Andrés Pascal Allende, uno de los fundadores y ex secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, no oculta su rabia por el trágico desenlace de Muammar Gaddafi. Entre 1977 y mediados de los 80, el sociólogo y revolucionario chileno estuvo cinco veces en Libia, reunido con el coronel Gaddafi, en momentos en que el MIR preparaba la llamada Operación Retorno.

Se trataba del frustrado regreso clandestino de combatientes para relanzar la resistencia a la dictadura militar. El asesinado líder libio le entregó dinero y armas al MIR y respaldó decididamente la lucha gerrillera en Latinoamérica.

Por muchos años se negó a hablar sobre la relación del MIR con Gaddafi, ¿por qué lo hace ahora?

Me parecía que no era atingente. Libia había dado un viraje político y la relación había terminado. Pero cuando vi la forma en que mataron a Gaddafi, sin respetar ningún derecho humano ni justicia, los mismos valores con que se llenan la boca quienes propiciaron esta guerra, llevaron adelante los bombardeos y financiaron a mercenarios, me indigné. Debo reconocer que tengo aprecio por la figura de Gaddafi, más allá de las diferencias políticas que teníamos, sus excentricidades, debe reconocérsele el papel histórico que jugó.

¿Es efectivo que llegó a Gaddafi gracias a la ayuda del ex Presidente socialista francés François Mitterrand?

No. Mitterrand ayudó mucho al MIR, teníamos un pacto con él, bajo el compromiso de no realizar acciones en Europa, el Presidente Mitterrand dispuso que los franceses nos enseñaran sistemas de comunicación encriptados y nos permitió pasar clandestinamente por Francia. No, a Gaddafi lo conocí gracias a la ayuda de Cuba. En La Habana había una embajada de Libia, con ellos hice los contactos. Había leído el Libro Verde de Gaddafi y me llamaban la atención sus ideas de una revolución sustentada con un sentido tribal, comunitario. Además, sabía que él estaba interesado en ayudar las luchas de movimientos insurgentes en otros continentes. El MIR en esos momentos estaba muy golpeado, necesitábamos remontar la lucha contra la dictadura, para eso necesitaba la ayuda de Gaddafi y no me equivoqué.

¿Qué recuerda de la primera vez que fue a Libia?

Fue el 1 de septiembre de 1977, para la celebración del día de la revolución libia. Entre las muchas actividades, hubo una representación del avance de la caballería en una batalla. Todos íban vestidos a la usanza tradicional y mientras cabalgaban disparaban al aire sus fusiles y gritaban. El ministro de Relaciones Exteriores de Libia me mandó a preguntar si quería montar a caballo en la celebración. Acepté y partí a todo galope. Gaddafi se fijó en mí y preguntó quién era, le dijeron que era un dirigente revolucionario chileno, que era sobrino del Presidente Allende. Todo eso me dio puntos para poder entablar después una relación más directa con él.

¿Qué le llamó la atención de él?

Me pareció un hombre solitario. A pesar de su liderazgo era un hombre muy solo, tímido también. Marcelo Calfuquir, el compañero del MIR que dejamos en Libia como "embajador informal" por siete años, dice que Gaddafi era un hombre desconfiado. Tal vez por eso se apoyó tanto al final en su familia, algo que fue mal aprovechado por sus hijos para agarrar poder. Gaddafi tuvo simpatía hacia el MIR, nos brindó apoyo entre el año 1977 hasta los 80. El simpatizó con las luchas de liberación nacional que se dieron en Africa, Medio Oriente y también en América Latina.

¿Cómo fue su segundo encuentro con Gaddafi?

Recuerdo el cariño con que me recibió. Aunque nunca abandonó su postura de jerarca, fue muy afectuoso conmigo. Habíamos organizado un encuentro de la izquierda chilena en Bengasi, al que asistió la Tencha Allende, José Miguel Insulza, Luis Maira, Benjamín Teplizki, en fin, todos los dirigentes de Chile Democrático. El objetivo, obviamente, era recaudar fondos. Al término del encuentro nos llevaron a un grupo a Trípoli, para una reunión con Gaddafi en el palacio de gobierno. Estábamos en un salón muy grande. Gaddafi nos hablaba en árabe, con un traductor al español. Fue una reunión formal, en la que se le pidió apoyo para la lucha en Chile y él nos dijo que sí. Cuando nos íbamos, Gaddafi me mandó a llamar. Me hicieron pasar a un salón pequeño donde estaba él, le hablé directo en inglés. Le conté en qué estaba el MIR, lo que pensábamos hacer, le dije que necesitábamos dinero y armas. El me dijo: me comprometo a ayudarlos.

