Paulina Flores: “Es ridículo que el título de una novela sea considerado que incita a la violencia”

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Paulina Flores: “Es ridículo que el título de una novela sea considerado que incita a la violencia” Foto: Pascale Descazeaux

La destacada escritora chilena publica su segunda novela, La próxima vez que te vea, te mato. Un ejercicio donde una joven inmigrante chilena en España busca volverse una asesina mientras se involucra en una relación poliamorosa. En charla con Culto, Flores explica su particular vínculo con la novela negra, la influencia de Patricia Highsmith, su gusto por lo pop, y el revuelo que ha causado el nombre de su libro.


Fue la lectura de la texana Patricia Highsmith, la reina de la novela negra, lo que disparó una idea en la escritora nacional Paulina Flores. A sus inquietas manos cayó el volumen ¿Cómo se escribe un libro de suspenso? (UDP, 2021), donde hace una especie de taller literario sobre la narrativa policial. Así lo recuerda a Culto, conectada vía Zoom desde Barcelona, ciudad donde reside.

Me di cuenta de que en casi todos los casos que ella menciona, el móvil que lleva a alguien a asesinar tiene que ver con lo ‘amoroso’. Entonces pensé: ‘Oh, claro, estamos en otra época’, porque Patricia escribe en un momento en donde esa pasión desbordada se entendía como en el Macbeth de Shakespeare. Y yo pensé qué gracioso sería una novela de suspenso donde haya una relación no monógama, donde se supone que no tienen que haber celos, donde esos desbordes de las pasiones están traspasados por el discurso, están traspasados por lo racional, están traspasados por los cuidados. ¿Cómo sería esa novela de suspenso?, ¿Cómo sería asesinar a alguien así?, ¿sería consentido el asesinato?, ¿cómo se pondrían de acuerdo? Así partió todo”.

Con la idea en mente, Flores se puso manos a la obra y comenzó a escribir una novela que ya se encuentra en las librerías chilenas vía Anagrama: La próxima vez que te vea, te mato. Su segunda novela tras Isla decepción (Seix Barral, 2021) y su tercer libro si sumamos el volumen de cuentos Qué vergüenza (Hueders, 2015). Esta corta, pero contundente bibliografía la han posicionado como una de las escritoras chilenas relevantes de la actualidad. Con 36 años, su trabajo ha sido destacado por la prestigiosa revista Granta, que en 2021 la incluyó en su listado de los 25 Mejores escritores menores de 35 años en español (junto con el también chileno Diego Zúñiga), además ha recibido premios como el Roberto Bolaño y el Municipal de Literatura de Santiago, y sus obras se han traducido a diferentes idiomas.

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Foto: Pascale Descazeaux

En las páginas de La próxima vez que te vea, te mato, leemos la historia de Javiera, una chilena estudiante de literatura quien llega a vivir a Barcelona donde comparte piso con Manuel, un inmigrante peruano con quien se termina involucrando. El problema es que el hombre además tiene otras dos mujeres: Armonía y Laura, y eso generará un romance poliamoroso con todas sus complicaciones. En paralelo, Javiera comienza a obsesionarse con el mundo del crimen y ansía convertirse en asesina. En la novela leemos su proceso de aprendizaje mientras va eligiendo a su víctima, la que saldrá, por supuesto, de ese torbellino romanticón.

¿Cómo fue el proceso de escritura?

Fue una especie de delirio. Es raro porque no me acuerdo mucho del proceso, a diferencia de Qué vergüenza y de Isla decepción, que tengo momentos claros de saber dónde estaba específicamente: en una biblioteca, en un escritorio, en un departamento, en una pieza. En cambio, acá estaba tan abstraída en la historia que no me recuerdo a mí misma. Sí me acuerdo mucho de editar, porque escribí toda la historia en un año y luego fue editar, editar, mostrarle a mis amigos y amigas escritores, como Alejandro (Zambra), recibir su feedback con una disposición abierta, sabiendo también que no quería una novela tan larga como la que había escrito antes.

¿Disfrutaste el proceso más ahora que en los anteriores?

