QUE en el vuelo de regreso de Arica a Santiago, donde la selección chilena de fútbol del 62 venía exultante. Le habían ganado 2-1 a la Unión Soviética y eso los había situado entre los cuatro mejores equipos del mundo durante el mundial que se celebraba en mayo y junio de ese año. En pleno vuelo, el senador DC José Foncea invitó al capitán del equipo chileno, Sergio Navarro, a un sector reservado del avión. Estaba encantado con el triunfo del equipo y no encontró nada mejor que ofrecerle gestionar un buen regalo como premio para cada jugador. Foncea pensó primero en un Mercedes-Benz, pero después de discutirlo con Navarro y el arquero Misael Escuti, concluyeron que lo ideal era un departamento. Eso, al menos, rondaba las cabezas de los jugadores desde que el entonces senador Salvador Allende les adelantara algo de eso en el viaje de ida al norte.
Menos de tres meses después de esa conversación informal, el 3 de septiembre de 1962 se publicaba en el Diario Oficial la Ley Nº 14.882, que les entregaba a los 22 jugadores de la Selección, al entrenador Fernando Rivera y a su asistente, Luis Alamos, un departamento en la Villa Olímpica. Costó 10 mil escudos, que hoy equivalen a $ 9 millones. "Un regalo de esa envergadura nos vino muy bien, porque demostró cariño y respeto por nuestra labor", cuenta hoy el capitán de la época.
Sin embargo, no fue mucho tiempo el que vivieron ahí.
La Villa Olímpica es uno de los grandes proyectos urbanos residenciales de la capital, impulsado por la Corporación de la Vivienda, Corvi, que en 1960 estaba enfocada en renovar las áreas deterioradas de la ciudad. "Bajo el concepto de urbanismo moderno, se pensó como un barrio autosuficiente, con comercio y áreas verdes. Y aunque esa utopía no se cumplió del todo, quedó ubicado en una zona central", dice el urbanista Fernando Soler.
Se trataba de 2.452 departamentos, distribuidos en 82 blocks; una torre de 52 departamentos y 137 casas, enmarcados por las calles Grecia, Marathon, Carlos Dittborn y Lo Encalada. Bajo el sello racional de Le Corbusier, estaban destinados a las clases medias, pero cuando Chile fue elegido como sede para el magno evento deportivo, se quiso aprovechar el proyecto para albergar a las delegaciones internacionales y a turistas. La gracia, además, era que estarían cerca del Estadio Nacional, aunque hasta ese momento las inmediaciones fueran pura tierra.
Pero eso nunca sucedió. Comenzado el evento, en mayo del 62, las viviendas estaban en plena construcción. Recién en septiembre el presidente de la época, Jorge Alessandri, pudo cortar la cinta del nuevo conjunto. Dos años después, los deportistas recibían las llaves de los 24 departamentos del block 38: 22 para los futbolistas, uno para el entrenador y otro para el ayudante. Sólo tres, Eladio Rojas, Armando Tobar y Raúl Sánchez, lo cambiaron por uno en Viña del Mar.
Para determinar quién se quedaba con qué departamento, el equipo hizo un sorteo. El defensa Humberto "Chita" Cruz se quedó con el 12, en el primer piso. "No fuimos muchos los que nos instalamos a vivir ahí: Luis Eyzaguirre, Leonel Sánchez, Adán Godoy, Carlos Contreras y yo. Aunque éramos de distintos equipos, compartíamos bastante", dice Cruz.
El se instaló con su esposa y ahí crió a sus cuatro hijos durante 12 años. Antes vivía en República de Israel, junto a sus padres, sus 11 hermanos y su esposa. Cuando le entregaron su departamento no dudó en irse. Hoy recuerda con orgullo cómo sus hijos jugaban fútbol con sus vecinos: "Eran goleadores".
El gran Leonel Sánchez vivió tres años en el departamento 42, frente a Eyzaguirre y sobre Carlos Contreras. "Fue bonito recibir ese regalo y quedamos contentos hasta el día de hoy", dice el zurdo.
Los jugadores eran, en general, de clase media baja y recibían sueldos muy distintos a las estrellas que hoy cruzan las fronteras para internacionalizar su carrera. Por eso, valoraron el premio no sólo como un reconocimiento, sino también por la ayuda que significaba.
El delantero Carlos "Tanque" Campos nunca vivió en el suyo, el 31, porque tenía una casa en Independencia, pero le sirvió como una entrada extra de dinero: "Lo arrendé por años y para mí fue un sueldo más". Otro que nunca vivió ahí fue el capitán Sergio Navarro. Estaba recién casado, tenía un hijo y vivía en la Plaza Yungay, por lo que también arrendó su nueva propiedad.
Eran otros tiempos, en que los jugadores de balompié ya habían hecho el esfuerzo de tener la casa propia. "Eran tipos exitosos para los parámetros de la época, varios de ellos jugaron en el extranjero. Los que supieron ahorrar e invertir bien su plata tuvieron luego un buen pasar", dice Daniel Matamala, autor del libro 1962, el mito del mundial chileno.
Para el terremoto de 2010, la mayoría de las viviendas de la Villa Olímpica sufrió importantes daños. Sus propietarios estuvieron meses pidiendo recursos al gobierno para poder rehabitarlas y hoy recién están empezando las reparaciones.
Pero uno de los pocos a los que no se les corrió ni el maquillaje fue precisamente al block de los futbolistas. El veredicto después de una revisión fue sólo "daños leves". Campos no podía creer la suerte que había tenido. "Me daba miedo entrar, pero no le pasó absolutamente nada", dice.
Casi ninguno de los vecinos sabe que alguna vez perteneció a la gloriosa Selección del 62. Conocen los nombres de los jugadores, pero no saben que ese edificio carga su historia.
"Checho" Navarro vendió el suyo un par de años después de recibirlo y con esa plata se compró una casa en Maipú. La mayoría los arrendó o los vendió. Y con el tiempo, algunos le prestaron su departamento a familiares. En el caso de Sánchez, lo habitaron sus padres hasta que fallecieron y, actualmente, viven ahí un nieto y su familia. El del "Tanque" Campos es actualmente habitado por su hijo mayor y su familia.
El "Chita" Cruz arrendó el suyo después de vivir 12 años en este lugar. "Echo de menos vivir ahí. Yo me iba caminando de mi departamento al estadio y los vecinos me saludaban cuando me veían pasar. Era una vida de barrio agradable, pero me devolví a la calle República de Israel. Hasta hoy se lo arriendo a un jubilado en 170 mil pesos...".