Walter Fernández fue un puntero izquierdo argentino, que tuvo su época de mayor gloria a mediados de los 80, cuando jugó en Racing de Argentina. Recordado por su velocidad y por la precisión de sus centros, en 1991 su carrera ya estaba en decadencia, pero aún así le bastó para ser una de las figuras del equipo de la Universidad de Chile.
La tarde del 25 de agosto de ese año, la "U" enfrentaba a O´Higgins en Rancagua y perdía por un gol de diferencia. Según crónicas de la época, cuando faltaban pocos minutos para el fin del partido, Fernández "aprovechó un rechazo, bajó el balón con el pecho y fusiló para decretar el merecido empate". Sin embargo, ni el gol ni el empate hicieron alegre la jornada para la barra de la "U".
La hinchada universitaria que esa tarde regresó desde Rancagua en metrotrén protagonizó uno de los episodios más recordados y violentos realizados por simpatizantes de un equipo de fútbol en el país. Durante un trayecto que duró cerca de dos horas, los barristas destrozaron y rayaron los carros, jugaron con los frenos de emergencia e ingresaron a una de las cabinas de control, destruyendo diversos aparatos e intimidando al resto de los pasajeros. EFE estimó los daños en 17 millones de pesos, hubo más de 90 detenidos y el Ministerio del Interior, entonces dirigido por Enrique Krauss, presentó un requerimiento por infracción a la Ley de Seguridad Interior del Estado.
Un protagonista del suceso fue el ex fiscal de la zona centro-sur y actual funcionario del Ministerio del Interior Alejandro Peña, entonces estudiante de Derecho de la UDP, quien en su condición de hincha de la "U" asistió al estadio El Teniente junto a dos amigos, ubicándose entre la barra oficial y la barra "Los de Abajo". También abordó el metrotrén para regresar a Santiago y fue uno de los detenidos por Carabineros en la Estación Central.
Tras permanecer recluido dos noches luego de su detención, Peña dio su testimonio ante el tribunal competente en Santiago, al igual que todos los líderes de la barra, incluido Claudio Hernández Kramer. En el relato, Peña detalla su participación en los hechos, el trayecto de regreso a Santiago y el momento de su detención:
"Partí de Santiago a Rancagua a las 9.30 horas. Al llegar, llamé por teléfono a (Nelson) Salinas, quien me fue a buscar a la estación, ya que me fui en tren. De allí fuimos al club O´Higgins a comprar las entradas para ver el partido. Nos fuimos a almorzar a la casa de Salinas con otro amigo de él, llamado Claudio, ignoro su apellido, pero también está detenido. Luego de almorzar nos fuimos al estadio y nos ubicamos en un lugar medio entre la barra oficial y la barra "Los de Abajo". Durante el partido no me percaté que hubiera algún tipo de desorden por parte de alguna de las barras. Alrededor de las 17.45 horas terminó el partido y nosotros tres nos fuimos caminando a la casa del "Salinas". Allí nos sirvieron bebidas gaseosas y sándwiches. Nos dirigimos a la estación y escogimos el metrotrén, por el valor económico del pasaje".
Junto a sus amigos, Peña abordó el tren de las 19 horas. Según declaró Oscar Muñoz, maquinista, con frecuencia ese recorrido presentaba gran cantidad de pasajeros, pero ese día, al menos 300 personas más de lo habitual. Según Muñoz, los carros estaban sobrecargados, había efervescencia y pasajeros con síntomas de haber ingerido alcohol. Pronto comenzaron los cánticos al interior del tren, a los que Claudio Rioseco, uno de los amigos de Peña, dijo haberse sumado. Así lo relató el ex fiscal:
"Nos subimos Salinas, Claudio y yo al último vagón del tren. Sólo alcanzó asiento el Salinas. Nosotros dos quedamos de pie, ya que ese carro estaba casi lleno de gente. Nos ubicamos cerca de la puerta que comunica con el penúltimo carro del tren. Alrededor de las 19 horas salió el tren en dirección a Santiago... A la altura de Graneros, unos 20 jóvenes de una edad entre 15 y 20 años, quienes venían saltando y cantando, comenzaron a sacar los tubos fluorescentes de la iluminación del carro, ante lo cual quedamos sin luz, encendiéndose las luces de emergencia. Al ver esto, sumado a que venían tomando alcohol con botellas de pisco y cajas de vino, decidimos los tres cambiarnos de vagón. Nos fuimos al penúltimo carro y nos sentamos en la escalinata que hay para bajar, antes de la puerta, que queda por dentro del vagón. Nos sentamos allí y yo me quedé dormido".
En el último carro, los barristas lanzaban los tubos por las ventanas y pateaban los vidrios. Poco antes de llegar a Linderos, salieron chispas de la máquina, las luces del control se encendieron y el motor se apagó. El metrotrén quedó detenido. Gino Ortega, ayudante del maquinista, quien no viajó en la cabina posterior por la violencia con la que ya estaba actuando la barra, revisó las condiciones y concluyó que los pasajeros habían roto el vidrio de esa cabina de comando y al ingresar a ella destrozaron el tablero indicador de fallas, los nanómetros y otros instrumentos, lo que causó que el tren se detuviera. La parada duró cerca de 20 minutos y el retraso encendió los ánimos. Los funcionarios abrieron las puertas para que la gente bajara mientras duraba la detención. "Subían y bajaban los muchachos y nos insultaban también, pues iban con gran desorden", declaró el maquinista Oscar Muñoz. Peña lo recordó así ante el tribunal:
"Desperté en un primer momento cuando el tren se detuvo en un lugar que ignoro dónde fue, por un buen rato, y no sabíamos qué pasaba. Después, el tren comenzó su marcha pasado San Bernardo. Comenzamos a sentir los pitos del vagón de atrás en forma de canto y allí nos dimos cuenta de que habían ingresado a la cabina. Esto nosotros lo dedujimos por la forma en que sonaba el pito. Posteriormente, sucedió que un montón de gente del último carro se pasó corriendo y en forma violenta al vagón donde veníamos nosotros y en ese momento nadie entendía lo que pasaba".
