
“Ni Pinochet, ni Fidel Castro”: La controvertida ruta política de Mario Vargas Llosa
De joven, el escritor peruano fue un entusiasta seguidor de la Revolución Cubana. Pero con los años rompió con la izquierda y abrazó los ideales del liberalismo. El célebre autor falleció hoy en Lima, a los 89 años, según anunció su familia.

Descubrió la política cuando tenía 12 años, el 29 de octubre de 1948. Aquel día, el general peruano Manuel Apolinario Odría dio un golpe contra el Presiente José Luis Bustamante y Rivero, y esa acción impactó de por vida a Mario Vargas Llosa. Además, había un vínculo familiar, ya que el mandatario derrocado era pariente de la madre del escritor. “Creo que durante el ochenio ordriísta nació en mí el odio a los dictadores de cualquier género, una de las pocas constantes invariables de mi conducta política”, explicó tiempo después el propio Vargas Llosa en La llamada de la tribu (2018).
Aquella máxima se impuso en la vida política del Nobel peruano. Sin distinciones ideológicas, Vargas Llosa fue crítico de Pinochet, Saddam Hussein, Stalin y Fidel Castro. Esto le provocó más de una enemistad con los escritores del boom latinoamericano, ya que en su momento fue uno de los intelectuales de la región que vio en la Revolución Cubana como una luz democratizadora. Con los años, rompió con La Habana debido a que la persecución de los disidentes le provocó horror.
“La más mediocre democracia es preferible a la más perfecta dictadura, estén a la cabeza de ella Pinochet o Fidel Castro”, escribió en diciembre de 2021 en su columna en El País. Los dictadores lo alejaron del Partido Comunista, donde militó en su época de estudiante en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Y también de Cuba. Respecto de Chile, en esa misma columna señaló: “El mismo día del golpe de Pinochet, en 1973, lo ataqué duramente en la televisión francesa y debo haber firmado, además, cerca de 20 manifiestos protestando contra los crímenes cometidos por la dictadura chilena, a la que incluso fui a criticar a Santiago de Chile y a solidarizarme con sus adversarios”.

Ya para los años 80, Vargas Llosa era un liberal y estaba convencido de sus ideales. De todos modos a algunos les sorprendió su candidatura presidencial y más aún, que ganara la primera vuelta con el 32,5% de los votos. En segundo lugar quedó el hombre que luego se transformaría en el principal enemigo en su país: Alberto Fujimori. En ese momento “El Chino” era un completo desconocido, mientras que Vargas Llosa llevaba cierto tiempo en política, no por nada, en 1987 había fundado el derechista Movimiento Libertad.
En la campaña con miras al balotaje, Fujimori atacó la principal debilidad que ostentaba el escritor: su escaso vínculo con el Perú profundo. Además, evitó mencionar su apellido compuesto. “En el debate público que tuve con mi adversario, el 3 de junio de 1990, el ingeniero Alberto Fujimori, ironizó: ‘Parece que usted quisiera hacer del Perú una Suiza, doctor Vargas’. Aspirar a que el Perú sea “una Suiza” ha pasado a ser, para una considerable porción de mis compatriotas, una pretensión grotesca, en tanto que para otros, los que preferirían convertirlo en una Cuba o Corea del Norte, en algo intolerable, además de imposible”, escribió en El pez en el agua, sus memorias publicadas en 1993.
Vargas Llosa terminó perdiendo la segunda vuelta por paliza (62%-37%). Desde ese día no volvió a postular a un cargo de tal envergadura, aunque no abandonó la política. “No tenía apetito para esos baños de multitud y debía hacer milagros para ocultar el desagrado que me producían aquellos jalones, empujones, besos, pellizcos y manoseos semihistéricos, y para sonreír aun cuando sintiera que esas demostraciones de cariño me estaban triturando los huesos o desgarrando un músculo”, justificó el escritor sobre su derrota en las urnas.

Años más tarde, una mayoría de ciudadanos en Perú no observó con buenos ojos ciertos apoyos que el escritor solía dar en cada elección. Su respaldo más cuestionado tuvo lugar en 2021, cuando decidió apoyar la candidatura de Keiko Fujimori, la hija de su antiguo enemigo político. “Hay que salvar al país de un peligro enorme que es caer en manos del totalitarismo”, le dijo a Keiko, en referencia a su rival, el izquierdista Pedro Castillo.
Para el resto de América Latina, Vargas Llosa nunca ocultó sus preferencias presidenciales. En el caso de Chile, en los comicios de 2021 hizo público su respaldo a José Antonio Kast -”estoy dispuesto a apoyarlo en lo que usted quiera”, le dijo-, aunque Gabriel Boric terminó llevándose la Presidencia. Lo mismo ocurrió en Brasil, cuando se decantó por Jair Bolsonaro en vez de Lula da Silva. En otros comicios, respaldó con fuerza a los candidatos de la derecha: Carlos Mesa en Bolivia; Mauricio Macri en Argentina y Sebastián Piñera en Chile.
“La corrección política es enemiga de la libertad”, señaló en una entrevista con El País en 2018, a propósito de La llamada de la tribu. Vargas Llosa se mantuvo hasta el final en la misma vereda política. Tanto así que en junio pasado y después de 33 años, se unió a Libertad Popular, un partido político fundado por el ex premier Pedro Cateriano y el exministro de Energía y Minas, Rafael Belaúnde Llosa.
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