ARGENTINA FUE remecida al conocer las nuevas cifras oficiales de pobreza, según las cuales hay 8,8 millones de pobres -1,7 millones de los cuales son indigentes-, esto es, el 32% de la población. La última vez que se entregó esta estimación por parte del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos -Indec- fue en abril de 2014, que alcanzó un inverosímil 4,7%. A partir de ahí el entonces gobierno kirchnerista determinó no seguir publicando la estimación de la pobreza, por considerar que era una "estigmatización".

El Indec había sido intervenido por el gobierno en 2007, lo que derivó en una constante manipulación de las estadísticas oficiales, que permitió ocultar las desastrosas cifras económicas como resultado de las políticas populistas de la era Kirchner. El Presidente Macri tomó el acertado compromiso de terminar con esta intervención estadística y recuperar la confiabilidad de las cifras oficiales. Con ello no sólo fue posible sincerar la realidad de la pobreza, sino también de la inflación, la que tal como anticipaban distintas mediciones privadas, está muy por encima de lo que indicaba el Indec.

El falseamiento de las estadísticas oficiales provocó graves daños en Argentina. Su pérdida de credibilidad en los mercados internacionales, y la subestimación artificial de la pobreza e inflación hicieron incurrir en altos costos a los propios argentinos, al privar de asistencia a personas que necesitando ayuda, no la recibieron porque "oficialmente" aparecían con un mayor nivel de bienestar. Sin datos confiables las políticas públicas actuaron a ciegas, y en el afán de manipular los precios se cayó en controles de cambio y el surgimiento de mercados "negros".

Con la llegada del Presidente Macri Argentina está dando valiosos pasos para volver a insertarse en los mercados externos, acceder a financiamiento y creando condiciones para que la inversión retorne y la economía vuelva gradualmente a funcionar con normalidad.