Se ha preguntado cómo tras un terremoto se encuentren sobrevivientes luego de varios días bajo los escombros. Situaciones de ayuno extremo así, provocan que el organismo active un proceso de autofagia celular por el que cada célula usa como combustible una parte de ella para seguir funcionando. En otras palabras, se "come a sí misma" hasta recibir nuevamente nutrientes.

Este proceso biológico de limpieza o reciclaje ocurre en todas las células y su activación o desactivación es fundamental en la defensa ante infecciones, en el envejecimiento y en enfermedades como el cáncer. En el caso del alzheimer o el parkinson, por ejemplo, este proceso de recolección y eliminación de desechos no funciona y proteínas tóxicas se acumulan originando la enfermedad.

Yoshinori Ohsumi (71) es un biólogo japonés que en los 90 descubrió 15 genes relacionados con la autofagia en el ser humano, un avance tan espectacular que ayer fue reconocido como el Premio Nobel de Medicina. En los últimos 20 años, solo tres investigadores han sido galardonadas en forma individual y no colectiva.

Ohsumi nació en Fukuoka en 1945 y se doctoró en la U. de Tokio en 1974. Posteriormente realizó un postdoctorado en la U. de Rockefeller de Nueva York, pero casi toda su investigación la ha realizado en su universidad. Sólo hace 15 años se trasladó al Instituto de Tecnología de Tokio.

El Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia), que entrega el premio, destacó que "sus descubrimientos llevaron a un nuevo paradigma en nuestra comprensión de cómo la célula recicla sus contenidos".

Ohsumi descubrió los genes que regulan la autofagia en levaduras, luego identificó las proteínas que las células producen a partir de estos genes y además demostró que no sólo organismos simples como las levaduras realizan autofagia, sino también las células de animales y por supuesto, las humanas. La Academia describe que "en una serie de experimentos brillantes (…) Ohsumi identificó genes esenciales para la autofagia".

El científico dijo que "quería hacer algo distinto del resto de la gente, pensaba que la auto-descomposición iba a ser un tema interesante". Según explicó, "el cuerpo siempre está repitiendo el proceso de autodescomposición o canibalismo, y siempre hay un delicado equilibrio entre formación y descomposición. En esto consiste la vida", señaló.

El director del Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas, ACCDiS, Sergio Lavandero, destaca que gracias a la autofagia se remueven todos los elementos que ya no sirven al interior de la célula, incluso estructuras de ella misma que estén funcionando mal.

"El primer descubrimiento y por el que se acuñó el término autofagia fue de Christian de Duve, belga que también ganó el Nobel en 1974. Durante 30 años se hicieron muy pocos hallazgos en esta materia", dice. Respecto del reconocimiento individual, el director del Accdis comenta que Ohsumi fue sin duda "el más relevante del área".

Claudio Hetz, director alterno del Instituto de Ciencias Biomédicas llegó este fin de semana de Japón y revela que entre los investigadores el nombre de Ohsumi era el principal candidato al Nobel. "Descubrió toda la maquinaria molecular detrás de la autofagia. Un tema que hasta antes de él, era muy poco explorado", dice.

Infartos y alzheimer

En las células, la autofagia puede ser o no beneficiosa, según el contexto, dice Lavandero. "Cuando ocurre un infarto al corazón, por ejemplo, las células cardíacas quedan sin irrigación y para sobrevivir se activa a la autofagia. De esa manera, logran sobrevivir pese a no recibir sangre".

En otras circunstancias, como en enfermedades neurodegenerativas (alzheimer, o parkinson), la autofagia no se activa y las proteínas alteradas se acumulan. Hoy existen medicamentos para manipular la autofagia, según se requiera, pero todavía no se conoce bien el proceso de activación o desactivación. Por lo mismo, grandes compañías tecnológicas y farmacéuticas investigan nuevas formas de manejo de este proceso.