Moretones, rasguños y el uniforme escolar roto pueden ser señales que alerten a un padre de que su hijo está siendo víctima de bullying. Pero también puede delatarlo como victimario. Hasta ahora, el foco ha estado en cómo evitar que los niños sean víctimas de agresiones, pero poco se sabe acerca de cómo los padres pueden evitar que sus hijos se conviertan en matones.
Un estudio presentado en la reunión anual de la Sociedad Académica de Pediatría que se desarrolla en Denver (EE.UU.) demostró que los padres tienen un rol clave para evitar las agresiones.
Los investigadores examinaron los datos de prevalencia de bullying reportados por los padres que participaron en la Encuesta Nacional de Salud Infantil, que se realizó en este país desde 2003 a 2007. Además, estudiaron cuáles son los factores que aumentan la probabilidad de que un niño ejerza la agresión.
Uno de estos factores es el tono de la relación padre-hijo. "Preguntamos a los padres si se sentían frecuentemente enojados por el comportamiento de sus hijos y los que respondían que sí tenían más probabilidades de que sus hijos tuvieran características de agresores", explica a La Tercera Rashmi Shetgiri, académica de la University of Texas Southwestern y autora del estudio. Los hijos de madres que presentan episodios de estrés y depresión también tienen mayor riesgo de ejercer el matonaje. En estos casos, la investigadora recomienda a los padres moderar su actitud frente a sus hijos para evitar traspasarles el enojo.
Se debe optar por el diálogo antes que por las órdenes y propiciar un lenguaje más positivo que negativo. Si es necesario, ir a un especialista que ayude a mejorar su trato.
En una línea similar, Alberto Trautmann, pediatra experto en adolescencia de la Clínica Alemana, plantea que la atmósfera hogareña es clave: los niños que viven en con padres que son demasiado estrictos o que no ponen límites, tienen más riesgo de victimizar a sus pares. El experto recomienda a los padres "ejercer más la justicia, lo que significa actuar sin violencia, sin gritos, sin castigos desproporcionados".
Conocer a los amigos
El estudio de Shetgiri encontró otro aspecto que puede evitar que los hijos se conviertan en matones: que los padres conozcan a los amigos reduce la probabilidad de que ejerzan el bullying. "Tiene que ver con el hecho de que conocer a los amigos del hijo significa tener más oportunidades para conversar y comunicarse con él", dice la investigadora. Además, esto permite saber si el hijo está siendo influenciado por pares que promuevan el uso de la violencia.
Hay otras acciones más sencillas que los padres deben tomar en cuenta, según una guía elaborada por el gobierno provincial de Ontario, Canadá. Esta recomienda a los padres explicar qué es el bullying y decir que es una conducta negativa, que produce daño a otras personas y que no es aceptable bajo ninguna circunstancia. "No basta con decirle al agresor que lo que está haciendo es malo. Hay que hacer seguimiento, volver a conversar con él y que no quede en el olvido", dice Trautmann.
La guía canadiense también recomienda a los padres predicar con el ejemplo: "Una manera de desalentar el bullying es ser un buen modelo y mostrarles a los hijos cómo sortear las dificultades, sin agresiones ni abusos de poder".
¿Cómo saben los padres que su hijo hace bullying? Además de las huellas físicas, deben poner atención si los niños manejan más dinero que el que reciben regularmente o si de pronto aparecen portando objetos cuyo origen no pueden explicar claramente.