Olivia Rodrigo remece Lollapalooza con un show de intensidad rockera que incluso debió detenerse

La estrella estadounidense debutó en el país con un espectáculo de alto vuelo en el cierre del primer día de Lollapalooza. Acompañada de una banda en vivo que le inyecta energía rockera al show, la cantante repasó lo mejor de sus dos discos de estudio y desbordó una sorprendente vitalidad. El entusiasmo fue tal que hasta se debió detener la presentación por unos minutos para generar espacio entre la extasiada y apretada audiencia.
El tramo final del primer día de Lollapalooza 2025 fue el que mostró más entusiasmo del público. Las presentaciones de Benson Boone y Rawayana (con notorias banderas venezolanas en el público), cuando el sol ya se escondía, contribuyeron a mejorar la disposición del respetable en una jornada que había sido más bien sosa. Más aún con la presencia de Olivia Rodrigo en el Cenco Malls Stage.
Incluso desde las primeras horas del evento, tras la apertura de puertas a las 13:00, fue posible ver a fans de la cantante en el Parque Cerrillos. Algunas, directamente se acomodaron en las cercanías del escenario Cenco Malls y se mantuvieron allí toda la jornada.

Los fans (en su mayoría mujeres) se hacían notar por el predominio del color violeta en el vestuario, el que se ha vuelto una suerte de insignia de la artista; Rodrigo, quien tiene la condición de la sinestesia alguna vez dijo que podía ver la música de su álbum debut, Sour, en ese color. Otras fueron más allá, y en una tendencia que ya se vio en el Eras Tour de Taylor Swift, algunas hasta emularon vestuarios de la artista.
A diferencia del tour promocional de Sour, de acotadas fechas en teatros debido a la pandemia, la gira actual es la primera de su carrera que pasa por estadios y eventos masivos, además de marcar su primera visita a Sudamérica.
Con un par de minutos de retraso, el show abrió con un video introductorio donde se veía a la cantante caminando por una cuerda floja. Todo, mientras sonaba una pieza instrumental. De inmediato apareció Olivia Rodrigo, luciendo un ceñido corse rojo, mientras la banda tocaba los primeros acordes de la potente Obsessed, seguida sin pausas por Ballad of a homeschooled girl. Tuvo problemas en su voz en los primeros minutos, entre la afinación y la agitación propia de quien canta mientras se mueve. Lo ajustó tras ese primer par de temas.

El show se detuvo unos minutos tras un aviso de la producción al público para que siguieran el protocolo que genera distancia de seguridad, dando tres pasos hacia el lado. El motivo es que había gente, principalmente de la audiencia adolescente, apretada contra las rejas delanteras, lo que evidentemente es una situación riesgosa.
Pidiendo gritos al público volvió Olivia Rodrigo a escena. Animada, saludó por primera vez al público y pidió a la gente que mantuviera la distancia. Se sentó al piano para interpretar el hit Drivers licence. Una desgarradora canción de ruptura, un tópico clásico del pop, que arrancó el canto masivo de la fanaticada. El tema comienza con el piano y de pronto se torna en una power ballad, con guitarra eléctrica y todo. Una dinámica similar se escucha en Traitor, el siguiente tema con la cantante todavía sentada al piano.
Como a su modo lo hace Miley Cyrus, el espectáculo de Olivia Rodrigo está cruzado por la energía del rock. Su power pop es directo, con mucha presencia de partes de guitarra y una batería con abundante presencia en la mezcla. Ahí destaca el trabajo de las guitarristas Emily Rosenfield y Arianna Powell, con una interpretación limpia y de técnica bien trabajada.

La banda de Olivia Rodrigo está integrada por su totalidad por mujeres y personas no binarias. En su gran mayoría la acompañaron en la carretera durante su anterior tour, el del álbum Sour.
Con su banda como principal soporte, la artista despliega un show pensado para el público juvenil que la sigue. Tiene pocas pausas, despliega estudiados pasos de baile, y desborda energía moviéndose de un lado a otro (lo que por momentos afecta a su sentida interpretación).
No hay demasiado apoyo de visuales, todo se concentra en lo que sucede en el escenario con los diferentes momentos que propone el show: subiendo a una plataforma con su cuerpo de baile, acompañando partes de las canciones con movimientos de su cuerpo, dibujando un corazón con lápiz labial (un truco con estética de viral de TikTok) o hasta cuando toca la guitarra sola para cantar Enough for you. Y como si estuviera en una fogata en una playa en California, se permitió cantar Don’t speak, la icónica canción de No Doubt, acompañándose solo de guitarra eléctrica. No desentona para nada, pero logra recrear el dramatismo que le imprime Gwen Stefani. Es una canción que viene bien a su estilo como intérprete.
Aunque de momento la discografía de la cantante está acotada solo a dos discos, el set de la gira está concentrado en los temas de Guts y en su propuesta artística. Por lo mismo, el show a ratos se hace algo repetitivo. Para el final, deja Get him back!, uno de sus hits más populares. Canta acompañada de su banda y sus bailarines en la pasarela, de la que se devuelve corriendo hacia la batería para aporrear platillos. Es energía pura.

El show en Lollapalooza de Olivia Rodrigo mostró a una artista ambiciosa y de contundente puesta en escena. Un despliegue que no es habitual en alguien que solo tiene dos discos a sus 22 años. Aunque a veces se desborda con su propia energía, busca la conexión con el público y desplegó una bien potenciada capacidad como cantante.
En este paso por Sudamérica, la artista también se presentará en la edición brasileña y Argentina de Lollapalooza, así como en el Festival Estéreo Picnic, y Tecate Pa’l Norte.
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