Señor director:

Hoy se cumplen cuatro meses desde que se produjera en Honduras el golpe de Estado que terminó con la destitución del presidente constitucionalmente electo de ese país. Tras el retorno clandestino de Manuel Zelaya, con asilo en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, la situación de Honduras es compleja. A casi un mes de las elecciones generales, la coexistencia de dos "presidentes" en un mismo territorio -Zelaya y el gobernante de facto, Roberto Micheletti- constriñe al país centroamericano en la agudización de su crisis económica y anticipa un polarizado choque popular el próximo 29 de noviembre, día en que las urnas debieran acotar el conflicto.

Si bien la comunidad internacional ha actuado con celeridad y decisión, queda en evidencia la debilidad de la OEA y la ONU como organismos multilaterales competentes en un conflicto dilatado por falta de fuerza y liderazgo regional, donde los esfuerzos y sanciones han sido principalmente bilaterales.

El deslegitimado escenario electoral que se avecina en Honduras probablemente determinará un resultado no reconocido ni aceptado por una de las partes, con la consiguiente apelación al seno internacional por la otra, sin que ninguna de las dos se haga cargo de las consecuencias de dicho proceso. Este evento someterá a una nueva evaluación a nuestros organismos multilaterales, prolongando la crisis, así como la dictadura y sus secuelas en el desarrollo económico social de Honduras y de la región.

Ramón Rada Jaman