Suede: “Nos estamos perdiendo a los genios, a los Lennon y las Madonna, porque hoy no se pueden costear hacer música”

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Suede: “Nos estamos perdiendo a los genios, a los Lennon y las Madonna, porque hoy no se pueden costear hacer música”

Presentándose en Movistar Arena el 13 de marzo y en Festival REC el día 15, los británicos retornan a Chile con el disco Autofiction, el más reciente en una línea de álbumes cargados de intensidad y ansiedad editados tras su hiato del cambio de milenio. Sobre obsesiones, el rock de clase trabajadora y envejecer, habla el bajista Mat Osman con Culto. Y lanza una advertencia: “Toda la idea del internet era deshacernos de los intermediarios y ahora lo único que tenemos son intermediarios, básicamente parásitos".


“Asumí que volveríamos a Chile cada tres años después de nuestra presentación del 2012, pero con la pandemia, discos y otras cosas, no lo habíamos podido concretar hasta ahora, así que estoy muy emocionado”, explica a Culto el bajista Mat Osman (57) de Suede, los estandartes del britpop que retornan al país por partida doble el 13 de marzo en el Movistar Arena y el día 15 en el Festival REC en Concepción.

Hermano del escritor Richard Osman, Mat ha escrito dos novelas por cuenta propia: The Ruins (2020) y la elogiada The Ghost Theatre (2023).

No es el único integrante de la banda que ha mezclado música y literatura, pues el vocalista Brett Anderson hizo lo suyo con sus memorias Coal black mornings (2018) y Afternoons with the blinds drawn (2019). “Una de las cosas que pasan cuando estás en una banda es que hay tiempo de esparcimiento, muchos buses, aviones y habitaciones de hotel. Siempre digo que tienes dos opciones frente a eso: o te vuelves escritor o te vuelves alcohólico”, ríe. “Así que, para bienestar de nuestros hígados, optamos por la primera”.

Suede by Dean Chalkley
Suede by Dean Chalkley

Música de cabecera

“Una de las cosas que creo que tiene en común escribir novelas y hacer música es que tienes ideas con las cuales no sabes qué hacer. Sé que esto es cierto para Brett también, levantarse en la mañana y tener una imagen, una noción, una idea y sabes que es una semilla de algo. Una pequeña pregunta que se convierte en una canción, o algo complicado que podría ser un libro. Cosas que te obsesionan y que se quedan dando vuelta”. narra el músico.

Para Suede, las preguntas existenciales y ansiedades no son algo nuevo. Desde su primer álbum, en cortes como So young, Pantomime horse o Sleeping pills dejaron en claro de qué iban sus intereses.

“Al hablar de amor, pérdida, dolor, hablas de cosas con las que todos pueden conectar. No necesitas incluso haber pasado por la misma situación que dio origen a la canción para impactarte. Hay una canción -en Autofiction (2022)- que se llama She still leads me on, la cual Brett escribió pensando en su madre. Mucha gente nos ha dicho que es importante para ellos, y para la gente esa canción es una canción sobre su pareja, sus hijos, un amigo, o alguien que perdieron. No hay diferencia. Es una canción sobre perder a alguien y anhelar su presencia. Es una experiencia por la que todos pasamos”.

El homónimo disco debut de Suede, editado el 29 de marzo de 1993 y precedido por los singles The drowners, Animal nitrate y Metal mickey, vendió en Reino Unido 100.000 copias en su primera semana de lanzamiento.

“Era un tiempo muy raro en la música británica, todo era muy limpiecito, por decir algo. Brett escribía sobre la vida de las clases obreras en la gran ciudad, hablábamos de cosas reales”, reflexiona Mat. “¡Y sorpresa! ¡Somos millones! Brett hablaba de emociones y situaciones por la que muchos pasan. Y cuando uno es joven, especialmente cerca de los 20 años, es importante saber que tienes una banda con la cual identificarte. No importa si lo que hacen ya se hizo o si se no volverá a hacer. Simplemente están ahí al mismo tiempo que tú estás y viven en paralelo contigo. Tuvimos la suerte de hacer cosas que conectaban con la gente y ellos nos acompañaron en el viaje”.

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La portada de su legendario debut, una fotografía de la artista Tee Corinne editada de tal forma que cargaba consigo misterio y androginia, era un llamado a que el oyente proyectase en los espacios en blanco sus propias historias. “La gente vive con las canciones, y con lo que significan para ellos. Se me acerca siempre gente diciendo que se casaron con The wild ones, o que pusieron Still life en el funeral de su padre. Me encanta eso, y a medida que uno envejece se trata cada vez más de hacer música para ser parte de las vidas de los otros, que sea parte de lo que sienten y de lo que hacen”.

