EL fenómeno de la "canción pegada" fue estudiado por primera vez por un grupo de alemanes y le acuñaron el término earworms, que significa gusanos en el oído, y que le puso nombre a esa sensación que nos deja una canción cuando queda dando vueltas en nuestro cerebro. El profesor estadounidense de la Universidad de Cincinnati, James Killary, realizó una encuesta a 1.000 personas para ver qué tan común le ocurría esto a la gente. ¿Los resultados? El 99% dijo haber experimentado este fenómeno y 50% declaró que le ocurría con frecuencia. Con esto, el investigador se propuso determinar por qué ocurre esta picazón cognitiva, que sólo se alivia repitiendo y repitiendo la canción en nuestra cabeza involuntariamente. Para ello formuló tres posibles causas.
La primera causa es la repetición: en su estudio, una gran cantidad de los encuestados dijo tener pegada las canciones que se repetían mucho. El ejemplo más cercano es lo que ocurrió el último verano con la brasileña "Nossa, Nossa". ¿Es usted de los que llegó a odiar esta canción de tanto escucharla? El investigador señala que ante una frase o secuencia que se repite, el cerebro posteriormente hace eco de este patrón a medida que la información musical se procesa.
Otra causa es la simplicidad musical: las canciones simples son más propensas a provocar picazón en su cerebro. Eso explicaría por qué las canciones para niños suelen quedarse pegadas en nuestra cabeza. Y un último factor, pero no menos importante, es la incongruencia: cuando en una canción suena algo inesperado o aparecen compases y tonos irregulares también se provoca un cosquilleo cognitivo.
Para la psicóloga musical de la Universidad de Londres, Vicky Williamson, los earworms son parte de un fenómeno mucho más amplio que llama "memoria involuntaria". Se trata de algo que también ocurre con la comida cuando, por ejemplo, tenemos esas súbitas ganas de comer algo específico o cuando, de la nada, recordamos a ese amigo que no hemos visto en años. Según la especialista, la música se puede codificar de muchas maneras. Esto se llama estímulo multisensorial, el cual explica que la melodía no sólo entra por el oído, sino también por imágenes que nosotros le atribuimos y que el cerebro recopila de forma personal y emocional, logrando que guardemos mejor ciertas canciones en nuestra memoria.
Pero hay otros especialistas que sugieren que la música se queda en la cabeza por un tema de evolución. Uno de ellos es Daniel Levitin, de la Universidad de McGill, en Montreal, experto en neurociencia de la música, quien explica que siglos atrás necesitábamos recordar la información de alguna forma. Por ejemplo, para saber qué alimentos eran venosos y cuáles no, o cómo cuidar una herida para que no se infecte, era más efectivo aprenderlo junto a una melodía, ya que así se podía memorizar mejor la información necesaria. Esto, porque el lenguaje escrito fue posterior al ser humano. Levitin agrega que la combinación de ritmo, rima y melodía proporciona un refuerzo a las señales que hacen que las canciones sean fáciles de recordar por sobre las palabras solas.
Es más. Algunos neurocientíficos sugieren que el hecho de que algunas canciones se estén repitiendo constantemente permite que entrenemos nuestros cerebros desde que somos niños para reconocer algunos patrones musicales, lo que explicaría que algunas canciones ya gastadas de tanto sonar se acomoden fácilmente en nuestro cerebro, los cuales activan esos patrones que tenemos profundamente grabados en la cabeza.
Pero ¿cómo sacarnos la canción de la cabeza antes de que nos vuelva loco? Levitin recomienda que pensemos en otra canción para que nos haga olvidar la primera. Williamson, por otra parte, dice que lo mejor para los earworms es hacer otras actividades que impliquen algo de concentración, como un crucigrama o salir a correr. Eso sí, puede pasar que la canción que lo cure termine siendo la próxima que se quede atascada en su cabeza.
Earworms: los culpables de que se nos peguen las canciones
Los expertos los definen como gusanos en el oído, que entran cómodamente al cerebro por la simpleza de las melodías o por compases inesperados.