Con un escándalo y bastante polémica terminó la jornada de ayer de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. En las semifinales de la esgrima femenina, la surcoreana Shin A Lam empataba 5-5, en el alargue, con la alemana Britta Heidemann, lo que le daba el pase directo a la final de la especialidad para ir por la medalla de oro, ya que tenía la iniciativa.
Quedaba muy poco tiempo para que se concretara la victoria de la asiática, cuando el cronómetro oficial comenzó a presentar problemas, dejando de avanzar.
El combate se detuvo y los jueces decidieron prolongarlo y situar el cronómetro en un segundo. La determinación provocó molestia en el staff de la surcoreana, que se acrecentó cuando el reloj continuó con desperfectos.
Desesperados, los miembros del equipo técnico de la representante de Corea del Sur le reclamaron a los árbitros, ya que había pasado más del segundo que se había dado, por lo que correspondía declarar la victoria de Shin A Lam.
Las quejas de los asiáticos no sirvieron y la batalla se reanudó. Esta vez, el cronómetro sí avanzó, y también la deportista germana, pues tocó a su rival, justo en el segundo final, y se puso 6-5 por delante en el marcador, con lo que ganaba e iba por la presea dorada.
Ante la derrota, la coreana, quien ya estaba muy nerviosa en los últimos momentos debido a los problemas con el cronómetro, rompió en llanto, mientras que su entrenador les gritaba a los jueces y movía los brazos reclamando que otra vez había pasado más de un segundo, por lo que su pupila debía haber sido la ganadora.
De hecho, hicieron un reclamo formal y le solicitaron al Comité Técnico que la declarara triunfadora, pero estos oficializaron a Heidemann como vencedora por 6-5 en la prolongación.
Shin A Lam, desconsolada, se quedó sentada durante una hora llorando en la pista, en señal de protesta, en medio de pifias y aplausos de parte del público presente en el ExCel Centre.
Los árbitros le dijeron que no había vuelta atrás, que debía retirarse, pero no hizo caso. Hasta que un segundo encargado la convenció y la hizo abandonar, esta vez sólo entre aplausos.
Jae Sung Shim, entrenador del equipo surcoreano, expresó que "todos los árbitros dijeron que entendían nuestra posición", e insistió en que el tocado definitivo estuvo fuera de tiempo.
El escándalo retrasó la jornada y la surcoreana no tuvo más consuelo que ir por el bronce, pero cayó por 11-15 ante la china Yujie Sun. Mientras que la ucraniana Yana Shemyakina venció a Heidemann por 9-8 en el desempate y se llevó el oro.