Cuando faltaban 500 metros para llegar a la Estación Central, uno de los hinchas activó el freno de emergencia, lo que volvió a detener el tren. Entonces, un gran número de los pasajeros descendió del tren por las ventanas, que se abrían de forma manual. Otros rompieron los vidrios para salir del tren. Los que se quedaron al interior del metrotrén decidieron cambiarse de vagón. Peña y sus amigos continuaban en el carro:
"Al llegar a Santiago, se detiene el tren, a la altura de Lo Valledor, y en ese lugar nos dimos cuenta de que se bajó corriendo un grupo numeroso de jóvenes y la gente que seguía en el último vagón continuaba cambiándose al carro en que veníamos nosotros. Posteriormente, el tren siguió su marcha al llegar a la estación y nos percatamos, en la estación misma, que un grupo de jóvenes bajaba por la ventana. Nos asustamos y decidimos mantenernos en el tren con calma, porque nada habíamos hecho".
Desde el metrotrén, según comentó uno de los amigos del ex fiscal en su declaración, era posible ver a un grupo de carabineros que esperaba al carro en los andenes de la Estación Central. "Concurrió un grupo de funcionarios policiales, cuyo número de integrantes no puedo calcular, pero podrían haber sido unos 50 funcionarios. El objetivo era controlar la bajada y adoptar las medidas de seguridad y constatar los posibles daños", declaró el sargento segundo de Carabineros Hugo Maureira. Los policías hicieron bajar a las mujeres y los niños y, con posterioridad, iniciaron el operativo. El ex fiscal declaró:
"Al detenerse el tren, vimos a un "piquete" de Carabineros que en forma violenta subieron al tren y en un primer momento no dejaron bajar a nadie. Subió un oficial de Carabineros con un bastón con corriente, ya que al intentar un tipo querer bajarse, ese oficial lo tomó del pelo y aplicó por su espalda el bastón y le aplicó corriente... En ese momento, yo y Nelson nos quisimos identificar como alumnos de Derecho y Carabineros le preguntó a él por qué tenía ese bolso, y él le explicó que estudiaba en Santiago y los carabineros lo dejaron ir. A mí me dijeron que en la comisaría se iba a arreglar todo. Al llegar allí nos sacaron fotos, nos filmaron con video y teníamos que decir el nombre y posteriormente nos remitieron a la Penitenciaría".
Según carabineros que participaron del operativo, los detenidos -entre ellos Peña- no opusieron resistencia y no hubo gritos ni gestos de violencia. El último carro era el más perjudicado y se encontraba prácticamente vacío. Según los policías, al llegar a la capital, mucha gente se pasó al penúltimo vagón para eludir su responsabilidad en los daños. Los detenidos fueron llevados a la 21° Comisaría de Santiago y, posteriormente, al centro de detención preventiva Capitán Yáber. En su declaración, los uniformados dicen haber aprehendido a "los varones que iban en los últimos dos vagones y que conforme a sus ropas aparecían como miembros de la barra", algo que el ex fiscal Peña negó:
"No conozco a los individuos que hicieron los desmanes, pero los vi y los podría identificar. Deduzco que eran de la barra. No soy ni de la barra oficial ni de la barra "Los de Abajo", incluso, cuando voy al estadio me coloco en las tribunas. No conozco a los que dirigen la barra y no sé si reciben instrucciones para actuar de una forma determinada. No pertenezco a ningún tipo de movimiento, ni político ni dentro del club... Mi actuación es la que he manifestado anteriormente. Sólo fui espectador de los hechos que ocurrieron en un primer momento, porque después me cambié de vagón".
Para su declaración judicial, Peña acompañó un certificado de alumno regular de la carrera de Derecho en la UDP, que acreditaba que en 1991 cursaba asignaturas de quinto año y derecho administrativo de tercer año. También hizo referencia a cómo financiaba sus idas al estadio y reclamó por el procedimiento policial del que fue objeto:
"Los gastos de entradas al estadio y pasajes me los financio yo, ya que trabajo con una compañera de universidad en una oficina particular y llevamos casos con el patrocinio de mi padre, que es abogado... Ignoro quiénes fueron los que provocaron los desmanes y destrozos, sólo puedo agregar que yo no tuve ninguna participación en ellos. Debo manifestar que en el tren vi a algunos de los que iban en el último vagón que iban ingiriendo bebidas alcohólicas como pisco, vino, etc., pero no sé quiénes eran, ya que no los conozco... Debo hacer presente que el procedimiento usado para detener a las personas que nos encontrábamos en el metrotrén y el posterior trato de delincuentes del que hemos sido objeto me parece inapropiado e injusto".
El mismo día de su declaración, dos días después de haber sido detenido, Peña fue dejado en libertad. El requerimiento del Ministerio del Interior no prosperó. A comienzos de septiembre de 1991, la Corte de Apelaciones de Santiago se inhabilitó y remitió los antecedentes a su símil de Rancagua, tribunal que por falta de antecedentes sobreseyó la causa en octubre de ese año.