Quería un proceso más libre. Isla decepción fue un proceso muy lindo, pero muy duro, muy arduo en otro sentido, tuve que investigar mucho. Era mi primera novela, entonces no sabía cómo se escribía una novela. No es que ahora lo sepa, pero sí me entregué a esa libertad, a esa ligereza, porque ni siquiera tenía contrato ni nada. Se sintió como volver a escribir Qué vergüenza sin esperar mucho de la escritura, tan solo disfrutar. Sentí de nuevo esa libertad, sin la presión que quizás sentí con lsla decepción que era un libro que ya había firmado antes de escribirlo, y que se me fue alargando mucho en el proceso, me demoré cuatro o cinco años. Entonces, cada día que pasaba se sentía que había más presión encima, porque no lo terminaba nunca. En cambio, esto fue bueno, démosle.

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Foto: Pascale Descazeaux

En esta novela abordas el poliamor, ¿cómo fue aproximarte a ese tema?

Cuando llegué a Barcelona en el 2021 era algo que estaba en el aire, estaba muy de moda. Era algo que o todo el mundo estaba hablando o intentando practicar u odiando o dejando atrás. Entonces, para mí era un tema muy fuerte, lo veía en Instagram, en YouTube, lo veía en mis amigos, estaba muy presente. Me parecía que Barcelona era la bandera de las relaciones monógamas. Todo esto sucediendo al mismo tiempo que la pandemia, entonces era muerte y amor. Surgió un poco desde ese contexto que estaba viviendo, que era muy colectivo. Eso sí, yo casi nunca menciono la palabra poliamor en la novela, creo que no sale mencionada ninguna vez. No me gusta mucho, porque me hace pensar en los ositos cariñositos.

¿Cuánto de ti tiene Javiera?

Yo diría que Javiera es una especie de Quijote de la Mancha, es esclava de sus ficciones. Ella siempre está romantizando todo, sobre todo cuando puede elegir. Y yo como escritora también soy esclava de mis ficciones, pero esclava en un sentido más del oficio, no dejo de vivir para poder escribir a partir de estos personajes. Fui esclava de la ficción en el sentido del sueño, y Javiera es esclava de su ficción en el sentido de que ella quiere vivir una vida intensa que le parezca digna de ser vivida a pesar de su pequeñez, de su intrascendencia en el mundo, de su papel hipermega secundario en el mundo.

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Foto: Pascale Descazeaux

En la novela vemos cómo Javiera intenta convertirse en una asesina. ¿Qué te hizo enganchar con la temática de los crímenes?

¡Me encanta! porque para mí los criminales tienen una fuerza dramática muy potente. Lo explico siempre a partir de la crucifixión de Jesús: imagínate Jesús crucificado y al lado de él dos artesanos. Qué fome, aburrido. En cambio, Jesús crucificado y abajo está María, su madre, más otra chica que es una prostituta, y está al lado de dos ladrones. Eso le da potencia dramática a la escena. Por supuesto, en un sentido literario de la Biblia. Entonces, siempre me ha atraído ese lado de manera graciosa, porque Patricia Highsmith también se pregunta por qué le atrae lo criminal y por qué no escribe novelas de suspenso desde un punto de vista que sería más fácil, desde el lado de las víctimas o de los policías, sino que se pone del lado del criminal y yo creo que es interesante.

Igual hablas de criminales bien venidos a menos…

Hace un tiempo me di cuenta que me gusta mucho la picaresca, me gusta mucho el personaje marginal pero de medio pelo, no un Tony Soprano o un Scarface, sino el de poca monta. Me encantan esos personajes, me divierte mucho ese criminal amable. Y yo creo que son personajes con los que me gusta trabajar porque tienen algo de artistas, ¿no? Se rebelan contra el sistema, son enérgicos, viven el mundo según sus propios paradigmas. Se apartan de la sociedad. Y una como lectora los comprende porque habiendo trabajado de camarero, de oficinista o lo que sea, preferirían ser sicarios o poetas. En el fondo, el criminal tiene mucho de artista, de rebelde, y de una potencia energética interesante que me gusta trabajar. También porque flaquean, ¿no? cometen muchos errores, no son personajes que sufren por azar o por mala suerte, se van metiendo en líos que ellos mismos han ocasionado y de los cuales van saliendo con más o menos astucia. Es una experiencia de vivir, pero también son súper humanos. Entonces, eso me interesa trabajarlo.

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¿Dirías que este libro es una lectura propia del género de la novela negra?