Volvería a verlo poco tiempo después.

Sí, a fines de los 70 volví a Libia, invitado por Gaddafi. Iba acompañado de dirigentes de organizaciones insurgentes latinoamericanas. Había compañeros del M19 colombiano, del PRT argentino, bolivianos, fuimos siete u ocho a hablar con Gaddafi, de las luchas que cada uno de nosotros estaba llevando adelante. Llegamos a Trípoli y como Gaddafi no estaba en la ciudad, nos llevaron en avión a una base aérea en pleno desierto. Ahí estaba Gaddafi viviendo en una carpa. Se habla mucho de los lujosos palacios de Gaddafi, pero nunca vi uno de esos palacios y eso que una vez me llevó a su propia casa. El único lujo medio excéntrico que le conocí era el vestir. Le gustaba ser exuberante, usar capas beduinas negras con ribetes dorados. Ese día estuvimos hasta muy tarde conversando. Nos quedamos a dormir al lado de la carpa de él.

¿Cómo fue el trato que les dio?

Al día siguiente, los guardias nos despertaron muy temprano. "El líder los está esperando", nos dijeron. Salímos y había tres Mercedes Benz negros estacionados; en el primero de ellos estaba Gaddafi. Nosotros subimos en los otros vehículos y partimos por una carretera por el desierto. La comitiva la completaban varios jeep de escoltas. De pronto, Gaddafi detuvo su auto, se bajó, caminó por las dunas, tiró su alfombra al suelo y se puso a orar. Nosotros nos quedamos esperando callados, con respeto. Cuando terminó de rezar, bajó y llamó a los jeep que venían de escolta. Nos pidió que subiéramos a esos autos. Gaddafi tomó el volante de uno de los jeep y me dice Pascal, ven conmigo en el jeep. Seguímos unos 15 minutos por la carretera y después, por pleno desierto, avanzando por las dunas. Fue muy extraño, lo que él quería era que conociéramos el desierto, cómo era el lugar de dónde él era. Era un apasionado de su tierra, paraba cuando veía una planta y me decía: "Ves que en el desierto también crece la vida. Esta planta sirve para la ovejas", esta otra para tal cosa y así me iba mostrando lo que había en el desierto. De pronto para y se baja, de inmediato los jeep escoltas con metralletas antiaéreas lo rodean. El se sienta en la arena y nos invita a acompañarlo. Traen una bandeja con comida y comenzamos a conversar en inglés. Gaddafi me había pedido que me sentara junto a él, cortó un trozo de carne de cordero con sus manos y me lo da en la boca. "Come", me dijo. Ese es el mayor gesto de aprecio que puede expresarte un árabe, más aún un líder. Gaddafi dijo que faltaba música. Pensé que llevarían un tremendo equipo, nada, le llevaron una pequeña radio a pilas, vieja, incluso Gaddafi tenía que golpearla para que sonara mejor. Cuando estaba en sus actos oficiales se comportaba como un faraón, pero cuando estaba en una reunión más íntima, resultaba un tipo tremendamente accesible y simple. Nos quedamos todo el día con él en el desierto.

¿Es efectivo que Gaddafi se sintió defraudado de los movimientos de izquierda chilena que iban a buscar dinero, pero no estaban comprometidos directamente con la lucha armada?

Sí. El no se sentía identificado con ellos, aunque igual iban a pedirle dinero. Gaddafi se sentía mucho más identificado con lo que estaba haciendo el MIR. Nosostros no sólo hablamos de dinero y de armas, tuvimos largas conversaciones políticas, le contaba qué estábamos haciendo, que pensábamos. Además, nuestro pedido era muy concreto. Yo le pedí que ayudara al MIR a montar la Operción Retorno, el regreso de compañeros nuestros a Chile. Con ese mismo fin le pedí derechamente armas.

¿Qué sabía de lo que ocurría en Chile y América Latina?

Muy poco. Estamos hablando de fines de los años 70, cuando estaba comenzando a desarrollarse una serie de movimientos insurgentes. Gaddafi sabía algo de la revolución cubana, sabía del derrocamiento de Allende, pero no tenía un conocimiento muy profundo. Pero estaba muy abierto a aprender. Cuando fuimos con este grupo de dirigentes de movimientos guerrilleros latinoamericanos, pasó la noche preguntándonos cosas, cómo era la realidad de cada país, la geografía, las movilizaciones sociales.

¿Por qué cree que Gaddafi se interesó en apoyar al MIR y a la guerrilla latinoamericana?

