EN 1967, el antropólogo Richard Leakey (hijo de Louis y Mary, dos de los más respetados arqueólogos británicos) emprendió una arriesgada expedición al río Omo, en Etiopía. En el viaje sufrió un ataque de cocodrilos que destruyó los botes y al que apenas sobrevivió…todo para satisfacer los deseos de Haile Selassie, por entonces emperador del país africano. Durante un almuerzo en que se planificaba la creación de un museo, el monarca había encarado a Leakey y le preguntó por qué nadie había encontrado un fósil de relevancia en su territorio.

Tras recibir la autorización para viajar a Omo, lo que Leakey encontró superó las expectativas del monarca: un cráneo y su esqueleto, junto a otro cráneo parcial. Los análisis iniciales revelaron que se trataba de Homo Sapiens, es decir, humanos modernos. La duda estaba en la edad de los especímenes bautizados como Omo I y II: Leakey estimó que solo tenían 130 mil años. Pero luego de décadas de estudios realizados por la U. Stony Brook (EE.UU.), en 2004 se estableció que tenían 195.000 años, convirtiéndolos en los restos fósiles de humanos modernos más antiguos que se conocen hasta hoy. Exhibían rasgos como una barbilla prominente, rostro plano y una frente alta; casi 100.000 años antes que ejemplares hallados en Sudáfrica y Medio Oriente. El hombre moderno había surgido mucho antes de lo que se pensaba.

El hallazgo de Leakey fue el primer hito de una búsqueda que ha rendido numerosos frutos y que ha llevado a varios investigadores y a revistas científicas a bautizar a Etiopía como la "cuna de la humanidad". El lugar donde todo partió y que dio origen a la civilización. Sus lechos de ríos y antiguas quebradas han revelado la existencia de algunos de los restos homínidos y utensilios más importantes y reveladores identificados hasta ahora. No sólo está el descubrimiento de Omo I y II, sino que también el hallazgo en 1974 de "Lucy", el fósil más famoso del mundo y cuyas rodillas y tobillos mostraron que nuestros ancestros ya caminaban plenamente erguidos hace 3,2 millones de años. También han sido encontradas las herramientas de piedra de mayor antigüedad (ver infografía).

Un ejemplo del tesoro que oculta Etiopía es el proyecto Middle Awash, grupo que incluye a 70 científicos de 18 países y que ha encontrado 300 especímenes de siete especies de homínidos desde su fundación en 1981. Donald Johanson, antropólogo de la U. Estatal de Arizona (EE.UU.) y quien descubrió a la hembra Australopithecus afarensis llamada "Lucy", dice a Tendencias que los fósiles desenterrados a lo largo de décadas en Etiopía han ayudado a revelar hasta qué punto el continente africano fue una encrucijada que definió nuestra evolución.

De hecho, estos hallazgos llevaron a que el valle de Omo fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por Unesco en 1980, debido al alto valor cultural e histórico de una región calificada como única por la presencia de numerosos grupos de homínidos a lo largo de millones de años. "Tal como Charles Darwin predijo a fines del siglo XIX, Africa es nuestro hogar. Allí compartimos un ancestro común con los primates; es donde nos volvimos bípedos y donde desarrollamos cuerpos de proporciones modernas. También es el lugar en el que creamos las primeras herramientas de piedra y donde nos convertimos en Homo Sapiens", dice Johanson.

Luego del hallazgo de fósiles tan importantes, la investigación no cesa en Etiopía. Hace dos años el gobierno de Japón donó un millonario laboratorio al Museo Nacional con el fin de ayudar a preservar el "tesoro mundial" que representan los fósiles ya encontrados y ahondar en el estudio de las evidencias que siguen siendo excavadas. ¿Un ejemplo reciente? En marzo pasado, científicos de la U. Case Western Reserve revelaron el descubrimiento de huesos de un pie perteneciente a un homínido de 3,4 millones de años, que habría caminado erguido de forma intermitente… y que por ahora sigue sin ser identificado.

