LA MINISTRA del Trabajo, Evelyn Matthei, cree que la focalización como instrumento de política social cumplió un ciclo y es hora de pasar a una segunda ola de reformas. Y no porque haya fracasado. Al revés, dice, ha sido su éxito en la reducción de la pobreza lo que hace necesaria su revisión. Hoy, en medio de la discusión sobre las pensiones, la ministra plantea la necesidad de revisar todos los programas sociales y ver hasta qué punto la focalización desincentiva la formalidad previsional.

¿Cuál es su evaluación del sistema de AFP?

Las condiciones bajo las cuales se desarrolló el sistema de AFP hace 32 años han cambiado radicalmente. Entre los cambios en el mercado laboral, las mayores expectativas de vida, las tremendas lagunas que generaron períodos de alta cesantía, y la baja densidad de cotización, vamos a obtener pensiones que no van a satisfacer las expectativas de la gente. Hay una serie de temas que hacen necesario revisar los parámetros, funcionamiento, incentivos y desincentivos en el sistema previsional.

¿Y estas reformas hay que hacerlas pronto?

Postergar la solución lo único que hace es aumentar el costo. Estamos estudiando cambios.

Derechamente, ¿está de acuerdo con subir la edad de jubilación?

Estamos estudiando cosas para ver qué efectos tienen y cómo lo hacemos. Si me pregunta si soy partidaria de decirle a la gente que hoy tiene 65 años que tiene que trabajar dos años más: No. ¿Hay que revisar si es necesario aumentar la edad de jubilación, cómo, cuándo, en que qué plazos y a quiénes les toca? Sí.

Pero hay un tema que es la densidad de las cotizaciones. Podemos hacer muchas cosas, pero si la gente no cotiza, que es en fuerte medida lo que ocurre hoy, el problema lo vamos a tener igual.

¿Tienen claras las razones de esa no cotización?

Hay estudios de la Universidad Católica y de la Universidad de Chile, del Consejo Consultivo Previsional y la Comisión de Usuarios del Sistema Previsional, y todos estamos llegando a la misma conclusión. Hay mucha gente que no cotiza y que lo está haciendo racionalmente, porque todos los incentivos de la política económica llevan a que la mejor decisión para ellos sea no cotizar. Yo puedo salir a fiscalizar, pero cuando el trabajador no quiere que le coticen y se pone de acuerdo con el empleador, puede mentirle a la Inspección del Trabajo y es bastante poco lo que la autoridad puede hacer.

¿Qué motivos puede tener un trabajador para tomar esa decisión?

Cuando Chile era un país muy pobre, en los 70, Miguel Kast y Sergio Molina vieron que el gasto social en educación, salud y vivienda llegaba a la clase media y a los extremadamente pobres no les llegaba nada. Vino una política de focalización del gasto público que fue tremendamente exitosa y nos permitió disminuir la pobreza a menos de la mitad, de 38% a 14%. Hoy la gente ya no esconde el televisor cuando llegan a encuestarla; esconde los ingresos. Y prefiere trabajar "a la negra", sin cotizaciones, porque sabe que si le pagan cotizaciones por lo que gana pierde como en la guerra. Chile ya no es el país extremadamente pobre que era. Y lo que uno empieza a preguntarse es si toda esa política de focalización tiene el mismo sentido hoy que hace 40 años.

¿Está proponiendo beneficios universales?

Todavía no podemos darnos el lujo de no focalizar, no somos un país rico. Pero si una persona prefiere trabajar "a la negra" para no cambiar de tramo en Fonasa, uno se pregunta si tiene sentido tener categorías C y D, que representan apenas el 4% de los ingresos de Fonasa, frente al tremendo costo que tiene que una persona prefiera no cotizar. Está desprotegida frente a una invalidez o frente a un accidente del trabajo y a la larga el Estado igual le va a pagar una Pensión Básica Solidaria. Al final, probablemente, lo que nos ahorramos por el copago en salud nos sale más caro pagando una pensión. Algo que es escandaloso es que si uno saca cuarto medio, el puntaje en la Ficha de Protección Social sube fuertemente y deja de tener acceso a muchos subsidios y beneficios sociales. Y sacar cuarto medio es algo que nosotros deberíamos estar incentivando.

Ya tiene un diagnóstico. ¿Qué se puede hacer?

Hay que hacer un análisis costo-beneficio… Hay que ir viendo programa por programa, si tiene sentido tanta focalización o si el grado de focalización es más el gasto que origina. Esto es eficiencia del gasto público, desde el punto de vista del bienestar social.

Segundo, estamos trabajando en un proyecto de ley para estudiantes que quieran trabajar un número limitado de horas a la semana, para que, por ejemplo, si es carga de su padre no tenga que cotizar para salud, que no deje de ser carga perdiendo asignación familiar o subsidio único familiar.

Tenemos que entrar en una segunda ola de reformas sociales. La primera fue la que hizo Miguel Kast en los 70. Tenemos que entrar a una segunda generación que, manteniendo un apoyo muy fuerte a los más pobres y haciendo todo lo posible por ayudarles a construir el capital humano para salir adelante, premie el esfuerzo y no lo castigue. Hoy muchos programas sociales castigan el esfuerzo. Y así no vamos a salir nunca de la pobreza.

Usted plantea cambiar la política social…

Aquí hay una dimensión que no se ha discutido. Todo el mundo está enamorado de la focalización, que tenía todo el sentido en los 70, 80 y 90. Hoy Chile es un país distinto y a estas alturas la focalización está causando daños muy graves que no están medidos y no están considerados en el diseño de las políticas públicas y desde el punto de vista de nuestro ministerio nos golpea de forma brutal y golpea de forma brutal a las mujeres y a los jóvenes del primer y segundo quintil.

Hay que ver cómo se incentiva la cotización. Hay que darles más a los que cotizan, hay que premiar el esfuerzo. Hay que ver cómo ir suavizando el retiro de beneficios. Esto es dinero, es gasto público. Yo soy ministra del Trabajo, no de Salud ni de Hacienda ni directora de Presupuestos. No me corresponde proponer. Pero como ministra del Trabajo, a quien le golpea el tema previsional y tengo una evasión de casi 50% en el primer quintil, que es muy resistente a la baja, no puedo no dar la voz de alerta.

Estamos en un año electoral y queda poco tiempo…

Si yo fuera candidata presidencial este es el tema que yo plantearía, el premio al esfuerzo en Chile. Y al candidato que finalmente resulte de mi Coalición por el Cambio, le voy a pedir y rogar que el leit motiv de la campaña sea que hay que premiar el esfuerzo. Este es el gran reclamo de la clase media, de la gente de escasos recursos que está saliendo de la pobreza. La gente percibe que no se ayuda a quien se esfuerza. Se ha ido demasiado hacia desincentivar el buen comportamiento, desincentivar el estudio, desincentivar el trabajo (…). Todo hoy es esconder.

¿Cree que en lo que queda de gobierno se pueda hacer algo?

A este gobierno le tocó extremadamente difícil, le tocó el terremoto que fue una cantidad de recursos y trabajo brutal. Y, por otra parte, se ha hecho un gran esfuerzo por disminuir la mayor de las desigualdades, que es la educación y se logró la creación de 817 mil empleos, que hay que dejar claro que es mérito del Presidente Sebastián Piñera, con nombre y apellido. Creo que se pueden hacer cosas, pero nuestra Coalición necesita de todos modos un segundo gobierno para poder hacer esta segunda revolución de premiar el esfuerzo, y que está absolutamente en el ADN de nosotros como sector político.