Cada año los lectores de la prestigiosa revista de viajes Condé Nast Traveler votan por sus sitios favoritos para ir de vacaciones. En la edición 2014, y por cuarto año consecutivo, la elegida como la mejor ciudad para visitar en Estados Unidos fue Charleston, en el estado de Carolina del Sur. Además, obtuvo el segundo lugar del ranking mundial, y quedó sólo debajo Florencia en Italia.
A muchos la aparición de la sureña Charleston sobre grandes capitales como París, Roma o Londres, y lugares como Nueva York o San Francisco, les puede parecer dudoso, pero la explicación es que este lugar es una joya bien cuidada, en la que historia, arquitectura y una geografía privilegiada se mezclan con una escena gastronómica de excelente nivel, hoteles boutique y residentes a los que, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares turísticos, todavía les gusta recibir visitas.
Por ahora, Charleston sigue siendo el secreto mejor guardado de Estados Unidos, pero la creciente llegada de cruceros al puerto, tal vez son una señal de que hay que apurarse en ir a conocerla, antes de que la voz se siga corriendo.
Charleston, el lugar del que venía Rhett Butler, el protagonista de Lo que el viento se llevó, es una ciudad pequeña cuya parte histórica puede ser recorrida fácilmente a pie, salvo durante el verano cuando la temperatura sobrepasa los 30 grados y hay un 90% de humedad en el ambiente. Las mejores épocas para conocerla son entre marzo y mayo o de septiembre a noviembre, durante la primavera y otoño del hemisferio norte.
El centro histórico se ubica en la península que forman la desembocadura de los ríos Cooper y Ashley, que se encuentra cercana al mar, pero naturalmente protegida. Gracias a eso se convirtió en uno de los puertos más importantes de la época colonial, como punto de entrada del comercio al Caribe. Fundada por los ingleses en 1670 como "Charles Town", en un claro guiño al rey, en el siglo XVIII, era la ciudad más rica del sur colonial, lo que todavía se nota en las muy bien conservadas casas que forman todo el barrio de Battery Park, el sitio ideal para iniciar una visita a pie. En esta zona de calles perfectamente empedradas se encuentran las Mansiones Antebellum, como se denomina a las grandes casas sureñas previas a la guerra civil de 1861, y que gracias a la primera ordenanza de conservación histórica dictada en Estados Unidos, se han mantenido casi indemnes al paso de los años al igual que el resto de la ciudad. Uno de los mejores ejemplos de la arquitectura local es la llamada Rainbow Row, una cuadra donde cada casa está pintada de un color diferente, que se ha convertido en una postal típica de la ciudad. "Me encanta Charleston porque los colores de las casas son irreales. Es sencillamente un extraordinario arreglo de colores pasteles", dice la editora de Condé Nast Traveler, Lindsay Talbot
Algunas de estas mansiones pueden ser visitadas, y otras han sido reconvertidas en pequeños hoteles como los opulentos Wentworth Mansion, Planter's Inn o John Rutledge Inn. Asimismo, cada año, muchas casas y jardines privados se abren a los visitantes. Para el 2015 este festival se llevará a cabo del 19 de marzo al 19 de abril y las entradas ya se encuentran a la venta en historiccharleston.org
Además de las maravillosas y coloridas casas, Charleston tiene una gran variedad de iglesias, de diversos credos. Tras una época de colonización complicada, las autoridades decidieron abrir las puertas a inmigrantes que escapaban de persecución religiosa en sus países. Fue así como se establecieron los hugonotes franceses, los disidentes de la Iglesia de Inglaterra y judíos. Así se formaron nuevos barrios, como el French Quarter, justo al norte de la "frontera" de la calle Broad, y actual centro de numerosas galerías de arte que son el pretexto ideal para poder conocer estas antiguas casas por dentro. En las calles Meeting y Church se pueden encontrar algunas de las iglesias, la mayoría fundadas entre 1681 y 1750. Aparte de sus edificios, vale la pena visitar sus antiguos cementerios, con lápidas que cuentan historias de lejos, y muestran lo internacional que llegó a ser el puerto durante la colonia.
