A comienzos de semana cayó en cama. Pensó que era un simple resfrío. Dijo que tomaría cerveza con limón. En fin, pensó que mejoraría. Pero el jueves pasado, Hernán Rivera Letelier (68) sintió una fatiga inusual, inapetencia, dolor de cabeza y decidió ir al médico. Le hicieron un scanner. "Era un dolor de cabeza que no me había pasado nunca", dice el escritor al teléfono, desde su casa en Antofagasta, quien hace 30 años comenzó su carrera literaria con Poemas y pomadas (1988). "Estoy débil, ¡quizá es la cercanía del premio...!", expresa riendo por primera vez.

El narrador, uno de los pocos bestseller nacionales, traducido a 20 idiomas, que en mayo pasado publicó su novela número 18, El hombre que miraba al cielo, y que en tres meses ha vendido 5 mil ejemplares, será postulado al Premio Nacional de Literatura. Su nombre se une a la lista de candidatos que entre los favoritos tiene a Diamela Eltit, Germán Marín y Roberto Merino.

La candidatura de Rivera Letelier tendrá el apoyo de las universidades Católica del Norte, de Antofagasta y Arturo Prat de Iquique, así como del grupo Penguin Random House, al que pertenece su sello, Alfaguara. "Diseñamos una estrategia de posicionamiento de la candidatura que se masificará", dice Sergio Alfaro, director de Vinculación de la U. Católica del Norte, que prepara un dossier con datos personales y bibliográficos del autor nacido en Talca en 1950, pero que en la adolescencia se trasladó junto a su familia al norte, para luego trabajar en salitreras como María Elena. Ese mundo árido, de aventuras y personajes diversos, fue recogido por la narrativa de Rivera Letelier.

"Mi primer libro fue una autopublicación", recuerda el autor sobre los 500 ejemplares que vendió en cafés y bares. "No he escrito más poemas, porque ahora mi poesía está en mi prosa" , comenta quien debutó en la narrativa con La reina Isabel cantaba rancheras, en 1994.

El próximo año se cumplen 25 desde que contara los sinsabores de una soberana prostituta, que iluminó las noches atacameñas, mientras de fondo circulaban una serie de personajes que sobrevivían en una oficina salitrera en decadencia.

"La reina Isabel... me cambió completamente. ¡Me partió la vida en un tajo en todos los frentes!", señala Rivera Letelier, quien escribe por estos días un prólogo para una edición especial del libro que estará disponible en noviembre.

¿Es la novela que le dio popularidad?

Claro, en el prólogo contaré en qué me inspiré para escribirla, qué me pasó, qué sentí cuando la escribía, qué ocurrió antes de comenzarla, y después de publicada. Hay mucho paño que cortar... Es una crónica personal que podría llamarla Crónica para una reina puta. Lo cierto es que no había ingresado al mundo de la no ficción. Se le ocurrió, la verdad, a mi editora, Paz Balmaceda.

Estábamos en un desayuno en mi hotel preferido, el Plaza San Francisco, y conversábamos sobre la edición que saldrá de los 25 años... entonces yo empiezo a contar algunas anécdotas que me pasaron mientras escribía la novela, y me dijo la Paz que por qué no escribía un prólogo para la edición especial, unas cinco o seis páginas. Me encantó la idea, pero después, cuando llegué a las 30 páginas, dije esto es de más largo aliento. Así que le dije a ella que me desbandé; estoy entusiasmadísimo, esta es una crónica personal de cómo un autor escribe un libro en todo ámbito. En el fondo es mi autobiografía.

¿Asistió en junio a los montajes inspirados en sus libros, la ópera El Cristo de Elqui y el musical Historia de amor con hombre bailando?

Sí, primera vez que entraba a una ópera y la encontré divina, quedé asombrado. Sobre la gente que se retiró en las primeras funciones porque la encontraron subida de tono, pasó lo mismo cuando se estrenó en el teatro La reina Isabel... Eso es un buen indicador porque significa que no dejas indiferente a nadie. Una obra de arte es mejor que la puteen o la alaben, pero que no pase indiferente. El musical estaba ambientado en mi época, era precioso, hermoso, y me transportó.

¿Qué opina del actual movimiento feminista?

Las mujeres están destinadas a salvar a la humanidad. Cuestiones como el cambio climático son un problema exclusivamente del hombre, y si hay alguien que puede salvarnos del apocalipsis son las mujeres. Los hombres hemos hecho puras cagadas.

¿Se considera machista?

Yo me crié en un mundo machista 100%, que es el mundo de la pampa. Pero como tengo un gran porcentaje de femenino dentro de mí he ido aprendiendo en el camino. He ido dejando de ser machista porque uno igualmente va aprendiendo.

¿Cree que merece el Nacional?

Me siento contento y orgulloso de que las universidades me postulen. Se está armando un bloque de apoyo bien grande con las universidades del norte, gente igualmente de Arica, de Atacama y esto es porque mi obra es del norte. Aunque, como dicen algunos en Santiago, no me merezco el premio porque no tengo títulos universitarios, pero tengo fe y creo que mi obra sí se merece el premio.

¿Pero quién dice eso?

Hay gente que habla despectivamente de mí y eso me da mucha pena. Son personas del ambiente literario. Insisto, espero no me descarten porque no tengo títulos...

¿Qué le parece la obra de los otros candidatos?

Los he leído a todos y creo que se merecen el premio. Me gusta la prosa de Marín, está muy bien labrada. Eltit también hace un cuestionamiento social y me da la impresión que al escribir no le importa si llega o no al público. También se postula Carlos Franz, él es muy inteligente para escribir y tiene varios títulos...

¿Le gusta la idea de publicar un libro al año?

Nunca he escrito por imposiciones editoriales, ni tema, ni fecha de entrega. Yo siempre he sido libre como los pájaros. Si he publicado un libro por año es porque tengo todo el tiempo del mundo para escribir. Entonces si termino un libro y empiezo otro es porque hay un tema. Lo importante es tener una historia. Los intelectuales se molestarán porque publico todos los años, pero yo me dedico a la escritura. Mientras el intelectual está haciendo clases en una universidad o está en los cócteles, yo estoy escribiendo.

¿Y qué opina de la crítica?

Depende de la crítica. Aquí, en Chile, no me valoran mucho, pero afuera es diferente. Yo creo que aquí hay un prejuicio personal conmigo, pero lo que busco es llegar a los lectores. El programa Bibliometro tiene más de 20 años y entre los libros más leídos están los míos. Eso me pone contentísimo porque yo escribo para esa gente, que es el pueblo. Además, mis libros están entre los más leídos en las bibliotecas públicas, eso es extraordinario, eso es lo que el escritor busca. Yo no escribo para los escritores ni para los críticos, yo escribo para la gente común y corriente como, por ejemplo, las mamás de los críticos.