Por ese motivo, las placas de Suede hasta la fecha siguen construyéndose férreamente con la estructura de una pieza completa de música, algo que en la era del streaming es una marcha en contra de las playlists. “Brett es obsesivo con eso. Cada vez que tenemos listo un disco llega y me manda 20 diferentes opciones de track listing, dándole la vuelta a cada uno. Me gusta que los discos sean un pequeño mundo, en el cual puedas perderte. En los shows en vivo ocurre lo mismo con los setlists, Brett es seriamente un obsesivo”, ríe.

“Siempre cambia la lista de gira a gira y nos gusta ir variando las canciones. Nos gusta llevar a la gente al borde de estar exhaustos, partir con cinco o seis canciones al hilo que los dejen así y luego bajamos la intensidad. Me encanta que funcionemos tan bien en los extremos, ser capaces de poder pasar del ruido a la calma. Pero siempre se trata de la audiencia, de reaccionar a ellos. Esto no es el teatro, no es el cine, es una conexión, y no hay cómo hacer un buen show con un mal público, pero puedes hacer un mal show con un buen público. No importa qué tan bien toques o qué genial sea la presentación, si él público acaba con eso, no pasa nada. Un buen show es intercambio de energía, intercambio de emoción”.

Mundo de asfalto

La discografía de Suede no comienza y acaba con sus discos de estudio. Criados con bandas como The Smiths y The Cure, cuyos lados b de los singles siempre fueron santuario para algunos de sus mejores cortes, los de Londres hicieron suya la misma ética, plasmando joyas como Where the pigs don’t fly o Modern boys en la cara b de sus lanzamientos e incluso recopilándolos en tomos como Sci Fi Lullabies (1997) y la recientemente editada para Record Store Day Sci Fi Lullabies Vol. 2 (2025).

“Crecimos con eso, uno iba a comprar un single e inmediatamente querías saberlo todo sobre la banda, cómo era su mundo, cómo se vestían, qué pensaban sobre las cosas, y un lado b era una buena forma de doblar tu conocimiento sobre ellos. Gente como The Smiths, The Jam…siempre hacían cosas muy interesantes y decidimos replicar eso. Las bandas que me gustaban no las podías escuchar en la radio y me compraba muchas cosas porque leí sobre ellas en Melody Maker o el NME. ¡Esto suena interesante!, me decía, y después que lo compraba me cargaba y decía ‘¡me gasté el dinero de una semana en esto!’ (risas). Pero había gente que hacía singles que estaban bien hechos, eran bonitos y los lados b eran buenos, gente que sentías que eran importantes para ti”.

-En la época en que ustedes partieron, bandas como Pulp y Oasis eran de clase trabajadora al igual que ustedes.

Hoy en Gran Bretaña eso sería imposible. No sé cómo es en Chile. A nosotros nos dieron un adelanto por nuestro primer single, y vendíamos singles. Ese dinero era suficiente para no tener que trabajar y poder ensayar, eso era todo lo que necesitábamos. Pero hoy eso ya no es así. No tengo idea qué harías si eres una banda de gente de dieciocho años. Bueno, tendrías que buscar un trabajo a tiempo completo y te verías forzado a dejar la música como un hobby. Cuando Suede comenzó, a mí en la banda me decían el posh porque mi madre era profesora. Ahora, cuando vamos a eventos de música, yo soy el campesino. ¡Son todos personas con padres ricos! Sin embargo no estoy amargado. Veo a Charli XCX y su productor y toda esa gente que estudió en escuelas carísimas. No digo que la gente rica no debería hacer música, solo digo que no deberían ser los únicos. Nos estamos perdiendo a los genios, nos estamos perdiendo a los Lennon y las Madonna, y todo porque no pueden costear hacer música.

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Una problemática que el algoritmo de las plataformas de streaming hace más patente al invisibilizar contenido fuera de los márgenes, tendiendo y forzando a la homogeneización. “Toda la idea del internet era deshacernos de los intermediarios y ahora lo único que tenemos son intermediarios”, sentencia Mat. “Todo iba a ser fantástico y todo es una industria de intermediarios, básicamente parásitos”. Una situación muy diferente a la que recibió a Suede como banda emblema de Reino Unido en respuesta mediática al grunge con la histórica portada de la revista Select de abril de 1993 cuyo titular “Yanks go home!” dio el vamos al britpop.

“La idea de hacer discos me aterrorizaba. No estábamos pensando en eso cuando partimos, tal vez pensábamos con un mes de anticipación, nada más. Sólo nos preocupábamos de tener ropa lavada antes de salir de gira, eso. Hoy es diferente, la gente que nos ha precedido nos ha mostrado que es posible hacer discos sobre cosas adultas sin que suene aburrido. Pienso en los últimos discos de Leonard Cohen o Bowie, ambos mucho más viejos cuando los hicieron que nosotros ahora. Llevar la música rock hasta este punto, para responder grandes preguntas, es como enviar señales de vuelta desde el fin de la vida. Como dije antes, Brett lo ha hecho muy bien al tomar las obsesiones y terrores de ser adulto y hacerlos universales. Estoy contento de que no intente recapturar lo que éramos en Coming up (1996) o lo que sea”.

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