Monserrat no se quiere peinar. Toda la mañana la niña de tres años juega a esconder un cepillo. Su pelo castaño le llega desordenado hasta la cintura. Una mujer, a la que la niña llama "Nana vieja", le pide que la deje hacerle un moño, pero Monserrat niega con la cabeza. Al mediodía la niña aparece en el living de la casa en Puerto Montt con el cepillo que nadie podía encontrar. Se acerca a José Luis Paredes (27) y le dice: "Péiname, papito". El comienza a desenredarle el cabello y se lo amarra con una traba blanca. Cuando termina, la pequeña le pasa una muñeca de tela a la que le aprieta la mano izquierda. Del juguete sale una canción: "Chiquitita, dime por qué". Ella alza las manos. El la toma en brazos.

Cuando conversan él la llama "hijita", y ella "papito". No comparten apellidos ni genes. Tampoco se parecen. Pero se conocen: él sabe cuáles son sus películas favoritas, el sabor de su yogurt predilecto, que prefiere el Milo al Cola Cao y qué canción hay que cantarle para que se duerma. Y la pequeña cuando ve una gorra de carabinero dice "Papito". Para imitarlo, ella se lleva la mano a la frente, se cuadra y comienza a marchar.

La primera vez que se vieron fue hace dos años y medio. En febrero de 2011. Monserrat tenía 10 meses y había pasado los últimos dos entre hogares de menores, familias temporales y hospitales. José Luis trabajaba instalando señalética en la Ruta 5 Sur de la X Región y su pareja, Joselyn Bahamondes, le había anunciado que serían "guardadores". Es decir, de esas familias que cuidan a menores en el proceso previo a la adopción o que han sido alejados de sus padres biológicos temporalmente a la espera de que éstos puedan superar adicciones u otros problemas y volver a hacerse cargo de sus hijos.

El primer año

Joselyn Bahamonde acaba de cumplir 25 años. Está hace dos meses hospitalizada en Puerto Montt con siete meses de embarazo. Las contracciones no la dejan estar en pie. En 2010, ella trabajaba en un jardín infantil de la Fundación Integra en Ancud, como asistente de párvulo. Allí escuchó hablar por primera vez de Monserrat. Una colega le contó de una guagua que vivía en hogares de menores y hospitales. A Bahamonde se le apretó el corazón. Habló con su mamá, Alicia Nenen, con quien vive, y con su pareja.

José Luis Paredes estaba sentado en un sillón cuando Joselyn se lo planteó. "Me imaginé una guagüita sufriendo mientras yo estaba en una casita calentito, viviendo una vida tan light", cuenta. Recuerda que un par de semanas después Monserrat llegó a la casa con una cuna, una mochila con ropa húmeda y una mamadera. La gran sorpresa estuvo a la hora de mudarla: la piel de sus nalgas estaba herida. Los Paredes-Bahamonde fueron por ropa nueva, crema para las coceduras y pañales. La piel tardó siete meses en sanar.

Monserrat nació en el hospital de Ancud. Su padre era minusválido y alcohólico; la madre y su abuela, alcohólicas. La alimentación de Monserrat era a base de pan y bebidas gaseosas y su vida transcurría sentada en una silla de guagua, con el pañal mojado. Un día una neumonía la llevó al hospital. La enfermera mandó a una asistente social del Servicio Nacional de Menores (Sename) a su casa. La institución declaró que no había familiares aptos para su cuidado. Allí comenzaron los dos meses de peregrinaje de Monserrat hasta llegar a la casa de Jocelyn, José Luis y Alicia. El juez de familia determinó que Monserrat estaría bajo la tuición de ellos por seis meses. Tiempo que se les daba a los padres biológicos para rehabilitarse.

En Alto Pudeto, donde queda la casa de los Paredes en Chiloé, Monserrat pasó el primer día en silencio. "Ella miraba todo como tratando de reconocer", recuerda José Luis. Hasta que él y Joselyn lograron sacarle una carcajada jugando a esconder sus rostros.

Con los meses, él le dijo a la niña que era su tío para no confundirla y le enseñó que lo llamara por su sobrenombre. Ella le decía Pollo.

"En el Sename nunca nos dijeron que no teníamos opción para adoptarla, ni nos vino a ver un sicólogo, ni nos hablaron del apego, como para que no se encariñe", dice José Luis. En la institución, aseguran que sí los visitó una asistente social.

El caso es que cuando Monserrat comenzó a entender el significado de las palabras, dice José Luis, a él le comenzó a decir papá y a Joselyn, mamá.

El 27 de abril de 2011, Monserrat cumplió un año. Arrendaron un salón en el centro de diversiones Happy Day y celebraron con globos, torta y compañeros del jardín infantil de Ancud al que la niña iba con Joselyn.

