La muerte de Osama Bin Laden, a los 54 años, terminó con la leyenda del hombre inalcanzable, aquel millonario saudita que dejó los lujos de palacios para convertirse en un "guerrero santo", como se autodefinió, y transformarse en el mayor enemigo de Estados Unidos. El hombre más buscado del planeta se convirtió por años en un mito viviente, en un "héroe" para parte del mundo musulmán y el terror de los occidentales. Larry Johnson, subdirector de contraterrorismo en el Departamento de Estado de 1988 a 1993, manifestó en una ocasión que algunos miembros del gobierno estadounidense "habían tendido a hacer de Osama Bin Laden un Supermán vestido de musulmán: tiene tres metros de alto, está en todas partes, lo sabe todo, tiene cantidades de dinero y no puede ser desafiado". Los políticos que lo conocieron en Sudán y Pakistán lo describen como inteligente, de voz baja y cortés. Sostienen que era sumamente serio con respecto a sus ideas políticas radicales y que era capaz de matar en nombre de Dios.
Bin Laden nació en una familia acaudalada, con 52 hermanos y muy cercana a la realeza saudí. Su padre era el magnate de la construcción favorito de la familia real. Según algunos socios comerciales de Bin Laden, su parte de la fortuna familiar quedó tempranamente en manos de parientes, ya que él habría sido desheredado hace años. Aseguran que el terrorista vivió gran parte de su vida de una asignación generosa de su hermano mayor. En 1980, a los 22 años, Bin Laden abandonó Arabia Saudita y se trasladó a la frontera afgana. En Peshawar, Pakistán -trabajando junto, pero no directamente aliado con la CIA-, utilizó su dinero y sus máquinas para ayudar a los rebeldes afganos a combatir a los invasores del Ejército soviético. La guerra afgana formó a Bin Laden, según señalan aquellos que lo conocieron. "Es una persona común y corriente que es muy religiosa", aseveró, a fines de los 90, el Presidente de Sudán, Omar Bashir, quien se reunió con él a menudo entre 1992 y 1996. "Cree en el imperio del Islam y en el establecimiento de un Estado islámico donde sea posible. El tiempo que pasó en Afganistán lo llevó a creer que esto se podría lograr a través de medios militares".
Con una fortuna avaluada en US$ 300 millones, usó sus conocimientos de los mercados y la tecnología de punta para cambiar de raíz la forma de hacer terrorismo. Así, este ingeniero graduado en la Universidad de Riyadh creó un verdadero "holding" mundial que une, entrena y sustenta a más de 60 asociaciones terroristas, con una "empresa matriz" llamada Al Qaeda (La Base), la cual usa empresas, redes de ONG y los conceptos de privatización y administración para diseminar el terror.
Según los expertos, esta mezcla de eficiencia empresarial y radicalismo religioso convirtió a Bin Laden en el único cerebro capaz de orquestar un operativo como el de las Torres Gemelas, en 2001, y que mató a casi 3.000. Nueve atentados anteriores -entre los que se cuenta otro intento de volar esas mismas torres, en 1993- llenan su historial criminal.
En mayo de 1996, la presión ejercida por Estados Unidos y Arabia Saudita logró que el gobierno sudanés expulsara a Osama. Volvió a Afganistán. Allí, mientras las diferentes facciones musulmanas luchaban por el poder, el saudí fue recibido con los brazos abiertos.
Sus millonarias donaciones ayudaron a que los talibanes, una de las facciones en pugna, tomaran el control del país en 1996. Mientras tanto, sus hijos administraban los negocios internacionales. Instalado en una fortaleza cercana a Kandahar, Laden continuó con su guerra santa.
Descrito por quienes lo han entrevistado como un hombre educado, tímido y de hablar suave, en febrero de 1998 llamó a asesinar a civiles norteamericanos en cualquier parte del mundo. Seis meses más tarde, dos atentados simultáneos mataron a 224 personas en las embajadas de EE.UU. en Kenia y Tanzania. Pocas horas después del bombardeo de uno de sus campamentos guerrilleros en Afganistán, a través de una radio clandestina se escuchó su voz: "¡Gracias a Alá, estoy vivo!".