En la primera calle paralela al norte de Broad, Chalmers St., está el museo del antiguo mercado de esclavos, que fue la puerta de entrada a los esclavos que venían del Caribe o directamente de África, y que eran comprados por los dueños de las plantaciones que poblaban el sur. El mercado mantiene su fachada y en su interior exhibe la historia de la siniestra economía basada en la explotación y el tráfico humano que llegó a su fin con la abolición de la esclavitud en 1865. Charleston fue el escenario de la primera batalla de la guerra civil que condujo a dicha abolición, cuando las tropas del sur decidieron atacar el Fuerte Sumter, el cual se encuentra en una isla justo frente a la ciudad y que puede ser visitado tomando un barco en el puerto.
Para completar la visita hay que darse una vuelta por el antiguo mercado en Market Street, y recorrer el distrito de compras en King Street, una calle llena de tiendas de lujo y antigüedades por la que es un placer pasear.
Para algunos Charleston está empezando a ser víctima de su propio atractivo y la oferta turística está creciendo demasiado rápido. Para el visitante eso se traduce en una gran variedad de tours: en carruaje antiguo, en barco a vela, a pie con temáticas como los piratas, los fantasmas o las iglesias entre muchos otros. Una buena idea es empezar la visita en el centro de visitantes, tomar mapas y folletos, y decidir el itinerario tomando una limonada o un té helado.
Tras la visita a Charleston, hay que tomar la carretera rumbo al sur, no sin antes aprovechar la oportunidad de visitar algunas de las antiguas plantaciones que se encuentran a las afueras de la ciudad y que hacen pensar inmediatamente en Tara, la propiedad de Scarlett O'Hara. Las tres más conocidas son Magnolia Plantation y Middleton Place, que tienen magníficos jardines y recrean su época de gloria en el interior. Mientras, la tercera, Drayton Hall, mantiene el edificio y lugar sin restaurar.
En dos horas se llega a Savannah, en el estado de Georgia. Este puerto de río que permite la entrada de barcos de gran calado, fue fundado 1733, y se convirtió en la primera capital del estado, que ahora es Atlanta. Si bien la colonia de Georgia fue originalmente pensada como un enclave utópico en el que los prisioneros ingleses podrían dejar las cárceles e ir a rehabilitarse a través del trabajo, pronto los colonos de más al norte llegaron a hacerse de las tierras implementando el mismo sistema de grandes plantaciones explotadas por esclavos que ya existía en las Carolinas. Savannah se convirtió en el puerto más al sur de las colonias británicas y pronto la ciudad se llenó de opulencia, fruto de la importación y exportación de mercancías y personas.
Hoy, Savannah es una de las favoritas de los viajeros estadounidenses, quienes la eligieron como número siete entre las ciudades más visitables de su país en el ranking de Condé Nast. Muchos turistas la conocen por el libro y la película Medianoche en el jardín del bien y del mal, que se basa en eventos reales ocurridos en la ciudad y cuyos principales escenarios son fácilmente visitables.
El centro histórico de Savannah tiene una estructura curiosa: las calles se forman alrededor de 22 pequeñas plazas (originalmente 24), una especie de tablero que permite recorrerla de manera ordenada y práctica. Cada plaza es distinta, y hay desde simples jardines hasta elaboradas fuentes o estatuas en el medio de cada una. Las casas que rodean los parques son en su mayoría históricas, y algunas pueden ser visitadas. De los grandes robles que hay en las plazas y calles cuelgan largos musgos españoles, que le dan a la ciudad un aspecto un tanto fantasmagórico que encanta a los visitantes. Para completar esta imagen se encuentran en el centro antiguos cementerios, en donde yacen los restos de los primeros colonos, así como muchos soldados confederados de la guerra civil, además de algún caído producto de un duelo de honor. Junto con las plazas, vale la pena visitar el Forsyth Park y su gran fuente, una de las estampas más fotografiadas de la ciudad.
La antigua zona de barracas del puerto ha sido recuperada y es un paseo lleno de restaurantes, bares y hoteles, en donde hay que tomarse una copa viendo cómo los barcos cargados entran silenciosamente por el angosto río, en una imagen casi irreal.
Si uno anda en auto, la visita se puede completar con un día de playa en las muchas disponibles en las afueras. La opción de los locales suele ser Tybee Island, a sólo media hora de Savannah, o bajar hasta Brunswick, a una hora y cuarto de distancia, punto de entrada a las llamadas Golden Islands, pequeños y pintorescos balnearios, sin grandes edificios y bellas casas de madera, donde es posible pasar unos tranquilos días de playa en el agua tibia del Atlántico.