Colo Colo pierde, pero sigue con vida. Su derrota por 2-1 en Río de Janeiro le da vida de cara a la revancha en el Monumental, el próximo miércoles. Y eso es lo que debe festejar el Cacique.

El cuadro de Macul, con muy poco le discutía el partido a un Botafogo sin muchas luces. Nunca al extremo de ser protagonista, lo que tenía encolerizado a Pablo Guede. Claro, si un equipo de Guede no tiene la pelota, difícilmente funciona. Ni Jaime Valdés ni Ramón Fernández tomaban el control del balón. Pases sin intención, muchos errados, le permitían a los brasileños generar una sensación de dominio muy engañoso, pero que igual presiona al elenco que se ve disminuido en el campo.

De todas formas, Botafogo generaba poco y nada. Empujaba, con chispazos de Camilo y Montillo, y nada más. En Copa Libertadores, sin embargo, los detalles matan o dan vida. Y la salida por lesión de Matías Zaldivia, a los 20 minutos, fue una circunstancia que trastocó todos los planes del Cacique.

En una apuesta que acostumbra Guede (no por eso justificada), la banca alba dispuso que Gonzalo Fierro ocupara el puesto del stopper derecho, con la misma función del argentino. Colo Colo no alcanzó a reacomodarse, cuando a los 30' Botafogo se encontró con la apertura de la cuenta: con los contenciones muy metidos entre los centrales, Ayrton tomó libre la pelota fuera del área y sacó un remate al palo derecho de un lento Villar, oxidado quizás por su falta de competencia.

El gol encendió el ánimo de los cariocas, que aumentaron la presión sobre una golpeada escuadra chilena, que no despertaba. Las fallas se multiplicaban, especialmente en mediocampo. El infortunio hundió todavía más a los nacionales, cuando a los 40 minutos un despeje apurado de Baeza rebotó en el cuerpo de Esteban Pavez y se metió en propio arco. Una jugada de esas que duelen mucho, por la mala suerte y por el cúmulo de errores que la generaron.

Cabizbajos, obviamente, los jugadores de Colo Colo se fueron al camarín maldiciendo todo. Guede tenía 15 minutos para cambiarle la cara a su equipo, al borde del nocáut. Atinó el argentino, porque mandó a la cancha a Pedro Morales y al peruano Christofer Gonzales. Sacó a Fernández, de nefasta noche, y a Véjar, quizás el mejor de los albos en la primera fracción.

Canchita rápidamente hizo olvidar al Huachipato, eso sí. Con su gambeta y su desfachatez, empezó a generar peligro por la banda izquierda. Morales, en tanto, le dio fluidez al juego del cuadro popular. Y con él se activó Valdés. La confianza se recuperó y se reforzó con el descuento de Esteban Paredes a los 51', con una mediavuelta que sorprendió a Fernández, el portero local. Con este gol, además, el artillero sumó 19 goles con Colo Colo en la Copa Libertadores y quedó a uno de Chamaco Valdés e Ivo Basay, los máximos anotadores del club en esta competencia.

Ahora el conjunto tocado era Botafogo. Pese a la ventaja, la anotación de visita de los chilenos dejaban la llave totalmente abierta, por la bonificación de la conversión fuera de casa. El empate rondaba, Rivero pudo resolver mejor dos o tres jugadas, pero la falta de fineza del uruguayo se notó.

En los 88 minutos, Paredes tuvo un tiro libre ideal para su zurda. Fernández la sacó y en la siguiente jugada, el árbitro Soto se comió una mano grosera de la defensa de Botafogo. Era el empate que no llegó, que merecía Colo Colo por su segundo tiempo.

En la Copa Libertadores, sin embargo, lo importante es llegar con vida a la definición. Y los albos tienen la ilusión encendida, porque un triunfo por la cuenta mínima en el Monumental le da la clasificación a la siguiente ronda del torneo.