Que los chicos de secundaria sean adictos a lo nuevo, se muestren despreocupados del peligro o tengan actitudes arriesgadas e irreflexivas que atormentan a sus padres es común. ¿Pero qué hace que esas actitudes se prolonguen cuando ingresan a la universidad y según la ley ya son mayores de edad o adultos?

Un grupo de expertos reunidos esta semana en Nueva York y que publican hoy en la revista The Lancet una serie de investigaciones sobre adolescencia postulan que sólo a partir de los 25 años una persona puede considerarse adulta, ya que a esa edad es cuando su cerebro está completamente formado. Antes de eso, no está bien equipado para, por ejemplo, evaluar racionalmente el riesgo oresistir -como sí lo hace un cerebro adulto- a decisiones influenciadas por las condiciones estresantes o emocionantes. "Una serie de factores contribuyen a la construcción social de la adolescencia en diferentes períodos de la vida, incluido el auge de la educación, los medios sociales y la urbanización. Pero la adolescencia también tiene bases biológicas. Muchos comportamientos están asociados a los años de la adolescencia en muchas especies, y sabemos que el cerebro humano no madura hasta los 25 años", dice Robert Blum, profesor de la escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg .

El es uno de los autores que publica en Lancet y que postula -junto a varios expertos- que la adolescencia debiera entenderse como el período que se extiende entre los 10 y 24 años, ya que el desarrollo físico -que es lo que se ha considerado hasta ahora- no es suficiente para establecer el paso a la adultez.

De hecho, los expertos mencionan estudios que han revelado -a través de imágenes cerebrales- que las primeras áreas que maduran en el cerebro son las asociadas a las emociones, lo que explica por qué los actos de los jóvenes no son racionales y toman riesgos que ningún adulto asumiría. Y que la zona cerebral relacionada con el juicio y el control de los impulsos no termina de desarrollarse sino hasta los 25 años.

Susan Sawyer, de la U. de Melbourne, dice en su paper "Adolescencia: una fundación para el futuro de la salud", cómo el cerebro de un adolescente va cambiando hasta llegar a adulto pasando por el desarrollo cognitivo que se da entre los 10 y 14 años para llegar al desarrollo emocional y social de los 20 a 24 años. Sólo entonces, dice, una persona tiene un sentido más firme de la identidad, incluida la identidad sexual, logra estabilidad emocional, existe una mayor preocupación por los demás y la razón y el juicio son parte de sus decisiones (ver datos).

Maduración tardía

No son los únicos científicos que han planteado la extensión de la adolescencia. Los sicólogos clínicos de la U. de Virginia, Joe Allen y su esposa, Claudia Worrell, no sólo han postulado que la adolescencia es un "invento" de la sociedad postindustrial (después de los 50), sino que diversos estudios han revelado que los cerebros adolescentes en tiempos pasados eran más maduros que los actuales y que eso se debe a la progresiva sobreprotección paterna actual que les impide que accedan íntegramente al mundo de los "grandes". Esto, pese a que hoy tienen más bienes materiales que cualquier otra generación anterior, más años de educación y menos enfermedades. Los padres, sostienen, estarían retrasando la madurez del cerebro.

Carlos Acevedo, neurólogo infantil de la Clínica Alemana, dice que aunque en términos de volumen el cerebro humano está completo a los 12 años, tras esa edad comienza la organización sináptica. ¿Lo último que madura? Los lóbulos frontales, los que sólo se desarrollan tras los 22 años. "En esa zona están las funciones ejecutivas. Qué tan inteligente es el pensamiento, el pensamiento paralelo, la anticipación de las consecuencias de los actos, la flexibilidad en el cambio de las ideas, priorizar lo que es más importante. Todo esto se logra con la maduración de los lóbulos frontales", afirma.

El experto dice que los valores, la ética y la moral es lo último que aparece, ya que se trata de funciones superiores más avanzadas. Para que existan estas respuestas maduras y elaboradas, la mielinización -proceso por el cual las neuronas se recubren de mielina- es fundamental, y eso puede darse incluso hasta los 30 años. "Una persona a los 18 años o 20 sabe lo que es el bien y el mal, pero todavía es impulsiva. Por eso tenemos altas tasas de accidentes y suicidio entre los más jóvenes", dice.

María Eugenia Henríquez, pediatra y adolescentóloga de Clínica Santa María, dice que antes de los 25 años también hay diferencias a nivel del hipotálamo. "En los adolescente hay circuitos reverberantes de gratificación. Si aprende a gratificarse con alcohol o drogas (ese cableado) queda para siempre formado. Por eso el consumo precoz es más grave", dice.