A los cuatro meses, el juez de familia debía resolver el futuro de Monserrat. Los padres biológicos no se rehabilitaban, así es que el magistrado extendió por otro semestre la estadía con sus guardadores. En 30 meses, los padres biológicos no fueron declarados aptos. Por eso, el 1 de junio de 2013, el juzgado de familia de Puerto Montt declaró a Monserrat susceptible de adopción. Si bien eso les podía dar esperanza a Joselyn y a José Luis, también era el momento para que otros postulantes se quedaran con la niña.

Según Paredes, dos años antes él había solicitado la adopción en el Sename. Ese deseo lo había motivado a entrar a Carabineros, para darle un mejor futuro a la niña. Viajó a Puerto Montt y al Sename en Santiago. Pero como la niña no era "susceptible de adopción", su nombre quedó anotado en una agenda.

Este año ya ha elevado dos solicitudes (una en la X Región, otra en la unidad nacional del Sename en Santiago). Rolando Melo, director nacional de Sename, dice que pese a que hoy no está descartado nada, en este caso hay tres restricciones que le juegan en contra a la pareja. La Ley de adopción 19.620 establece que los solicitantes tengan mínimo 25 años, estén legalmente casados y tengan dos años de matrimonio. Joselyn acaba de cumplir esa edad y no está casada con José Luis.

Hoy se tramita en el Senado la "Ley Matilde" que establece que la primera prioridad como padres adoptivos la tienen los guardadores que han pasado más de seis meses con el menor.

La huida

"¡Que no encuentren a la niña!". José Luis Paredes dice que esa fue la recomendación de su abogada Alejandra Mercado el 14 de junio pasado. El y la pequeña "Monchi", como también la llama, venían de regreso de Ancud a Puerto Montt en bus cuando su suegra lo llamó: "Vienen del Sename con una orden judicial, dicen que se llevan a la Monse". José Luis había estado hacía poco en el tribunal preguntando por el caso y asegura que le dijeron que de quitársela se realizaría un proceso de desapego pausado. "Si yo la entregaba, tendría que iniciar un proceso de recuperación que es otra figura jurídica, donde podemos perderla para siempre". La estrategia de la defensa de Paredes fue interponer una medida de protección a favor de la niña y así solicitar una pericia sicológica para conocer su estado de apego. Luego, pedir la tutela legal y dos años más tarde -tras casarse- la adopción.

José Luis se bajó en Puerto Montt, pasó a comprar pañales y leche, y antes de tomar un bus a Santiago, dijo que su nombre era Robinson Andrés, y su hija Marcela. En Puerto Montt ya se había interpuesto una denuncia para localizar a la menor. Paredes podía ser detenido por secuestro y desacato. Su trabajo en Carabineros peligraba también.

Durmió a sobresaltos todo el camino, coordinó todo por mensaje de texto y se bajó en Rancagua. Allí lo esperaba un amigo con un café, una mamadera, un chip con un nuevo número de celular y un auto. Manejaron hasta una casa en el sector sur de Santiago, donde pasaron 11 días. Cuando José Luis llevaba a Monserrat a la plaza, en el barrio sabían quiénes eran, pues el carabinero ya había salido en la prensa. Nadie llamó a la policía.

El 25 de junio José Luis escuchó por radio que el abogado y diputado Cristián Letelier había interpuesto un recurso de protección a favor de la niña, cuyo efecto explica así el director nacional del Sename: "La Corte de Apelaciones resolvió a favor de esta petición, pero en un fallo dividido. Por lo tanto, un perito independiente realizará esta revisión que busca determinar cómo está la niña, cómo la puede afectar que sea separada de su guardadora y qué es lo mejor para ella. Para nosotros es el interés superior de la niña, lo que debe guiar las decisiones futuras". Sin embargo, la directora regional del Sename Puerto Montt, Claudia Velásquez, dijo esta semana a la prensa: "No es un examen para ver si la niña se queda o no con los guardadores y eso que se entienda (…), la menor será igualmente entregada al Sename. Primero se la instalará en otro hogar momentáneamente, para que tenga un proceso de enlace con sus nuevos padres adoptivos, antes de concluir con la entrega total".

El martes 2 de julio el perito realizó la primera parte de su labor con una serie de preguntas a Monserrat. El Semanal llegó a la casa al día siguiente.

-Monse, ¿cómo se llama él? -preguntamos, apuntando a José Luis.

-Mi papá -responde ella.

-¿Y ella?- señalando a Alicia.

- Mi Nana Vieja -dice la niña.

- ¿Y tú mamá donde está?

-En el hospital, la guagua.

José Luis la mira a un par de metros. Le acaban de decir al teléfono que es probable que lo expulsen de Carabineros. Pero dice que no le importa: "Yo quiero mucho mi trabajo, pero a mi hija la amo". Desde que le dijeron que a Monserrat se la llevarían, dice que ha bajado ocho kilos y ha llorado como nunca.

-José Luis, ¿qué te da miedo ahora?

-Qué me quiten a mi hija… Pero es más que eso. Me da miedo que ella vuelva a ser sola. Está tan ilusionada, va al hospital y se acuesta en la cama con la Joselyn. Le habla a la guata.