El lo veía como parte de la lucha antimperialista. Le interesaba alentar el surgimiento de movimientos de liberación nacional. Gaddafi tenía un sentido ideológico muy fuerte. El buscaba tener influencia internacional. Gaddafi no era un alineado de las políticas moscovitas y veía con simpatía estos movimientos de liberación en América Latina, que no estaban alineados completamente con Moscú y que se enfrentaban a Estados Unidos.

¿Libia fue clave para la Operación Retorno del MIR?

Libia fue un apoyo importante. Pero el respaldo fundamental, sin duda, fue de Cuba. El grueso de nuestros compañeros lo preparamos en Cuba, allá se hizo la documentación falsa para que pudieran viajar por el mundo e ingresar clandestinos a Chile. El grueso de las armas del MIR las entregó Cuba. Eso no implica que Libia nos mandara armas. Gaddafi cumplió su compromiso y conforme a lo que yo le había pedido, envió un barco con armas occidentales a Cuba. El cargamento llegó en 1979, justo en momentos en que los sandinistas iniciaban el asalto final contra Somoza y la guerrilla salvadoreña estaba en un momento clave de su desarrollo. Por decisión de los cubanos, las armas que Gaddafi envió al MIR se fueron a alimentar a los movimientos centroamericanos.

¿Hubo otros cargamentos de armas? Según Marcelo Calfuquir, el "embajador" del MIR en Libia, Gaddafi envió cuatro aviones cargados con armas destinadas a los grupos guerrilleros latinoamericanos, uno destinado al MIR, los que fueron capturados en Brasil.

Desconozco esa operación. El MIR nunca autorizó el envío de armas por esa vía, menos por Brasil. Las armas las recibíamos por barcos, en el Pacífico, otras por Bolivia. Puede que al principio llegaran algunas armas libias, pero el grueso del armamento venía de Cuba.

¿Fue más importante el apoyo financiero de Gaddafi?

Sí. No sé exactamente cuánto dinero envió Gaddafi al MIR, en ese tiempo estaba clandestino. Pero sí envió. No estamos hablando de millones de dólares. No fue un chorro de dinero, como se piensa. Eran partidas de 200 ó 300 mil dólares. Los recursos financieros del MIR en esos años (77 a 85) venían principalmente de la solidaridad europea, Australia, Canadá. Otra cosa en la que ayudó Gaddafi fue en facilitar nuestros contactos políticos en Africa y Medio Oriente.

¿En uno de sus encuentros con Gaddafi, el líder libio ofreció armar un ejército de dos mil hombres, que viniera a combatir en Chile?

Gaddafi entregó armas suficientes como para apertrechar un contingente así de significativo. El se comprometió también a formar militarmente combatientes latinoamericanos. El MIR y otros grupos como el PRT argentino aceptamos esa oferta de instrucción y enviamos grupos. Pero la verdad es que el nivel de instrucción de los libios no era muy bueno. Se les enseñaban tácticas de combate individual, cómo formar una escuadra, era todo muy básico. Tanto que tuvimos que pedirle al jefe del grupo argentino PRT, el "Capitán Santiago" que había ido a Libia, que se encargara de la formación del segundo grupo de chilenos. El sabía más que los militares libios. El ejército libio tenía un armamento importante, pero dudo que haya tenido la capacidad militar para llevar adelante una guerra.

Los miristas chilenos que viajaron a Libia estuvieron seis meses en un regimiento en Tobruk, ¿Gaddafi los visitó en alguna oportunidad?

No, pero en una ocasión, en la que estuve presente, los chilenos, junto a los argentinos y a otros gerrilleros latinoamericanos y africanos, que se estaban formando en Libia, armaron un batallón de internacionalistas y participaron en un desfile del ejército libio ante Gaddafi. Cuando pasaron frente a la tribuna, pude ver la satisfacción de Gaddafi. Estaba feliz de poder mostrarlos.

¿Qué fue de esos combatientes?

Algunos regresaron clandestinamente a Chile. Pero le insisto, Libia no fue un centro importante de formación de combatientes del MIR. Nosotros formamos fundamentalmente gente en Cuba. También tuvimos un curso de estrategia político militar en Vietnam, al que yo asistí y que fue extraordinario, porque lo daban los generales que habían participado en la guerra de Vietnam, era por así decirlo un magíster, al que fueron 15 ó 20 cuadros que ya tenían preparación y que cumplirían roles dirigenciales. También mandamos a un grupo pequeño de compañeros a Corea del Norte, para que aprendieran tácticas de guerra en condiciones extremas, bajo nieve y frío, pues nuestro plan de lucha y resistencia en Chile contemplaba disponer de zonas de repliegue para constituir una fuerza de combate permanente en las zonas cordilleranas de Neltume y Nahuelbuta, donde en invierno había mucha nieve y frío. Por eso pensamos en Corea del Norte. En esa operación intervino directamente Fidel Castro, para lograr que los coreanos nos recibieran. A mí me tocó ir primero, a "armar el convenio" con los coreanos. Pero fue un grupo pequeño, no más de 10 compañeros.

