido un trozo gigante de la narrativa global; también ha partido un hombre cuya vida privada fue decisiva en la concepción de su obra. Como suele suceder con los gigantes del arte y la cultura.

Desde muy temprano, sus relaciones permearon un legado con bordes autobiográficos, partiendo incluso por sus años juveniles formativos.

En 1955, un joven Vargas Llosa se casó a los 19 años con Julia Urquidi, quien no solo era una década mayor que él, sino que además era su tía política. Casi una década después, el autor peruano terminaría con este matrimonio para casarse con su prima Patricia Llosa, su amor definitivo y con quien tendría a sus tres hijos.

La relación prohibida que el autor tuvo con su tía fue la inspiración para la novela La tía Julia y el escribidor, lanzada en 1977, cuando el peruano ya era un insigne consagrado de las letras en nuestro idioma, una coordenada imprescindible. Urquidi, por su parte, respondió a este libro con otro en el que contó el rol que ella cumplió en la carrera literaria de Vargas Llosa.

La tía Julia y el escribidor es la quinta novela del autor. El nudo central relata la historia de un joven llamado Mario, que aspira a convertirse en escritor y trabaja en una emisora de radio. Mario, a quien en la novela llaman Marito, se enamora de su tía política, Julia, una mujer divorciada que es 14 años mayor que él, lo que lo lleva a enfrentar a su propia familia, hasta lograr casarse con ella.

El drama y el quiebre

La historia de amor entre Marito y su tía política se basa, por supuesto, en hechos de la vida real. Julia Urquidi fue una escritora boliviana, nacida en la ciudad de Cochabamba en 1926. Conoció a Mario Vargas Llosa porque Olga, la hermana mayor de ella, se casó con Luis Llosa Ureta, tío de Vargas Llosa.

Julia tenía 29 años y estaba casada con Jaime Alcázar, y Mario Vargas Llosa tenía sólo 19 años cuando ambos decidieron vincular sus vidas en 1955. Tras divorciarse ese mismo año, Urquidi de inmediato se casó con Vargas Llosa. Debido al rechazo que este matrimonio provocó en la familia de ambos, por la relación de parentesco y la diferencia de edad de la pareja, Mario y Julia tuvieron que separarse temporalmente, a pesar de haber contraído matrimonio de manera reciente.

Fue un drama familiar profundo y un quiebre que sacudió los cimientos del clan. Sobre todo en la conservadora sociedad peruana del siglo XX, en un aspecto común a toda Latinoamérica.

Para poder llevar adelante una vida en común, el joven Mario Vargas Llosa, con el apoyo de Raúl Porras Barrenechea, llegó a desempeñar hasta siete trabajos: se desempeñó como asistente de bibliotecario en el Club Nacional, escribió para varios medios periodísticos e incluso se encargó de catalogar nombres de las lápidas en el Cementerio Presbítero Matías Maestro de Lima.

Hasta que vino un minuto definitivo: en 1960, el autor peruano se mudó a Francia junto con su esposa, sin tener demasiada claridad de su horizonte laboral y con apenas un par de pesos en el bolisllo. Sin embargo, cuatro años después, Mario la abandonó porque se enamoró de otra mujer que pertenecía a la familia de ambos. Se trataba de Patricia Llosa Urquidi, prima hermana de él y sobrina de ella. En 1965, Vargas Llosa se casó con Patricia y estuvieron juntos durante 50 años. Hasta donde él lo ha confesado, fue el amor de su vida y la mujer que cruzó su destino.

Pero Urquidi no se quedó callada. Habían transcurrido casi dos décadas desde que el matrimonio había terminado, cuando en 1983 se publicó Lo que Varguitas no dijo, una obra autobiográfica de Urquidi que era una clara respuesta a La tía Julia y el escribidor.

En este libro ella relata el periodo (1955-1964) en el que mantuvo una relación con el escritor peruano. El testimonio de Urquidi es relevante porque describe los años en los que ella ayudó y apoyó a Vargas Llosa en su camino hacia el éxito como escritor. De hecho, en el texto dice que parte de ese impulso inicial fue responsabilidad, en parte, de ella, además del obvio talento de Vargas Llosa.

Además, Urquidi acompañó al futuro Nobel en momentos difíciles, como su vida en París en los años 60, cuando se encontraba en un penoso estado financiero; igual lo ayudó a seguir insistiendo con la literatura. Fue un estímulo evidente. Por ese entonces, Vargas Llosa comenzó a escribir de manera prolífica y fue en dicha ciudad francesa en la que terminó su primera novela, La ciudad y los perros (1962), el inicio de su leyenda.

Cómo será despedido Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura que falleció a sus 89 años. Foto: REUTERS.

“Al releer La tía Julia años después descubrí algo que no había visto en mi primera lectura y es que se trata de la novela de un joven latinoamericano de clase media que quiere ser escritor, y que lucha por su vocación contra la adversidad del entorno. Exactamente lo que era yo: un joven latinoamericano de clase media que quería ser escritor. Y lo que éramos todos los de mi generación en ese momento: latinoamericanos jóvenes que soñábamos con ser escritores. Y aunque el entorno fuera otro, también, de algún modo, luchábamos por conseguirlo”, escribió Santiago Gamboa en El País de España.

Luego siguió: “La tía Julia mostraba un camino posible, un ejemplo de alguien que persistió y defendió su vocación contra viento y marea y que, al final, logró imponerse. Un aguerrido y valiente escritor que experimentó las mismas dudas que vivíamos nosotros, que sintió la inseguridad y la baja estima, que se hizo las mismas preguntas y sintió esa mezcla de fascinación nerviosa y deseo de auto inmolación que lo acomete a uno cuando el virus de la literatura se le incrusta en la sangre. Por eso siempre he creído que La tía Julia es el bildungsroman latinoamericano por excelencia, una novela de formación equivalente a El retrato del artista adolescente, de Joyce, para la literatura anglosajona, Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, de Rilke o La montaña mágica, de Mann, para la alemana, y El árbol de la ciencia, de Pío Baroja, en la española”.

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