"¿Es verdad que cierran?". "Vengo por el último café antes de que cierren", comentaban ayer algunos clientes al acercarse a la barra del café Samoiedo, que luego de 60 años de existencia servirá sus últimos expresos y cortados el 30 de junio próximo. El local, creado por inmigrantes de Génova en la década del 20, fue el primer café-restaurante de la calle Valparaíso y se convirtió en todo un icono de Viña del Mar.
Abogados, médicos, empresarios, ex uniformados, familias completas han pasado por sus mesas. Porque, entre otras cosas, en el Samoiedo la conversación social abunda, al igual que el cierre de negocios. Figuras como Don Francisco, el fallecido Julio Martínez, la ex primera dama Luisa Durán, futbolistas y el ministro de Educación, Joaquín Lavín, han sido atendidos en el café.
"Hace tiempo lo pensábamos y ya lo decidimos, el 30 de junio cerramos. En el fondo, todo es plata, negocio, el problema es que no es rentable", dice, como sin querer explicar mucho, Giancarlo Aste, su actual administrador, quien confirma que el inmueble será entregado en arriendo a una compañía de teléfonos móviles.
Al empresario le cuesta hablar. En 1957, su padre, Juan Aste -un comerciante porteño-, asumió la administración del local. Por 10 años los resultados fueron buenos, tanto, que adquirió la propiedad de 600 m2. Luego, en 1978, también compró un pequeño local en la galería Florida, abrió una gelatería y una pequeña cafetería. Allí continuará el café Samoiedo.
Justamente, la estrategia que quiere seguir Giancarlo Aste es abrir locales pequeños y en distintos puntos de la región. ¿La razón? Un gran local de dos pisos no logra mantenerse ocupado en la actualidad.
El cierre del tradicional local implicará que alrededor de 45 personas, entre mozos y cocineros, pierdan su trabajo. Renato Quiroga es el garzón más antiguo del Samoiedo. "Llegué a los 18 años y me iré con 67. Es toda una vida. Una pena inmensa, muchos recuerdos. A mi señora la conocí aquí, porque trabajaba también, y nos casamos", cuenta. Al igual que él, Ricardo Mendoza atendió por 40 años el lugar. Ayer, al enterarse del cierre no dudó en ir por un café y una visita a sus compañeros.
"Un cliente me contó y bajé temprano a tomar el último café. Es una pena, uno es parte de la familia. Conocí clientes que los sentaban niñitos sobre el bar y ahora son médicos, abogados", contó.
Ambos coinciden en que el lugar fue el punto de reunión de la ciudad. Sobre todo en verano. "Pasaba lleno en verano, hasta 3.00 ó 4.00, cuando el Festival duraba un mes", recordó Mendoza.
Uno de los grupos que más sentirá el cierre del Samoiedo son los integrantes de la llamada "Mesa de los comandantes". Iniciada en 1955, pero formalizada desde 1998, todos los días, entre 11.30 y 13 horas, oficiales en retiro de las FF.AA. se reúnen con sus pares en el café.
"El Samoiedo es para Viña del Mar una marca que trasciende la ciudad y llega al extranjero", reconoce Jorge Acevedo, uno de los 15 miembros de "la mesa". Otro de sus fundadores, Edison Pérez, comenta que el grupo deberá someter a votación cuál será su nuevo lugar de reunión ahora que el cierre del café está confirmado. "Será una pena tremenda", dicen resignados.