Argentina rechazó ayer "el intento británico de militarizar" el conflicto por la soberanía de las Islas Malvinas, luego de que el gobierno del primer ministro británico, David Cameron, anunciara la llegada a la zona del HMS Dauntless, "el destructor más moderno de la Marina Real". Si bien Londres aseguró que se trata de un movimiento no vinculado a la escalada de la tensión con Buenos Aires, el secretario del Exterior británico, William Hague, encendió más los ánimos al advertir que la Armada de su país "sabe golpear muy fuerte".
El Ministerio de Defensa británico dijo ayer que el destroyer HMS Dauntless reemplazará a la fragata HMS Montrose en las próximas semanas, una operación prevista desde hace tiempo. El Foreign Office informó que Jeremy Browne, responsable de la Secretaría de Relaciones Exteriores para América Latina, viajará a las islas en junio, para festejar el 30° aniversario de la guerra que libraron Reino Unido y Argentina por la soberanía en 1982. Según Browne, "la soberanía de las islas no es negociable", y agregó que "vamos a seguir los pasos necesarios para garantizar su seguridad".
En su réplica, titulada "Más diplomacia menos armas", Buenos Aires remarcó que "rechaza el intento británico de militarizar un conflicto sobre el cual las Naciones Unidas ya han expedido resoluciones en numerosas ocasiones y han indicado que ambas naciones deben resolver (su diferendo) en negociaciones bilaterales". "Los gobiernos deben evitar la tentación de incurrir en discursos que transformen el patriotismo en patrioterismo con el objeto de distraer la atención pública de políticas económicas de ajustes en un contexto de crisis estructural y alto desempleo", advirtió la Cancillería argentina.
Asimismo, Argentina rechazó en duros términos la inminente visita del príncipe Guillermo a las Malvinas, quien arribará en una misión militar de seis semanas. "El pueblo argentino lamenta que el heredero real arribe a suelo patrio con el uniforme del conquistador", se precisó.
En las últimas semanas escaló la tensión política por las islas que pertenecen actualmente a Reino Unido, pero cuya soberanía reclama Argentina. Cameron dijo que los isleños deben decidir su propio futuro y acusó a Buenos Aires de tener una actitud "colonialista". El gobierno de Cristina Fernández, en tanto, logró que el Mercosur acordara no permitir que buques con bandera de las Falklands atracaran en sus puertos. Ante la posibilidad de que Argentina declare un bloqueo total sobre Malvinas, Cameron decidió construir un aeropuerto en la isla de Santa Elena, para establecer un puente aéreo.
A juicio de analistas, la situación de Malvinas le sirve ahora a Cameron, tal como a Margaret Thatcher en 1982, quien entonces ocupó el conflicto para desviar la atención acerca de la crisis económica que vivía su país, y vio subir su popularidad. El actual gobierno conservador enfrenta el fantasma de la recesión y la deuda neta nacional supera por primera vez el billón de libras, que equivale al 64,2% del PIB. Pese a ello, el apoyo a Cameron está en el nivel más alto en 22 meses.