Señor director:

Culpar al transporte de la lentitud de los desplazamientos en la capital es tan absurdo como culpar de su lentitud a la muleta de un cojo. Esto no es asunto del Transantiago, sino un vicio territorial. Debemos reparar el absurdo-país de la inequidad territorial consentida por décadas de administración  equivocada, que ha reunido a cerca de la mitad de la población nacional en el 2% de su territorio. Hemos construido una ciudad-país porque el país está ciego, además de cojo, frente a hechos evidentes.

Santiago es un monstruo, hijo de  conveniencias electorales y comerciales, pues a mayor concentración de población e inversiones, más fácil captar votos y mejores negocios para ricos y peor vida para los pobres. Si desconcentramos inversiones en el territorio  se acabará el cojo.

Ramón Delpiano