Llevaba 20 años recorriendo un camino espiritual. A su manera: la de un rockstar que brilla entre los aplausos. Hijo una familia judía canadiense, el cantautor de voz grave y a la vez cálida, que recorría el mundo entonando Hallelujah, se retiraba. Era 1994 y Leonard Cohen, de 60 años, ingresaba al monasterio zen Mount Baldy cerca de Los Angeles, donde estuvo más de cinco años.

"Bajé de la montaña/ después de muchos años de estudio/ y rigurosa práctica./ Dejé mi hábito colgado en una percha/ en la vieja cabaña...", apuntó Leonard Cohen al inicio del poema Dejando Mount Baldy cuando ya había sido ordenado maestro zen y rebautizado como Jikan ("El silencioso"). "¿Para qué iba yo a querer iluminarme?/ ¿Me he perdido algo?/ ¿Me he olvidado del mosquito de ayer/ o del hambriento fantasma de mañana?", se pregunta Cohen en El colapso del zen, otro poema que es parte del Libro del anhelo. El poemario llega junto a nuevas ediciones de las únicas dos novelas del artista, a poco más de un año de su muerte ocurrida el 7 de noviembre de 2016, a los 82 años.

Los otros libros son El juego favorito (1963) y Hermosos perdedores (1966). Los títulos impresos por el sello Lumen comienzan con prólogos del escritor español Ray Loriga.

"El poeta monje se divide en dos a cada rato, entre el silencio y la carcajada, el deseo y la renuncia, las más altas miras y las más hermosas bajas pasiones. Y lo hace con un constante martilleo de seriedad y burla", escribe Loriga en el texto inicial del Libro del anhelo, que incluye dibujos del propio Cohen. Son una serie de autorretratos que acompañan versos dedicados a mujeres y el recuerdo de Montreal, su ciudad natal.

El escritor nacido en 1934, figura capital de la música contemporánea, que en 2011 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, dijo a partir de la sorpresiva decisión de la Academia Sueca en 2016: "El Nobel a Bob Dylan es como ponerle una medalla al Everest". En ese momento muchos reclamaron que Cohen merecía más el Nobel de Literatura.

Mitología de una voz

A fines de los 50 recibió una beca del Consejo de las Artes de Canadá. Para entonces ya había finalizado sus estudios de literatura en la Universidad McGill. Entre sus lecturas favoritas estaban Federico García Lorca, Marcel Proust, T.S. Eliot, James Joyce y Ezra Pound. La beca consistió en unos 2 mil dólares y con ese dinero Leonard Cohen se instaló en Londres. En esa época comenzó a escribir su primera novela, El juego favorito. La historia es protagonizada por Lawrence Breavman, un joven judío que vive en Montreal y sueña con escapar a Nueva York.

Considerada una suerte de "El guardián entre el centeno canadiense", en referencia a la novela de J.D. Salinger, la obra de Cohen era un trabajo de tintes autobiográficos, que fue rechazada por editoriales de Canadá. Así apareció primero en Inglaterra en 1963, y al año siguiente en EEUU.

Tres años después, Cohen, por entonces autor también dos poemarios -Comparemos mitologías (1956) y La caja de especias de la Tierra (1961)- presentará su segundo proyecto narrativo. En Hermosos perdedores sus protagonistas viven un triángulo amoroso, y están obsesionados por una santa mohawk llamada Kateri Tekakwitha.

Escrita cuando Cohen habitaba Hydra, la historia refleja parte de sus experiencias en aquella isla griega en los 60, donde arrendaba un refugio por US$ 14 al mes con pocas horas de luz eléctrica. Fueron días de misticismo, sexo y drogas. "Hice un viaje tras otro, sentado en mi terraza en Grecia, esperando ver a Dios", dijo. "En general, terminé con una mala resaca", agregó sobre esos años el poeta, cuya novela se teje con humor. En sus páginas se puede hallar la presencia de Kant y a veces el fantasma de Marilyn Monroe.