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La tensa y desconocida visita del papa Pío IX a Chile: enfermo, acusado de ladrón y tratado con desconfianza

Años antes de ser elegido papa como Pío IX, el cura Giovanni Battista Mastai vino a Chile en 1824, hace casi dos siglos, integrando la misión Muzi, que debía aliviar tensiones entre la iglesia y las nacientes repúblicas americanas. En su diario detalló su experiencia en el país, que tuvo más de agraz que de dulce.

La tensa y desconocida visita del papa Pío IX a Chile: enfermo, acusado de ladrón y tratado con desconfianza

El dolor de cabeza fue intenso. El cruce de la cordillera y el mal de altura fueron demasiados para el joven sacerdote italiano Giovanni Battista Mastai Ferretti, el futuro papa Pío IX. El asombro lo apuntó en su diario de viaje.

“Este viaje me molestaba en extremo (...) la sutileza del aire, el azote del sol o qué sé yo, me ocasionaron un fuerte dolor de pecho y de cabeza, que unido a la fatiga de cabalgar me hacían sentir un dolor general en todos los huesos”, anotó.

Mastai, entonces de 31 años, integraba la misión Muzi. Una comitiva que había cruzado el Atlántico, con el objetivo de abordar la tensa relación de iglesia Católica con las nuevas repúblicas latinoamericanas. Estas deseaban mantener el patronato sobre la iglesia, tal como en el período colonial y además pedían el reconocimiento de la Santa Sede a sus independencias.

Pero en ese momento, no habían obispos nombrados, por oposición del Rey de España, que no reconocía a las nuevas naciones. Para eludir la presión, representantes de Argentina y Chile (el arcediano José Ignacio Cienfuegos) sugirieron que se nombraba a un Vicario Apostólico.

El entonces papa Pío VII aprobó la propuesta, nombrando Vicario Apostólico para Chile y Argentina a Monseñor Giovanni Muzi. Pero mientras esperaba para embarcar hacia Sudamérica, el santo padre falleció. Hubo entonces que esperar el cónclave y el nuevo papa, León XII, ratificó la misión, la que finalmente partió el 5 de octubre de 1823.

En su paso por Buenos Aires, la misión Muzi fue tratada con hostilidad. “El Argos de Buenos Aires, periódico ultraliberal, no cesó en publicar artículos contra el Vicario, mientras permaneció en América, al que presentaba como un enviado de la Santa Alianza”, detalla el artículo La misión en Chile del futuro papa Pío IX, de Francisco Martí Gilabert.

Un futuro papa en Chile

La misión Muzi llegó a Santiago el 6 de marzo de 1824. “Dormimos en el Convento llamado Recoleta dominica y en la mañana siguiente, vinieron (a buscarnos) dos o tres carrozas nobles con 4 caballos, postillones y guardias coraceros”, apuntó el sacerdote Mastai en su diario.

Muzi deseaba juntarse con el ministro secretario de estado, Mariano Egaña, a quien iba a hacer entrega de la carta oficial que el papa enviaba al flamente director supremo, Ramón Freire. Pero como este se hallaba en campaña en Chiloé, finalmente se le informó que sería recibido por el vice director y presidente del senado, Fernando Errázuriz.

“En la recepción fue leído el Breve del papa, con mucha alegría, cambiándose palabras palabras amables entre Errázuriz y Muzi, de agradecimiento por Su Santidad por el envío de la delegación y, recíprocamente, del Vicario por el buen recibimiento a su persona, que era augurio del buen resultado que prometía”, detalla Martí Gilabert.

Frontis de La Moneda. Litografía coloreada de George Johann Scharf según boceto del médico inglés James Paroissien, impresa por Rowney & Forster y publicada por Peter Schmidtmeyer en su libro Travels into Chile, over the Andes, in the years 1820 and 1821.

Mientras, Mastai anotó en su diario algunas descripciones de la ciudad de Santiago. “Son pocas las casas construidas con ladrillos cocidos. Casi todas se construyen con adobes de barro mezclado con paja, endurecidos al rayo del sol. Los habitantes dicen que las casas edificadas así, según les enseña la experiencia, resisten más a los terremotos, que son frecuentes en el país”.

También registró algunas observaciones sobre la gastronomía local. “El vino es muy pesado, porque es cocido y lo guardan con cal en vasijas de barro. El aceite se encuentra en escasa cantidad. porque lo usan muy poco. Los olivos son mucho más grandes que los nuestros y el fruto lo emplean casi totalmente para comerlo (...)”.

Y por cierto, es notorio que el hombre degustó algunos dulces chilenos y frutos del país. “Las mujeres chilenas tienen mucha habilidad para hacer dulces. Saben confitar todas las frutas: entre ellas también el tomate, que hay que confesar que es bueno aunque quizás demasiado dulce”.

¿Dónde se quedaba Mastai en Santiago? un texto de Alberto Ugarte, publicado en las páginas de La Estrella de Chile en 1872, asegura que este alojaba en “la casa situada al frente del templo de las Monjas Capuchinas en la calle de la Bandera”.

Mientras, Muzi mataba los días intentando que se le reconocieran las facultades que le había entregado el papa. Pero como Freire se hallaba en campaña, poco se podía hacer. Y así el tiempo avanzaba y los clérigos de la misión sentían poca disposición de parte del gobierno.

