Cuando Thomas Müller anotó el tanto de Bayern Munich, el mundo se vino abajo para los jugadores de Chelsea. De nada había bastado batallar por 83 minutos, porque ese par de segundos era un castigo máximo, una ocasión para bajar los brazos de cualquiera. Menos de Didier Drogba, el jugador más odiado de la Liga Premier, quien en el que puede ser su último partido en Chelsea anotó el empate y se despidió con el título más codiciado en la historia del club y en la suya personal. Una manera de romper un maleficio y marcharse como el ídolo que todos los hinchas de los "Blues" nunca olvidarán.
La dosis de tensión y espectáculo que tuvo la final de la Champions bien puede escribir un guión cinematográfico. Tras la tanto de Müller, tuvo una respuesta inmediata del delantero marfileño, quien otra vez fue el héroe de su equipo con un gol a dos minutos del final, suficiente para forzar al menos una prórroga.
En la cabeza del delantero africano de 34 años sonaba fuerte esa final de 2008, cuando se fue expulsado y su equipo cayó en la final por penales ante Manchester United, tras igualar 1-1. Un sonido que se hizo aún más fuerte en el momento de cometerle el penal a Frank Ribery. La mala ejecución de Arjen Robben sentenció el ánimo muniqués y el portero de los ingleses, el checo Petr Cech, comenzó a convertirse en figura tras una gran tapada.
Un penal atajado a Iviça Olic en la definición le permitió refrendarlo. Sobre todo cuando Drogba sentenció el 4-3 definitivo en los penales, después de que Juan Mata fallara en el primero de los lanzamientos ingleses.
El título de Champions League, el primero de los "Blues" en su historia, es la gran revancha de Drogba, quien por ahora descartó seguir otra temporada con el club, pese a que la dirigencia insisten en renovarle. Aunque tiene tres ligas inglesas, seis copas y dos supercopas con Chelsea; la gran deuda del marfileño era un torneo internacional. Lo tuvo todo en 2008, pero su error dejó al equipo sin ánimo para enfrentar los lanzamientos penales. En la última Copa de Africa 2012 con Costa de Marfil pudo levantar el trofeo, pero los groseros fallos de Kolo Touré y Gervinho le dieron el triunfo a Zambia.
Mucho premio para un delantero problemático, elegido por sus pares como el futbolista más odiado del campeonato local. Complicado. Duro en el mano a mano, que le gusta simular mucho ("Es parte del juego", dijo en una entrevista), que justifica los golpes y maneja los arbitrajes. Razones suficientes para que muchos no quisieran el éxito que hoy celebra el africano.
El "nuevo rico"
El caso de Chelsea merece un capítulo aparte en la nueva historia del fútbol. Fue el primer equipo del mundo que se valió de una fuerte inyección de dinero para proyectarse entre los mejores del mundo, argumento que genera algunos detractores en la elite del fútbol, que califica a estos "nuevos ricos" como clubes con dinero, pero con poca representación en la historia. En el caso de los "Blues", un equipo de un barrio residencial de clase media, su escasa raigambre londinense lo alejaba de otras instituciones fuertes como Arsenal, Tottenham o el popular West Ham United.
Sin embargo, la inmensa inversión del magnate ruso Roman Abramovich, quien en 2003 se hizo cargo del paquete accionario de la institución tras pagar cerca de 180 millones de dólares, ha llevado en la actualidad a reconocer al cuadro azul como el quinto más popular del Reino Unido con 1,4 millón de simpatizantes.
No es poco, ya que en estas nueve temporadas el club se ha gastado la increíble cantidad de 1.150 millones de dólares en fichajes que, de todas maneras, han rendido los frutos esperados con 11 títulos nacionales y la coronación de esta Liga de Campeones, la primera en la historia del club.