Empezó a poco más de un día del terremoto: un turba abrió a fuerza las bodegas de un supermercado de Concepción y empezó a llevarse todo lo que pudo. La escena, una de las más perturbadoras del día después del desastre, se repitió tantas veces en la VIII y VII Región que se decretó Estado de Catástrofe, dejando a las Fuerzas Armadas a cargo de la seguridad. Impresionante, pero nada nuevo: un siglo atrás, el Valparaíso devastado por el terremoto de 1906 también era asediado por el pillaje. La respuesta fue implacable: fusilamientos, ordenó el almirante Luis Gómez Carreño. Le hicieron caso. El puerto fue controlado.

Hombre decidido, Gómez Carreño pasó a la historia por haber puesto orden a Valparaíso tras el terremoto. Hoy una población de la Quinta Región lleva su nombre. "Fue un muy admirado en su época", asegura el historiador Cristián Gazmuri. Lo prueban las palabras que le dedicó Joaquín Edwards Bello: "Los reos se sublevaban en las cárceles, la gente huía despavorida en la oscuridad. Sentíanse extraños ruidos, y veíanse luces lúgubres y negras nubes por el cielo. Entonces se reveló el carácter de un gran marino: Gómez Carreño sujetó a la hez y devolvió a la ciudad el orden por medio de una dictadura 'bala en boca'".

Marino precoz, a los 15 años Gómez Carreño se subió como aprendiz al monitor Huáscar y batalló en la Guerra del Pacífico. En 1903 tuvo una brillante labor al mando del buque escuela General Baquedano. Luego pasaría a la historia.

Fusilamientos

Tan fuerte como el terremoto de la madrugada del sábado, el que afectó a Valparaíso el 16 de agosto de 1906 dejó al puerto en el suelo. Horas después, en medio de un caos flanqueado por incendios, se desató el pillaje. El día 19 Gómez Carreño entró en escena asumiendo como Jefe de Plaza del puerto. Desde su oficina, instalada en una carpa en la Plaza Victoria, puso en marcha un plan que incluía la distribución de alimento y agua potable, remoción de cadáveres y demolición de edificios en riesgo de desplome.

Impasible, Gómez Carreño fue el encargado de revivir una costumbre que Chile ya había dejado en el pasado en el 1900: fusilamientos públicos y exhibición de los cadáveres. Según la historiadora Patricia Arancibia Clavel su labor fue decisiva: "De no ser por él estoy segura de que los saqueos que ocurrieron tras el terremoto de 1906 habrían causado algo muy grave, inmanejable. El cortó de raíz toda la delincuencia post-terremoto".

Sin embargo, el historiador de la Universidad Alberto Hurtado, Joaquín Fernández, asegura que la figura del almirante está rodeada de mitos. Antes que Gómez Carreño, el intendente Enrique Larraín Alcalde impuso un toque de queda entre las 18 horas y las siete de la mañana. Además, ordenó la pena máxima para los delincuentes. "Es ahí que el intendente designa a Gómez Carreño para hacerse cargo de las fuerzas de policía, de Ejército y de Armada para llevar a cabo estas disposiciones", explica Fernández.

Un siglo atrás, con aquellas medidas para imponer orden, Gómez Carreño encabezó el fusilamiento de al menos 15 personas. También habrían sido castigados físicamente otros ladrones sorprendidos in situ. Pocas semanas después, se formó una Junta de Reconstrucción que recibió dineros internacionales. Valparaíso se pondría en pie tres años después. Gómez Carreño se anotaría otro logro en carrera trayendo seis submarinos desde EEUU y en 1930 moriría en un accidente automovilístico. "Fondeado sin novedad", se lee en su epitafio.