Freire regresó a Santiago, de la fallida primera incursión en Chiloé, hacia junio de ese año. De inmediato, Muzi decidió visitarlo para lograr algún acercamiento y acelerar las cosas. El padre Mastai recordó el encuentro con el director supremo de la Nación en su diario.

Ramón Freire

“El nos recibió con mucha cortesía, y, estando dotado por su naturaleza de un aspecto gentil, tuvimos de él más fácilmente una buena opinión, la que, en verdad, gozaba generalmente. El día 2 de julio invitó a Monseñor Vicario y a mí a una comida que daba en honor del Enviado de los Estados Unidos. Hasta entonces no se había preocupado de las cosas de la Misión Apostólica, antes bien parecía que ni siquiera pensaba en ella”.

Días después, estalló una rebelión que hizo girar la conducción del gobierno de Freire hacia un tono mucho más liberal, y más crítico con la iglesia.

Mastai anotó sobre aquella jornada: “Nos encontrábamos en esta situación, cuando en la mañana del 15 de julio nos dijo el P. Arce que el Director Freire viéndose demasiado atado por la Constitución en el ejercicio de su autoridad habla renunciado y ya se temía una revolución. Esto nos lo confirmó el señor Cienfuegos y el señor Elizondo. La mayor confirmación era el no recibir Monseñor Muzi el acostumbrado pago del Gobierno”.

El gobierno de Freire le pidió a Muzi reducir la cantidad de fiestas religiosas en el país. Tras un breve tira y afloja, este aceptó. Pero Mastai en su diario manifestó que en su opinión, el vicario había sido demasiado condescendiente con el gobierno. Y notaba una cierta debilidad del clero local. “Los buenos religiosos se quejaban en secreto y no tenían valor de presentar por escrito el cuadro de tantos males: por temor al Gobierno, decían ellos”, apuntó.

La medida, de manera esperable, fue impopular. “Cuando el decreto se fijó en las puertas de las iglesias fueron, por desprecio, despedazados todos los ejemplares”.

Pero la tensión con la iglesia fue en aumento. Por esos días el obispo de santiago, José Santiago Rodríguez Zorrilla, quien había sido desterrado por Bernardo O’Higgins, por su clara filiación realista, había retornado y no era bien visto por los patriotas.

José Santiago Rodríguez Zorrilla, obispo de Santiago entre 1815 y 1832, aunque su filiación realista le hizo estar exiliado durante casi todo su período.

Peor aún, en el gobierno de Freire notaban que Zorrilla nombraba párrocos claramente contrarios a su causa. Por tanto en agosto de 1824, se expidió un decreto para sacarlo del gobierno de la diócesis y expulsarlo de la ciudad. Aunque este no se había relacionado mucho con Muzi, el conflicto no fue pasado por alto.

Para Mastai, la situación en Chile se hacía cada vez más difícil y notaba una creciente hostilidad, como la que había vivido en Buenos Aires. “Me parecía darme cuenta que los chilenos generalmente hablaban muy desconfiados con nosotros”, anotó en su diario.

Asimismo, el futuro papa Pío IX relata una experiencia amarga. “Me sucedió una cosa inaudita para mi carácter: ser tachado de ladrón”. Pasó que el vicario Muzi “me había asignado -entre otras ocupaciones-la de extender los Rescriptos y cobrar las tasas, que eran enteramente a favor suyo”. Según detalla, el precio de la tasa era de 2 escudos y medio.

Pero sucedió que un religioso no quería pagar, porque un cura mercedario había echado a correr el rumor “que yo en otra circunstancia semejante había pedido la tasa de 20 escudos”, es decir, que estaba pidiendo más dinero.

El cura que había difundido el rumor, visitó a Mastai. Aunque al parecer, no hubo una conciliación plena. “Vino el mercedario a desdecirse, pero inventando términos medios y pretextos”, apuntó.

Papa Pío IX

El punto crítico llegó en septiembre. El día 23, el padre Mastai anotó un hecho que marcó la ruptura total. “Esta noche el Gobierno mandó a todos los conventos del Estado a dos Comisarios a despertar a los religiosos e ¡ntimarles que debían entregar sus bienes en administración al mismo gobierno".

Fue entonces que la misión Muzi decidió partir. Días después, embarcaron en Valparaiso. El puerto principal había sido asolado por un terremoto en 1822, así que se estaba recién reconstruyendo. De todas maneras, el padre Mastai no tuvo una buena impresión de las iglesias de la ciudad. “Existe la iglesia de los agustinos, muy pobre; la de los franciscanos. mediocre; la capilla de los Ejercicios, cuya casa ha sido transformada ahora en hospital. En estas mismas iglesias, y especialmente en la Matriz, Monseñor [Muzi] confirmó a varios miles entre adultos y niños”.

Así, en un rotundo fracaso terminó la misión Muzi. Años después, Giovanni Battista Mastai hizo carrera como arzobispo, luego nombrado cardenal en 1838 y en esa condición participó en el cónclave de 1846. Entre las paredes de la capilla del palacio del Quirinal, fue elegido como papa luego de tres días y cuatro rondas de votación. Su pontificado, bajo el nombre de Pío IX, se extendió por 31 años y 7 meses, el más largo de la era moderna.

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