La prominente periodista francesa Anne Sinclair tenía pensado publicar el libro sobre su abuelo Paul Rossenberg, reconocido coleccionista y vendedor de arte, a mediados de 2011, cuando en mayo de ese año su entonces esposo, Dominique Strauss-Kahn, fue detenido en Nueva York, acusado de abuso sexual. En conversación con Der Spiegel, discute sobre el escándalo y del libro que se publicará este martes.
En mayo de 2011, su esposo, el entonces director del FMI y un potencial candidato presidencial socialista, fue arrestado tras subir a un avión y acusado de violar a una camarera de un hotel.
Fue una sensación extraña e irreal volver a Nueva York bajo estas circunstancias. Debido a dolorosas circunstancias, me vi forzada a vivir de nuevo en la ciudad donde nací y donde pasé parte de mi niñez, como una prisionera de Estados Unidos. Es una historia diferente que la de mi abuelo.
Pero también es un cuento dramático de sufrimiento, como el de alguien que está siendo procesado.
No estaba preparada para que estos tristes recuerdos (al momento de escribir su libro), que empezaron en Francia, terminaran con una triste y forzada estadía en Estados Unidos. De pronto me encontré en un ambiente totalmente diferente que la ciudad de mi juventud. Nueva York era una ciudad que parecía mágica para mí cuando niña y ahora, al momento de los eventos que mencionas, fue sinónimo de violencia e injusticia para mí y mis seres queridos. Pero dejé eso en el pasado.
Por otro lado, para su abuelo, Nueva York fue un refugio en 1940 y un lugar que le ofreció protección de la injusticia.
Con mi libro, quería ir y volver de Nueva York, entre el pasado y el presente. Ahora, el viaje estuvo centrado en Nueva York. No es culpa de la ciudad. ¿Me debería enojar con el país y la ciudad que les permitió a mis abuelos volver a obtener su dignidad, porque tuve que padecer unos horribles tres meses ahí con mi propia dignidad que estaba poniéndose a prueba?
Cuando respaldó a Dominique Strauss-Kahn en Nueva York, hace dos años, todo el mundo estaba mirándola. ¿Al exponerse de esa forma gatilló un resentimiento en usted, un desgano de aceptar su destino?
Me sentí en cautiverio, con mi esposo bajo arresto domiciliario y unos 350 periodistas afuera, de esos que andan a la caza.
El caso finalmente fue desestimado.
El sistema de justicia estadounidense es brutal, pero cuando comete un error, lo admite de forma abierta. El procedimiento francés es más cauteloso, pero los juicios son de nunca acabar. Pero dejé todo eso en el pasado hoy y he lidiado con la experiencia en todos los niveles, tanto personal como colectivamente. Punto final, ya se terminó.
Como periodista, quizás quiera escribir sobre el tema algún día.
Podría hacerlo, pero no lo voy a hacer.