LOS SECRETOS ETIOPES

Los primeros restos de antiguos homínidos fueron encontrados en la isla asiática de Java en 1891: los restos de un Homo Erectus, que consistían en un cráneo y un diente de medio millón de años, iniciaron décadas de hallazgos que expandieron la línea de tiempo de la historia humana y abrieron el debate sobre si Asia o Africa era el lugar de nacimiento del hombre. La balanza se inclinó a favor de Africa en 1924, cuando el anatomista australiano Raymond Dart desenterró en una cantera de Sudáfrica el primer fósil de un homínido temprano hallado en el continente negro; se trataba del "niño de Taung", un infante Australopithecus Africanus que vivió hace dos millones de años.

El antropólogo Donald Johanson cuenta que el interés más específico en Etiopía comenzó a gestarse en 1959, cuando Mary Leakey -antropóloga y madre de Richard- descubrió en Olduvai, Tanzania, el cráneo de un homínido de la especie Paranthropus boisei y apodado "cascanueces" por la forma de sus dientes. Ese hallazgo trasladó el foco de los científicos desde Sudáfrica al este del continente, impulsando exploraciones que llegaron a Etiopía y desenterraron restos fósiles mucho más importantes.

Una de las ventajas en términos antropológicos de Etiopía sobre otros países ricos en fósiles, como Sudáfrica, es la presencia del valle Great Rift, una gran depresión de forma triangular donde los sedimentos se han acumulado por millones de años. "El análisis de fósiles y herramientas se desarrolla en gran parte basándose en los depósitos sedimentarios de ríos y lagos que prevalecen en ese valle", afirma Johanson.

El científico explica que la antigua actividad volcánica asociada al lugar no solo ha preservado notables huellas de pies de 3,8 millones de años de Australopithecus Afarensis (el grupo de "Lucy"), sino que generó sedimentos que se han depositado capa por capa y cuya antigüedad hoy se determina con precisión mediante el análisis del argón, una técnica relativamente reciente que mide la acumulación que alcanza este gas en las rocas con el paso de los años. "Esto genera una cronología de la evolución animal y humana que no deja lugar a dudas", dice el antropólogo. Johanson agrega que la geografía etíope marca una diferencia clara con Sudáfrica: si bien los científicos han desenterrado miles de fósiles y artefactos en ese país, la datación específica de esos lugares ha sido casi imposible debido a la ausencia de sedimentos volcánicos.

Precisamente, el análisis de argón fue el que permitió definir tras 15 años de estudios la antigüedad de Ardi, diminutivo de Ardipithecus ramidus. Una hembra de 4,4 millones de años encontrada en 1994 en el valle etíope de Awash y cuyo esqueleto fue calificado como uno de los descubrimientos más importantes del último siglo. Mientras fósiles de animales, como antílopes y rinocerontes, hallados en el sitio indican que Ardi vivía en un ecosistema con amplias extensiones de pasto (lo que incentivaba la exploración), estudios mostraron que era un espécimen bípedo primitivo: no caminaba apoyándose sobre sus nudillos como los chimpancés, pero la contextura de su pelvis y piernas habría demandado una musculatura que le impedía caminar grandes distancias como los humanos.

También presentaba un gran dedo gordo oponible en el pie, pero no tan desarrollado, por lo que no era tan ágil al subirse a un árbol. En resumen, Ardi sirvió para ilustrar cómo los antiguos homínidos comenzaron a dejar los árboles. Es más: basándose en sus caninos superiores pequeños y romos, los científicos creen que los machos Ardipithecus no tenían la conducta de mostrar los dientes para amenazar a sus rivales, como lo hacen chimpancés y gorilas.

En lugar de ello, habrían tenido relaciones más amigables que les permitían vivir en pareja e incluso habrían ayudado a recolectar comida. "Estas conductas intensificaron notablemente la participación parental de los machos, lo que tuvo consecuencias anatómicas, conductuales y fisiológicas vitales para los homínidos tempranos y sus descendientes, incluyéndonos", afirma en el estudio publicado en Science el biólogo evolutivo C. Owen Lovejoy, de la U. de Kent State.