Acumularon dos décadas de oficio en algunas de las películas argentinas más exitosas de los últimos años y recién el año pasado estrenaron su primer largometraje. Asistentes de dirección y supervisoras de guión de realizadores como Juan José Campanella (en El hijo de la novia), Pablo Trapero (en Leonera) o Alberto Lecchi (en Nueces para el amor), Valeria Pivato (44) y Cecilia Atán (39) encontraron finalmente en una pequeña historia de viaje un camino compartido en el cine. Se trata de La novia del desierto (2017), película que el año pasado estuvo en la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes y que mañana se estrena en Chile.

"De alguna manera, volver acá a acompañar el estreno de la película es como cerrar el círculo, Si no nos hubiéramos ganado el Fondo Audiovisual chileno seguramente no habríamos hecho este largometraje", comenta Atán acerca de la coproducción argentino-chilena. Ella y Valeria Pivato están en el país para el debut de la cinta que ya se ha mostrado en cines de Francia, Alemania, Austria y Brasil, entre otros países. La obra fue financiada por fondos de ambos países, y acá tuvo como productor a Ceibita Films.

Filmada entre Buenos Aires y San Juan (urbe del interior ubicada a la altura de Illapel, en Chile), La novia del desierto es protagonizada por Paulina García, en su segunda incursión internacional en el cine fuera del país tras Gloria (2013). Antes participó en Little men (2016), cinta del estadounidense Ira Sachs donde interpretaba a una corajuda costurera de origen chileno.

En La novia del desierto, García tiene menos diálogos que en Little men, pero su presencia es aún más determinante. Como en Gloria, está en casi todos los cuadros del metraje y sus acciones sólo tienen un contrapunto en el personaje de El Gringo (Claudio Rissi).

Posproducida en los laboratorios chilenos de Filmosonido (donde hace un año Atán y Pivato realizaban los últimos retoques de la cinta antes de enviarla a Cannes), La hija del desierto narra la travesía de Teresa (Paulina García), una empleada chilena puertas adentro que debe abandonar la casa donde sirvió durante 30 años. Los dueños de la vieja mansión han fallecido y en un acto de deferencia, sus hijos le consiguen otro trabajo, pero en la provincia, en San Juan.

En el trayecto Teresa sufre la pérdida de sus pertenencias, pero ahí se encontrará con El Gringo, un buscavidas de espíritu rabiosamente optimista. Es lo opuesto a ella, siempre introvertida y poco expresiva, sin más lugar en el corazón que una entrega absoluta a los hijos de sus ex patrones. "Ellos son extremos, parece que no tuvieran nada en común, pero tienen un punto de encuentro", comenta Valeria Pivato. Y Cecilia Atán agrega: "Al principio vemos que Teresa es una mujer clausurada en términos emocionales, pero que entra en un peregrinaje que le permitirá enfrentar el futuro. Esa es la película. Su viaje por el desierto".

Una chilena en San Juan

A la hora de elaborar la historia de La novia del desierto, Cecilia Atán y Valeria Pivato siempre tuvieron claro que la narración iba a tomar el sendero de la sugerencia y los gestos pequeños. De alguna manera la personalidad de Teresa permea el clima anímico de toda la trama, sin declamaciones ni tremendismos. En ese contexto, el personaje de El Gringo es una ruptura y un desvío en el camino.

"Es el único capaz de mover la rigidez de Teresa, la va desarmando de una manera muy dulce", comenta Atán. "En realidad ella aún se siente chilena", acota Pivato, y explica: "Vivió 30 años en Buenos Aires, pero fue una empleada puertas adentro que no conocía nada. Y sucede que la primera vez que le toca salir, lo hace en grande, en el desierto, donde además se encuentra con este hombre que es un tipo carismático".

En la construcción de personajes, a las realizadoras les ayudaron los métodos de Paulina García. De cierta manera se creó, según ellas, una saludable complicidad. Valeria Pivato cuenta que "Paulina solía decir que Teresa era un caracol que se movía con un caparazón a todas partes. Eso nos inspiró mucho. De a poco se debe ir despojando de su carga emocional". Cecilia Atán puntualiza: "Además tiene una gran inteligencia corporal. Le bastan apenas tres gestos, soltarse algo el pelo y cambia totalmente el estado de ánimo del personaje", añade.

Con 40 mil espectadores en Francia y 10 mil en Argentina, La novia del desierto encontró una segunda vida de exhibición entre el público trasandino cuando pasó a la plataforma online Cine.Ar, que permite que los estrenos fílmicos de ese país puedan continuar a través del sistema doméstico on demand. "Siempre es difícil para las películas argentinas, sobre todo porque cuesta comunicar la existencia del cine al público local. Aún así estuvimos varias semanas en las salas y luego optamos por Cine.Ar, que además permite que las películas se puedan ver desde el extranjero", dice Cecilia Atán.