Sí, yo creo que siempre he querido escribir novela negra, pero no puedo, no me sale. Lo intenté con Isla decepción, y de hecho, me dio gusto una vez que en la Universidad Andrés Bello, donde hacen un ciclo de novela negra, fue un académico estadounidense y analizó Isla decepción a partir del género y dije ‘oh que heavy que alguien haya visto eso’. Era un poco lo que yo quería hacer, pero yo creo que esta novela en específico juega con varios géneros. En principio está la novela negra, pero es como una versión de la novela negra, porque a diferencia de la novela policial, acá no se resuelve un caso por medio de la razón a lo Sherlock Holmes. Además, en la novela negra tenemos personajes que pueden ser tan adictos como los propios criminales, por ejemplo, los policías que resuelven los casos. Y, como te decía, también me encanta la picaresca. Entonces yo creo que metí en la licuadora la picaresca, la novela negra y también el melodrama de teleserie, de amor, con harto cliché. En esa época en especial estaba muy influenciada por (Rainer) Fassbinder, el director alemán, y me encantaba su melodrama, su reflexión sobre el amor, el poder y el capitalismo. También en esa época estaba viendo mucho Almodóvar, entonces metí todo eso en una licuadora y salió esta novela.

De hecho, Almodóvar tiene varias películas donde mezcla el género negro con romance. La ley del deseo, Átame, Mujeres al borde de un ataque de nervios, Tacones lejanos, entre otras.

Sí. Es que al drama le viene la ira, le viene el amor y le viene la pasión, ¿no? Conjugan bien.

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Lo comento porque tu literatura tiene un elemento pop, y en esta novela haces referencias tanto a Violeta Parra como a Bad Bunny. ¿Lo consideras relevante en tu escritura?

Sí. En general, cuando estoy escribiendo voy y meto letras de canciones, ahora las tuvimos que sacar todas porque por cuestión de derechos no se puede pagar a Dua Lipa por poner las letras, cobra muy caro o a Bad Bunny. Quedó solo una que es una traducción que hice yo que podía pasar media colada. Pero al final fue bueno porque yo decía ¿qué es esto, es una novela o un karaoke? ya era demasiado. Esta parte mía la siento media Murakami, me acuerdo haber leído Tokio Blues y tengo grabada en la mente la escena en la cual el personaje escucha People are strange de The Doors. Esto es entender no solo una narración a partir de los olores y de lo que se ve, también de la comida y la música. Eso le da mucha vida a la narrativa. Es increíble lo que un disco puede generar a nivel colectivo, a mí me conmueve de verdad cuando escucho el último disco de Bad Bunny, me gustan las letras y me encanta que un montón de gente junten sus corazones en un segundo. Al mismo tiempo me da miedo porque digo cuánto de lo que yo siento está siendo trabajado por gente en la industria. Al final esta es una maquinaria enorme, pero es parte de mí.

¿Cómo surgió la idea de titular la novela así? En tus redes sociales has tenido que tapar la última palabra para no tener problemas.

Cuando subí la foto la primera vez, vi que pasó algo en mi Instagram y dije “¿lo irán a bajar?” y claro, lo bajaron. Me asusté porque dije qué nivel del autoboicot tiene que tener una persona para que su libro no vaya a tener promoción. Me asusté, de verdad dije “ay, no va a salir en ningún lado, qué pena, qué tonta”. Y luego pensé: “Instagram es ridículo”. O sea, yo soy una persona que se declara amante incondicional de internet, pero siento que de nuevo hemos sido engañados y que ahora estamos esclavizados en Instagram o en X, en Twitter o lo que sea, por estos billonarios asquerosos que están en el poder y que hacen símbolos nazis como Elon Musk, y así no pasa nada. Incitan a la violencia, ¿no? Entonces es muy ridículo que el título de una novela sea considerado que incita a la violencia cuando tenemos a Elon Musk haciendo el gesto nazi, o Instagram mismo diciendo que a las personas trans se les puede decir enfermos mentales, o tenemos dos guerras sucediendo en el mundo y ahí sí que se censura material importante, gente que está haciendo activismo y les bajan contenido. Entonces al final dije “ay que ridículo Instagram” y traté de tomármelo de una forma divertida, propuse un juego de cambiarle el nombre (a la novela) y la verdad ha divertido. Eso a partir de entender que Instagram se está volviendo una estafa. No sé, lo encuentro ridículo. Lamentablemente, Crimen y castigo y A sangre fría ya estaban tomados.

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