A Montoya (27) lo adiestró Black Demon, el malo más célebre de Titanes del ring, el programa de televisión que inundó los hogares en los 70 y 80, y que hoy es un recuerdo de culto para treintones y cuarentones. Ahora es Montoya quien enseña patadas voladoras, llaves y caídas a los 80 niños de la escuela Guerrilla de Titanes, que funciona desde hace tres años en la Casa Revolución -en Av. 5 de Abril con las Rejas- y que es el semillero de la liga Revolución Lucha Libre (RLL).

La liga cobró fuerza hace tres años, luego de que un productor de eventos apostara por revivir esta disciplina-espectáculo, que después de 1984 entró en un largo silencio. Eso, hasta 2008, cuando decidió rescatarla.

Como organizaba las fiestas kitsch en la discotheque Blondie, el productor Patricio Hado estaba preocupado de fijar la vista en todo lo que oliera a "década de los 80". Un día llegó a un galpón y vio en acción a un par de luchadores. "Eran como los Rolling Stones con guitarras de palo. Peleaban increíble, pero les faltaba el concepto de espectáculo bien hecho, con un logo, una página web, trajes llamativos y nombres atractivos para el público", asegura.

De la mano de su Agencia Novedades, Hado decidió reanimar este tipo de espectáculos, que emulan los de la organización estadounidense de lucha libre, la Federación Mundial de Lucha (WWE), y de la empresa mexicana de lucha libre profesional, AAA. Para eso se acercó a los luchadores de la liga santiaguina y los animó a presentarse en espacios abiertos. Así nacieron las veladas de combate llamadas Guerra de Titanes, en el Club México y en el Teatro Caupolicán.

Hoy ya son 150 los miembros de la RLL -entre ellos, una decena de mujeres- los que, de tanto en tanto, ofrecen una performance que mezcla luchas "normales", "súper libres" (con sillas y mesas como armas) y "todos contra todos", entre otras. En el Caupolicán, cualquiera que prefiera ubicarse al lado del ring debe pagar $ 7.000; $ 4.000 si opta por galería. En el Club México, el precio por la entrada es único: $ 5.000.

El entusiasmo entre los capitalinos ha sido tal, que una vez al mes llegan hasta 1.000 espectadores a la arena de combate. Hado cuenta que los fanáticos se enteran por los afiches que ponen a la salida de las estaciones de Metro, por el boca a boca, su página web o Facebook. El éxito obligó a los gladiadores de la RLL a algo más: a producir sus propios DVD y fabricar su propio merchandising para satisfacer a sus consumidores.

Montoya es una de las figuras de estos encuentros masivos de lucha libre. A través de su pantalón de lycra, que combina a la perfección con una máscara amarilla y roja, deja ver su trabajada anatomía. "Es tanto el interés que esto está concitando, que la escuela Guerrilla de Titanes apenas da abasto para recibir a todos los interesados".

El es miembro de la RLL y, junto a la iniciativa comercial de Patricio Hado, quieren retomar la tradición y el esplendor de los Titantes del ring, el exitoso programa de TV, símil del show argentino Titanes en el ring. Fue un suceso televisivo entre 1971 y 1973 y, luego, entre 1980 y 1984. A fines de 2010, otra liga hizo el intento de volver a la pantalla chica, pero éste duró sólo una temporada en UCV TV.

"Yo fui por curiosidad el año pasado, pensando que me iba a encontrar con una mala copia de los shows estadounidenses. Pero la verdad es que me sorprendí gratamente", dice Claudio Ahumada, un ingeniero informático que se declara fan de estos nuevos titanes.

En cada uno de los combates que organizaron en el Caupolicán durante 2011, cautivaron la atención de 4.000 personas, entre ellos, a niños, jóvenes y adultos fanáticos de estos seguidores y tributarios de La Momia, Mister Chile y Rayo de Jalisco. Todos personajes recordados de la generación anterior.

El comerciante Carlos Pizarro los vio en una de esas galas y se transformó en su seguidor. Cuando puede, hasta lleva a su señora y su hijo de 15 años. "Me parece muy entretenido y bien producido. ¿Si es violento? No. Yo lo tomo más como un juego en el que te involucras con espíritu lúdico".

Sus cultores definen esta disciplina como un espectáculo que mezcla diversas artes marciales con boxeo y algunas técnicas propias.

Las reglas de este deporte-espectáculo no son muchas, pero sí indican claramente tres cosas que no se pueden hacer: golpear con los puños cerrados, dar golpes en la zona genital y atacar al contrincante mientras se encuentra en las cuerdas del cuadrilátero. A las mujeres no se les puede pegar en el pecho. Una pelea se gana si se logra que el adversario permanezca tres segundos con los hombros en el suelo. También, cuando éste se rinde.

Durante el verano, los luchadores harán un alto -hasta marzo- en sus veladas del Club México, para trasladar sus shows a la costa. Sin embargo, durante enero realizarán exhibiciones en algunas facultades de la Universidad de Chile que aún se encuentran en clases.

Ahí estará Coyote (27), otro de los más populares de esta nueva generación que, al igual que Montoya, se aproximó a este mundo tras conocer a uno de los Titanes del Ring. En este caso, su mentor fue Miguel Angel Fannfani, más conocido como Mister Dead. De él aprendió cuando tenía 12 años la técnica y el histrionismo. "Antes éramos súper amateur y, aunque creo que hemos avanzado mucho, nos falta camino por recorrer para ser cada día más profesionales", dice Coyote, productor de eventos y, además, profesor en la academia de futuros luchadores y de la que no quiere dar su nombre real.

Este no es un deporte para aficionados. Requiere horas de esfuerzo y entrenamiento. Montoya, por ejemplo, estudió preparación física, lo que le da mayor soporte a su desempeño. "Claro que en esto uno nunca termina de aprender", sentencia.

Para mantener un buen nivel, hace pesas y se entrena en la gimnasia olímpica. Además, se preocupa de que su alimentación sea alta en proteínas.

Coyote -que ha trabajado como extra de películas y teleseries, entre ellas, Piel canela, de Canal 13- coincide en que el trabajo físico debe ser constante y serio porque, además, ayuda a evitar lesiones. El luchador tiene algunas cicatrices que marcan su cuerpo y cara, pero nunca ha sufrido una fractura. "Eso es porque dominamos la forma en que caemos sobre el cuadrilátero", recalca.

Este año, la liga RLL espera concretar su sueño y tener su propia arena, con una capacidad para 300 ó 400 personas. Dicen que será en el centro de Santiago, en un lugar que ya tienen visto. "La idea es concentrar ahí los entrenamientos, la escuela y los espectáculos, para seguir deleitando a los fanáticos de este arte", dice Montoya. Pero Patricio Hado agrega algo más: "Y, ojalá, regresar a la televisión".