El cineasta Esteban Larraín estaba investigando la historia de Miguel Angel Poblete, el "vidente de Peñablanca", cuando una persona se comunicó con él para hacerle una revelación: "Yo trabajé en eso, yo hacía los humitos", le dijo. El anónimo confesor se refería a las figuras en el cielo que Poblete aseguraba eran hechas por la Virgen pero que según el hombre las hacía un avión que quemaba combustible en el aire.

Larraín, director del casi documental filme Alicia en el país (2008), ya tenía antecedentes, pero la confesión le aclaró el guión que estaba escribiendo: "No me aportó detalles para mostrar cómo el mago hace su truco, pero sí me dio la base para poder dar por sentado, en la historia, que esto pasó así", explica refiriéndose al eventual montaje que mantuvo en vilo al país entre 1983 y 1988.

En esos años, Poblete aseguró haber visto muchas veces a la Virgen, conversar con ella y ser su mensajero. En sus encuentros, el muchacho supuestamente sangraba, sacaba hostias de su boca y caía en trance. En su mejor momento, reunió a más de 100 mil personas que venían de todo el país y del exterior. Y se convirtió, involuntariamente, en una estrella mediática del momento.

A casi treinta años del fenómeno, Larraín se encuentra ahora en la mitad del rodaje del filme, que se llama La pasión de Michelangelo y que narra los primeros cinco meses de las supuestas apariciones de la Virgen. En ese entonces, Poblete apenas se empinaba por los 17 años, había tenido una zarandeada infancia yendo y viniendo de hogares de menores y era conocido por ser un precoz mitómano. Protagonista de uno de los casos más curiosos de esos años, se trató de una especie de novela de realismo mágico que terminó mal, abandonado por sus seguidores, alcoholizado y desde fines de los noventa hasta su muerte por cirrosis en 2008 convertido en mujer bajo el nombre de Karol Romanoff.

Según Esteban Larraín, estas aristas daban para tres películas, pero él se enfocó sólo en un tema: la del joven que construye un personaje y pierde el control por circunstancias ajenas . "Lo que hice fue concentrarme en el período de la evolución de su pasión, de su transformacion", explica. "De ser un chico tímido hasta que se ve envuelto en esta operación mediática para desviar la atención de lo que pasaba en Chile en el inicio de las protestas", cuenta Larraín.

De Alicia a Miguel Angel

En pleno rodaje, en un estudio de la Ciudad Empresarial, el cineasta da instrucciones al elenco que integran Sebastián Ayala (como Miguel Angel), Patricio Contreras, Catalina Saavedra, Alejandro Sieveking y Luis Dubó, entre otros. Ahí filma una escena en una parroquia construída en el set. En ella Miguel Angel es protegido por un sacerdote encarnado por Contreras. El personaje del actor radicado en Argentina investiga la veracidad de las apariciones mientras debate con sus propios conflictos de fe. Según Larraín, el rol de Contreras está lejanamente inspirado en la labor de investigación del entonces Vicario de la Familia de la Iglesia Católica, Jaime Fernández, quien concluyó que las visiones de Miguel Angel habrían sido un montaje.

"Me gustó la singularidad tremenda de una situación que sirvió a la dictadura para tapar la explosión social del momento", dice Contreras, conocido por La frontera y La historia oficial.

La cinta era un proyecto a cinco años que creció rápidamente gracias a Alicia en el país, ganadora en el prestigioso Festival de Locarno (Suiza) en el 2008.

"Fue la llave que abrió las puertas", recuerda. "El guión era lo suficientemente deschavetado como para declaralo irrealista por cualquier jurado. Me decían: es fascinante, pero cómo hacerlo. Entonces se acordaban de Alicia en el país y eso los convenció de la confiabilidad del nuevo proyecto", cuenta. Una cinta que ronda los 500 mil euros y que espera estrenarse el primer trimestre del 2011.