"Comunidad Edificio Fernández Concha, buenas tardes, ¿con quién tengo el gusto de hablar?". El que atiende el teléfono es Jorge Olivares (70), mayordomo de un edificio residencial de Las Condes. Entusiasta, dice que llegó a trabajar a la propiedad, ubicada a cuadras de la Plaza San Enrique, hace tres años.
Inicialmente contratado como nochero, hace seis meses lo ascendieron. Hoy no sólo es la mano derecha del administrador del inmueble, también es el jefe de 10 personas que se desempeñan como conserjes, auxiliares y jardineros en la vivienda de 22 pisos. ¿El secreto de su éxito? Un prendedor que Olivares lleva orgullosamente amarrado a su corbata azul y que dice Mayordomo Certificado.
El distintivo de color dorado fue entregado a Olivares en 2010, por la Escuela de Servicios Inmobiliarios Caleu (Edsi), cuando se graduó. Ubicada en la calle San Diego, se trata de un instituto que desde 2005 capacita de forma pionera al personal de edificios.
Tres mil trabajadores ya han pasado por sus aulas. Provienen de edificios de todo Santiago (desde San Bernardo a La Dehesa) y allí aprenden a utilizar al dedillo la caldera o toman el curso OS-10 que exige Carabineros para desempeñarse en control de acceso, pero además cursan ramos como atención a clientes, manejo de conflictos, mantención de aseo, piscina, expresión oral y escrita y prevención de riesgos.
Si el alumno proviene de edificios corporativos, le enseñan también técnicas de defensa personal, "para que puedan reducir al delincuente sin dañarlo y esposarlo", explica el gerente general de la Escuela Caleu, Cristián Silva (39).
En busca de esa experticia llegó Olivares a la escuela. Ex administrador de los cines Gran Palace, dice que en marzo volverá a las aulas de Caleu para estudiar el módulo de computación. "El nivel del personal de edificio es bajo. De hecho, algunos llegan como guardias y luego se convierten en mayordomos sin ningún tipo de educación. No nos podemos quedar sólo con lo que aprendemos adentro de los edificios. Antiguamente, el conserje era el que regaba, barría o buscaba las cartas, ahora es un profesional que tiene que estar al día", señala el mayordomo que puso a prueba todo lo aprendido para el terremoto de febrero.
Cuando las calles de la ciudad comenzaron a serpentear, Olivares y su compañero de noche anclaron rápidamente los ascensores, cortaron el gas, la luz, y apoyados por una linterna de mano fueron piso por piso, evacuando a los propietarios. "Traté de tranquilizarlos para que no entraran en pánico y por ningún motivo bajaran a los estacionamientos subterráneos, ya que se podían derrumbar. Ese día se hizo carne toda la preparación", comenta quien pagó él mismo el curso y mandó una sensible carta de agradecimiento a la escuela tras el sismo.
Al conserje José Domingo Nahuel (28), en cambio, le financiaron el Programa de Mayordomo Certificado los mismos propietarios del edificio Jardines de Pocuro, de Providencia. Dice que se enteró de la malla curricular de Caleu por internet y que se inscribió, porque "quería brindarle un mejor servicio a la comunidad".
Gracias al estudio, pasó de ser auxiliar de aseo a supervisor y luego, a mayordomo de la propiedad donde trabaja hace ocho años. Hoy recibe el doble de sueldo gracias al prendedor en sus ropas.
Los cursos son mensuales (el último comenzó el 24 de enero) y cuestan desde 18 mil hasta 800 mil pesos, dependiendo de la cantidad de módulos en los que el alumno se inscriba. Para ser Mayordomo Certificado Profesional, los conserjes pagan al menos $ 170.500, costo que, según Cristián Silva, debiera añadirse a los gastos comunes de los propietarios. "Aunque los edificios no tienen fines de lucro, son empresas que contratan personal y éste es el que nos salvará la vida el día de mañana. Todos los que vivimos en comunidad alegamos que se quedan dormidos o miran el techo, pero si queremos tener al mejor, hay que capacitarlos", explica.
Silva explica que la idea de profesionalizar a conserjes surgió de una falencia descubierta por Caleu en sus 25 años de trayectoria como distribuidora de insumos (desde una ampolleta a un tacho de basura), para el 80% de los edificios de Santiago. "Aunque por ley este tipo de vivienda tiene que tener un reglamento y un plan de emergencia, en la realidad esto no se cumple y sólo se fiscaliza cuando ocurre un accidente. Si se estima que hay 15 mil edificios en Santiago y 60 mil puestos de trabajo son ocupados por conserjes, mínimo que tengamos profesionales que sepan manejar a la perfección una manguera de red seca, un extintor o hacer primeros auxilios si uno de nuestros hijos se cae a la piscina", finaliza Silva.