Mon Laferte en Lollapalooza 2025, cómo hablar desde la grieta

En el cierre de la segunda jornada de Lollapalooza 2025, la viñamarina presentó un show con estética pin-up donde desenfundó sus mayores hits con una impecable puesta en escena y una voz que sigue sonando potente y dramática. En una hora de show, Mon Laferte le sacó todo el lustre a su estirpe de estrella latina de la música.
La noche cerrada y algo fría sobre Cerrillos -señal de que ya llegó el otoño- vio aparecer a Mon Laferte puntual a las 23 horas, cerrando la segunda jornada de Lollapalooza 2025 en el Smart Fit Stage, al mismo tiempo en que Justin Timberlake hacía lo propio en el Cenco Malls Stage. Enfundada en un coqueto y sexy corset rojo a lo Moulin Rouge, la chileno-mexicana comenzó con Tormento, uno de los temas que fue single de su ineludible álbum Volumen 1.
“Mi amor fue sincero / Te quise de verdad”, arrancó cantando una platinada Mon, quien viene de una intensa agenda de shows en vivo: el Vive Latino, el pasado 16 de marzo; Sao Paulo, el jueves 20; y en la versión argentina del Lollapalooza, este viernes 21, en el Hipódromo San Isidro, donde hizo una alusión a Britney Spears justamente debido a la presencia de Timberlake.
El arranque fue cantado efusivamente por el público, pese al cansancio y al frío de la noche. Su gente la sigue con devoción y siempre le demuestra su afecto, sobre todo las mujeres, que seguro se identifican con los desamores de la viñamarina. En los shows previos a este sábado repasó la mayoría de sus éxitos, concentrándose sobre todo en sus discos La Trenza y Volumen 1, aquellos que le dieron su nombre a nivel Latam, y en esta noche no fue la excepción.

A diferencia de su presentación en Lollapalooza del 2018, en la que no pudo ocupar la pantalla trasera y acusó de trato discriminatorio a la organización, esta vez, tuvo la posibilidad de presentar un espectáculo a la altura de lo que es actualmente: una estrella latina de la música. Así, se vio una puesta en escena estilo pin-up, como un cabaret del siglo XX, con un cuerpo de baile ad-hoc. Seguro que su nuevo look platinado apunta en esa dirección, a ser juguetona pero también nostálgica y popular. En rigor, como siempre ha sido Mon. Su banda, con un trío de bronces, batería, bajo, guitarra, teclados, sonó rotunda, con fuerza escénica y el cuerpo de baile se vio con energía y precisión.
“Te amo Chile!”, soltó una risueña Mon durante el primer tramo del show. El público disfrutó de buena gana de las canciones que fueron pasando, como Aunque te mueras por volver, Mi buen amor (con un estremecedor karaoke del público inmortalizado con los celulares levantados), Flaco, Amor completo, Pornocracia (un bolero donde además canta en italiano), Si tú me quisieras, Pa' dónde se fue, Amantes suicidas (una canción en clave salsa) Antes de ti.
Su voz se escuchó rotunda, sin decaer, lo cual le permitió llevar a tope sus condiciones de intérprete. Luce su histrionismo que a veces resulta melodramático, pero es justamente la gracia de Mon Laferte: hablar desde la grieta, y llevar esa sensación al paroxismo. Cantar, para ella, resulta terapéutico, es el lugar seguro donde puede relatarle (fuerte) al mundo que su hombre la dejó y que lo amaba.

También hubo estreno. Tal como en su show del Vive Latino, del pasado 16 de marzo, Mon presentó su nueva canción Otra noche de llorar. Con el piano como acompañamiento principal, mantiene su habitual estilo dramático e intenso, en el que emplaza a un amante. Se trata del primer adelanto de su próximo álbum que ya tiene título: Femme Fatale.
Si Mon Laferte fuese poeta, sería Alejandra Pizarnik, por lo intensa y dramática. Siempre saca la voz de manera rotunda, clara, alta. Que se note. Si fuese una cantante de susurro como Beth Gibbons, sus canciones no resultarían, ya que piden esa entrega total. Por lo mismo, quizás consciente de esa necesidad, desde el inicio de su carrera Mon Laferte ha demostrado dominar la técnica de colocación de voz como pocos cantantes la dominan. Al escucharla en vivo queda mucho más claro: cada frase suena pronunciada, siguiendo la figura correspondiente con todo el aire, sin desinflarse; y con toda la nota llena, sin desafinar. Es muy meritorio que en poco más de 10 años de carrera, la voz de Mon Laferte se mantenga en impecables condiciones, y siga cantando como si aún fuese la chica de la población de Viña del Mar que canta bonito en las fiestas de la junta de vecinos.
También sonó la muy juguetona No te fumes mi mariguana, una canción en que pone todo su encanto al servicio de una letra que oscila entre lo cotidiano y lo lúdico. “Yo ya no fumo, la dejé ya”, comentó algo risueña.
Hacia el tramo final, Laferte cantó El diablo. No es casualidad que gran parte de sus canciones hablen de amor y sexo. “Lo que más me gusta en la vida son los libros, después del sexo y las papitas fritas”, posteó ella misma ayer en X (antes conocido como Twitter). Esa quizás es una declaración del “Espíritu Laferte” y explica también por qué su show se enmarca en un estilo pin-up: quiere rescatar otras formas de abordar la sensualidad, lo caliente, lo carnal.
Para el final, Mon Laferte dejó Amárrame, seguida con entusiasmo por la gente, y su eterno hit Tu falta de querer, que ya ocupa categoría de neoclásico. Una hora redonda y sólida de presentación en la que si bien tuvo convocatoria, fue menor que la de otros shows en el mismo escenario durante el día, resintiendo el horario y lo alejado del Smart Fit Stage en comparación a los principales. Como sea, si antes la música chilena tuvo a Lucho Gatica o a Palmenia Pizarro, ahora tiene a Mon.
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