A través de los años, la representación de las mujeres en la literatura ha ido en declive. Incluso con el desarrollo de la primera ola del feminismo en el siglo XIX y los progresos sociales propios de la historia, que podrían indicar lo contrario. Así lo señala un estudio realizado por académicos de las universidades de Illinois y de California en Berkeley, en el que a través de un algoritmo analizaron 104.000 libros que datan de los años 1780 a 2007, muestra extraída de la Biblioteca Digital HathiTrust. El informe detalla no sólo la proporción de escritoras y personajes femeninos dentro de las novelas, sino que también la caracterización que se hace de ellas.
En el estudio titulado La transformación del género en la ficción en inglés, publicado en la revista Cultural Analytics, los autores explican que "hay una disminución reveladora y poco debatida en la proporción de ficción realmente escrita por mujeres, que disminuye a la mitad (de aproximadamente el 50% de títulos a cerca del 25%) a medida que pasamos de 1850 a 1950".
Del mismo modo, la cantidad de personajes femeninos también va en baja. Según el estudio, en los libros escritos por hombres, la presencia de mujeres sólo ocupa alrededor de un tercio del espacio. En cambio, en libros de escritoras hay mayor cantidad de personajes mujeres.
El análisis abarcó algunos de los libros más populares de los últimos siglos, desde Orgullo y prejuicio de Jane Austen, las novelas de Raymond Chandler a Duna de Frank Herbert. Y arrojó que las mujeres están mucho mejor representadas en las novelas victorianas que en las modernas.
En la medida que las escritoras mujeres pierden presencia, parecen disminuir también las figuras femeninas en la literatura. De todos modos, "la sub-representación de las mujeres ficticias dentro de los libros no puede explicarse completamente por la sub-representación de las escritoras en las estanterías de las bibliotecas", apuntan los autores del estudio. Aún bajo un contexto de progreso social con el paso de los años, las cifras del estudio muestran que entre 1800 y 2000 "las mujeres pasan de representar a casi la mitad de los autores de ficción a apenas una cuarta parte".
Una de las razones que los académicos atribuyen a esta baja, es que a mediados del siglo XIX la escritura no era considerada una carrera de gran estatus; sin embargo, "a medida que lo fue siendo cada vez más, se volvió más deseable para los escritores masculinos", explican.
Lenguaje de género
Las diferencias también se encontraron en la caracterización de las mujeres en la literatura examinada, y las palabras que se asociaban a cada género.
Según el informe, en los libros de principios del siglo XIX las mujeres eran asociadas a espacios como apartamentos o habitaciones privadas. Mientras que los hombres, eran situados en países o tenían casas, lugar que hacia fines del siglo XX también comenzó a asociarse a la mujer. Así, la investigación da cuenta de ciertos ámbitos en que los límites del género comienzan a desaparecer, especialmente al hablar de espacios domésticos.
En cambio, aquellas formas relacionadas al vestuario y el cuerpo dan cuenta de la diferencia de género: las descripciones físicas (pelo, ojos, labios) están mucho más asociadas a personajes femeninos. Hacia fines del siglo XX, sin embargo, estos rasgos son menos marcados.
El lenguaje utilizado en las novelas también señala una diferencia entre lo masculino y femenino. "El lenguaje del pensamiento y el sentimiento, en general, fue género femenino en el siglo XIX", señalan los autores. Es por eso, que palabras como "lágrimas", "corazón" o "suspiros" eran mayoritariamente vinculadas a la mujer. En tanto, los hombres suelen ser vinculados a verbos de acción, como "obtener". Excepto el término "pasión", habitualmente asociado a los hombres como un sinónimo de "lujuria" durante el siglo XIX.
Si bien los autores consideraron roles binarios para realizar el estudio, concluyen que estas categorías "se volvieron menos centrales para la caracterización".
Además, afirman que a pesar de los avances en el siglo XX y la desaparición de los límites del género, esto "no parece haber sido asociado con un mayor énfasis en las mujeres como personajes. Por el contrario, su prominencia disminuye durante el mismo período".
"El canon literario sigue superpoblado de hombres"
La escritora chilena y cofundadora de la editorial Los Libros de la Mujer Rota, Claudia Apablaza (1978), cree que el estudio publicado en EEUU "no mira el contexto local ni latinoamericano actual, en el que las mujeres están cada vez más fuertes y publicando más. De Chile pienso en Arelis Uribe o Camila Gutiérrez, y ya en el extranjero están Liliana Colanzi y Valeria Luiselli. Distinto es el caso de la argentina Samanta Schweblin, que es la autora latinoamericana que mejor le va y la más traducida, aunque el suyo es un fenómeno aislado", dice la autora de Diarios de quedar embarazada (2017). "Hoy las mujeres escribimos desde otro lugar distinto a la ficción, y ya no desde los sentimientos, sino desde los propios procesos y vivencias, aunque a ratos se confunda con lo primero", opina, y advierte: "Aunque, si miramos hacia atrás, que es el ejercicio que hace este estudio, sí es cierto que el canon literario sigue superpoblado de hombres. Incluso la cobertura mediática se inclina más hacia ellos, a pesar del buen momento y el eco que hoy están teniendo las autoras".