Tildado por muchos como el fraude científico del siglo, fue tanta su desazón, que Haruko Obokata, la joven científica japonesa de 30 años que se hizo famosa al publicar en Nature un estudio en el que decía haber creado un nuevo método para obtener células madre, debió pasar varios días internada en un hospital.
Pero Obokata repareció ayer en un hotel de Osaka. Con un elegante vestido azul -es amante de la alta costura- y con un collar de perlas, la experta dio una extensa conferencia de prensa (duró casi tres horas). Rodeada de decenas de micrófonos y cámaras de televisión -varios canales transmitieron en vivo- y con lágrimas en los ojos, Obokata partió disculpándose. "Pido perdón por haber ocasionado preocupaciones al Riken y a los coautores", dijo en alusión al Centro Riken de Japón, organismo de investigación en el que la científica trabaja y que destapó el fraude.
Según el estudio de Obokata, con sólo aplicar ciertas sustancias ácidas en la solución en la que permanecían las células maduras de animales, éstas podrían volver a estados anteriores, similares al embrionario (llamadas células STAP o pluripotentes) y, desde ahí, convertirse en células específicas de cualquier órgano. Sin embargo, el organismo detectó que la experta falsificó los datos de su trabajo.
De hecho, tras las flores y la gloria, que incluso la alzaron como candidata al Premio Nobel, muchos investigadores dudaron de la veracidad de su trabajo al no lograr replicar sus experimentos. Al final, el propio Centro Riken concluyó tras un sumario que la mujer era culpable de falsificación. Según la investigación, las imágenes que usó para presentar su trabajo fueron duplicadas, al igual que parte de la información del estudio. Una foto habría sido "diseñada" para mayor comprensión del proceso y otra, simplemente, publicada en lugar de otra.
Pero Obokata cree firmemente en la veracidad de sus resultados. "Quizás haya sobrepasado mis competencias al firmar un artículo en la revista Nature", pero "puedo explicar cómo ocurrieron los errores", siguió.
Haruko dijo que apeló al comité de investigación de Riken, y que tiene previsto escribir otro estudio detallando los métodos que usó en las más de 200 veces que realizó el experimento. "No elaboré estos documentos con malas intenciones", dijo, insistiendo en que no hubo falsificación y que si cometió errores, eran fruto de su inexperiencia y juventud. "Si tengo futuro como investigadora, quiero desarrollar estas células hasta que sean útiles por sí mismas y útiles para alguien", aclaró.
¿Traición?
En Japón se han tejido distintas maquinaciones, que incluso rozan al propio Centro Riken. La prensa duda que una mujer, en una sociedad tan machista como la nipona, y tan joven, fuera directora de una unidad de investigación (comenzó a trabajar a los 27 años en el centro), más aún, considerando que Japón tiene el porcentaje de científicas más bajo de todos los países desarrollados (14%). La prensa sospecha que Riken alabó la investigación, justo cuando debía pedir más recursos al gobierno.
Obokata evitó referirse a si Riken había usado su hallazgo para aumentar su reputación. Incluso, ante la pregunta de si se sentía traicionada por el centro, hizo una pausa y señaló: "Creo que no debería tener esa sensación".
Ante las agresivas preguntas, la joven estalló en llantos y abogó para que sus investigaciones continúen "y se pruebe que las STAP son reales".
Al final de la conferencia, su abogado, Kazuhiko Murotani, explicó la apelación que presentaron al centro, que anunció sanciones por haber "creado falsificaciones". Lo que hizo, explicó, fue combinar imágenes en el estudio, pero sin ninguna intención de engañar a la comunidad científica. "No hubiera habido dudas sobre la realidad de las células STAP si hubiera podido presentar los resultados en forma más apropiada", dijo.
Si el sistema de Obokata fuera posible, conseguir células madre sería más fácil y la solución a su escasez, y con ello, un nuevo paso hacia la regeneración de órganos y tejidos.