El influyente historiador y economista británico, Niall Ferguson, acuñó un término que en el último año ha generado diversas discusiones: "Chimérica". Con este concepto, Ferguson intenta explicar que China y Estados Unidos (América) han logrado fusionarse, al punto de constituir una sola economía dominante a nivel mundial. No por nada ambas naciones representan el 32% del PIB del planeta. Sin embargo, tras la crisis, estos dos países enfrentan un escenario distinto e incluso el propio Ferguson advirtió hace algunos días que el matrimonio chino-estadounidense podría romperse, lo cual generaría fuertes consecuencias para el resto del planeta. En medio de este clima, Barack Obama recibió a fines de julio a una delegación del gobierno chino para discutir una nueva agenda económica, tras lo cual dijo que la relación entre ambos países "determinará el siglo XXI". Así, Obama reabrió el debate sobre "Chimérica".

Este concepto reúne al mercado emergente de más rápido crecimiento (China) y a la economía más desarrollada (EE.UU.). Si bien este "país imaginario" representa sólo el 13% de la superficie del planeta, reúne al 24% de la población mundial y genera el 40% de las emisiones de gases del planeta. Pese a las diferencias, en su momento ambas economías lograron fusionarse y constituir "Chimérica". Según Ferguson, "los chiméricos orientales (chinos) son ahorradores; los chiméricos occidentales (estadounidenses) son consumidores. Los orientales se dedican a la manufactura; los occidentales a los servicios. Los orientales exportan; los occidentales importan. Los orientales acumulan reservas: los occidentales gestionan déficit y producen dólares que son codiciados por los orientales".

Así, China y EE.UU. inseparables y mutuamente dependientes. Ello, hasta el estallido de la crisis a fines de 2008. Actualmente, China tiene US$ 801 mil millones en bonos del Departamento del Tesoro norteamericano y su economía logró una expansión de un 7,1% en el primer semestre de 2009. Mientras, Washington requiere liquidez de Beijing, que le proporciona reservas de divisas, aunque de todos modos China necesita al consumidor estadounidense para seguir exportando y creciendo. Sin embargo, los expertos señalan que el "gigante asiático" podría decidir romper su "alianza" con EE.UU. para seguir su propio camino.

China bien podría apostar por su propio crecimiento (se calcula que su PIB de US$ 7,8 billones podría igualar al de EE.UU., de US$ 14,2 billones, en 2030), algo que les daría el poder global. En el último año Beijing aumentó en un 15% su presupuesto en defensa e invertirá US$ 70,3 mil millones para modernizar sus FF.AA. Estos cambios implican un desafío para la hegemonía de EE.UU. en el Pacífico. También ha concretado fuertes inversiones en Africa y ha adquirido los activos de países como Moldavia. Por ello, Ferguson dice que "Chimérica" es ahora un matrimonio infeliz y que el "divorcio" es algo probable.

¿Qué implicaría esto en la política mundial? "Hay que imaginarse una nueva Guerra Fría, pero esta vez un conflicto entre dos superpoderes que económicamente tienen el mismo tamaño, algo que nunca ocurrió en la Guerra Fría, ya que la Unión Soviética fue siempre más pobre que Estados Unidos", señaló Ferguson, profesor de Historia de Harvard y Oxford. Temiendo el "divorcio", tras la reunión con el gobierno chino -que los expertos denominaron como la primera cita del G-2-, Obama aseguró que ambos países serán las "superpotencias" de este siglo. El encuentro fue clave, ya que ambos países firmaron una serie de acuerdos estratégicos, como el compromiso de lograr que Irán y Corea del Norte pongan fin a sus programas nucleares.