Fue un crimen. El peor que puede cometer una modelo. Engordar. Y el mundo se le vino abajo a la australiana Gemma Ward. Cuando ocurrió la "tragedia", a fines de 2007, era una de la 10 maniquís mejor pagadas del mundo, con ganancias por tres millones de dólares al año. Tenía el título de "súper modelo". Podía ganar unos 11 millones de pesos por desfile y 1,3 millón de dólares por publicitar un perfume de Calvin Klein. Llevaba 24 portadas de la revista Vogue. Su belleza era calificada de "irreal", "etérea", "fuera de este mundo". Y con esos ojos enormes mirando desde los carteles de Prada o Burberry, lideraba un movimiento de modelos con cara de muñeca y cuerpo de niña. Pero todo terminó cuando apareció sobre la pasarela con un bikini de Chanel que mostraba sus "nuevas curvas", su reciente figura "madura", "grande", "hinchada", como describían los blogs especializados.

Ward tenía 20 años, había subido poco más de siete kilos y en los fríos cuarteles del modelaje su carrera se daba por "terminada". Pero otro golpe llegó semanas después, con la muerte del actor australiano Heath Ledger. El protagonista de Secreto en la montaña había comenzado hacía dos meses una relación con la maniquí cuando fue encontrado muerto por una sobredosis de pastillas, en enero de 2008.

Ward quedó devastada. Asistió al funeral. No dijo ni una palabra. Ni allí ni nunca. Apareció en algunas revistas y campañas más. Y no volvió a las pasarelas ni al cine, donde debutó con buenos comentarios en el filme The black balloon. Hasta ahora, cuando comienza su regreso con un pequeño papel de sirena en Piratas del Caribe 4: Navegando en aguas misteriosas. Hermosa y malvada.

"No había nadie como él, y no lo habrá nunca", contó Ward en enero pasado, reconociendo por primera vez su romance con Heath Ledger, en el diario australiano Sunday Herald Sun. Allí también volvió a posar tras ser paparazzeada caminando por Nueva York con una contextura que engrosó aún más tras la muerte de Ledger y que marcó su punto más bajo de su exposición pública. Una imagen que había sido tomada en 2009, cuando la modelo llevaba casi un año sin trabajar, y fue publicada por un blog donde arreciaron críticas e ironías por su peso.

Hoy la maniquí cuenta que el affaire con Ledger partió en noviembre de 2007, cuando ella "estaba pasando por un duro período", relata al Sun. "Le dije que ese momento no estaba interesada en tener algo sería con nadie. Y (Ledger) me respondió: 'bueno, sólo permanezcamos cerca, el uno para el otro, durante este difícil momento por el que ambos estamos cruzando'. Nos empezamos a ver y comenzamos una relación", comenta.

La pareja pasó la Navidad con sus familias en Perth, ciudad portuaria ubicada al oeste de Australia. Pero días después, Ledger tomó la sobredosis de medicamentos que le provoó la muerte, a los 28 años.

La reina de las sirenas

Ward no descarta su vuelta a las pasarelas. Aunque fuentes de la industria lo ven difícil. Pero ahora su foco está en la actuación. Tomó clases en el afamado Stella Adler Studio of Acting, por donde pasaron Marlon Brando y Robert de Niro, y en marzo debutó en las tablas en Perth, en un montaje sobre la obsesión por el físico y la cirugía estética. Tras The black balloon y Los extraños -filme donde es uno de los enmascarados que aterrorizan a Liv Tyler y su pareja-, ambas de 2008, su breve rol en Piratas del Caribe 4 marca su debut en las grandes producciones.

Allí es Tamara, reina de las sirenas. "Un montón de modelos han interpretado a sirenas y me parece que es un divertido rito para pasar del modelaje a la actuación", dijo Ward en el Sun. Mientras que Rob Marshall -el mismo de Memorias de una geisha y Chicago-, director de la cinta con Johnny Depp y Penélope Cruz, sigue apostando por la belleza de Ward. "Es muy linda y necesitábamos a alguien con rasgos realmente extraordinarios", señaló el realizador sobre esas facciones que la hicieron famosa.