¿Cuánta gente alcanzó a formar militarmente el MIR en Cuba, Libia, Vietnam y Corea del Norte?

Aproximadamente, mil personas. Pasaban por distintos tipos de escuelas, algunos en técnicas de comunicación, otros en armamento casero, otros eran de cuadros políticos.

¿A cambio de la ayuda al MIR, Gadaffi les pidió ser el nexo entre Libia y los movimientos latinoamericanos?

Gaddafi nunca nos pidió algo a cambio, nunca nos dio una instrucción o nos dijo ustedes deben hacer tal o cual cosa. Si fuimos el nexo, esto se dio por las propias circunstancias. Porque los del MIR fuimos los primeros en ir a Trípoli, fuimos el único movimiento que mandó a un compañero a vivir a Libia, que fue Marcelo Calfuquir, quien era nuestro embajador. Nosotros teníamos una concepción latinoamericanista de la lucha, no es casual que hubiéramos formado la Junta Coordinadora Revolucionaria. El MIR manejó las redes logísticas desde México a Guatemala, pero lo hacíamos por nuestras redes de hermandad con los movimientos revolucionarios centroamericanos. Pero cada movimiento hacía sus propios compromisos con Gaddafi. El MIR nunca estuvo al servicio de Libia.

¿Cuántas veces estuvo con Gaddafi?

No muchas, unas cinco veces. En una oportunidad, Gaddafi me invitó a la inauguración del "Gran Río", una obra impresionante. Debajo del desierto libio hay lagos subterráneos de agua dulce. Con las mismas técnicas de perforación petrolífera, los libios sacaron el agua y la canalizaron hacia la zona costera, donde realizó un programa de reforma agraria. Para Gaddafi era un momento muy significativo. Para un beduino, para quien un oasis es algo mágico, poder construir un río y cultivar el desierto era algo tremendo.

¿Cómo se cortó el nexo con el MIR?

A fines de los 80, tras la caída del bloque socialista, Gaddafi, en una táctica de sobrevivencia, da un giro en su política exterior y de alianzas y se acerca a Europa y a Occidente. Además, para entonces, el MIR ya no existía como organización y había terminado la lucha armada. Además, yo no era amigo personal de Gaddafi, lo que teníamos era una relación política. Por eso, no volvimos más a Libia.

¿Qué representa para usted Gaddafi?

Fue el constructor de Libia como nación, un territorio que a lo largo de su historia estuvo sometido a invasiones extranjeras. Y lo hace logrando el complejo entendimiento de las diversas tribus que hay en el país. El transformó a Libia en la nación árabe con mayor grado de alfabetización, mediante un sistema de educación totalmente gratuito. Mediante la nacionalización del 51% de las empresas libias, Gaddafi obtuvo enormes riquezas, que distribuyó en su pueblo, obviamente hubo corrupción, eso no se puede negar. Gaddafi, además, construyó una república laica y resistió el fundamentalismo musulmán, pese a que la mayoría de los libios son musulmanes sunitas, una de las ramas más radicales del islamismo. Lo hizo, siendo él mismo un hombre religioso. Recuerdo, en una ocasión, cuando estábamos en el desierto, haberlo visto bajarse del automóvil, caminar hacia una duna, extender una alfombra y ponerse a orar. Ahora, el gobierno de transición ha declarado que va a adoptar la Sharia, la ley islámica, eso no sólo será un retroceso en la región, también abre enormes interrogantes sobre los riesgos futuros que puede tener para EE.UU. el haber colaborado en derribar a Gaddafi. Otra cosa destacable para mí fue el papel que le dio a la mujer. Muchos han visto como una muestra de excentricidad el que tuviera una guardia de amazonas, sin entender el tremendo simbolismo que tenía esto en un país árabe.

¿Qué visión tiene respecto de los dirigentes de izquierda que fueron a buscar ayuda a Libia y posteriormente, han tomado distancia de Gaddafi?

Por supuesto que me choca. Muchos dirigentes de movimientos socialdemócratas tuvieron relación y buscaron el apoyo de Gaddafi y ahora le dan la espalda.