LOS PRESIDENTES de Chile, Colombia, México y Perú han expresado su interés en avanzar hacia una integración más profunda entre los cuatro países, mirando con especial interés a Asia. 
El centro de gravedad económico se mueve con rapidez hacia el "Este" y el "Sur". No hay duda de que el dinamismo asiático seguirá siendo el motor económico a nivel mundial. Por otro lado, los términos de la relación Norte-Sur se están alterando y estos cambios se reflejan en una nueva "arquitectura regional" en Asia. China ha pasado a ser el primer socio comercial de la región. 
Ante esta nueva realidad, América Latina deberá reposicionarse y recalibrar sus alianzas estratégicas a nivel regional y global. Estas no pueden ser estrategias "individuales". En un mundo donde el peso de las grandes economías emergentes es cada vez más importante, la integración entre economías de tamaño medio que compartan objetivos económico-políticos, es imprescindible para crear espacios económicos similares. 
Un ejemplo de esta nueva realidad es el deseo de estos cuatro países de avanzar hacia un Area de Integración Profunda. Con una superficie combinada de cinco millones de km cuadrados, que incluye a más de 200 millones de personas, genera US$ 1.5 billón del PIB y un comercio intrarregional de US$ 18 mil millones, esta iniciativa debe mirarse con atención. 
Los beneficios son claros. Por ejemplo, se podrían superar las desventajas asociadas a la falta de economías de escala, ofreciendo a las empresas un mercado interno ampliado y el desarrollo de cadenas productivas más integradas a nivel global. El desempeño reciente del comercio entre estos países  sugiere que hay un gran potencial, ya que entre 2002 y 2008 el comercio interregional se multiplicó por cuatro.  
A ello se une la ubicación geográfica de estos países que comparten la cuenca del Pacífico, permitiendo aprovechar el dinamismo que experimentan hoy los países del Asia emergente. Entre el 2000 y el 2009 las exportaciones de estos países a Asia crecieron a una tasa equivalente anual promedio de 40%. 
Un espacio económico más integrado podría funcionar como una plataforma para exportar nuevos bienes que incorporen valor agregado de varios países a través de cadenas de valor regionales.  Adicionalmente, un área de la cuenca del Pacífico será también más atractiva para la inversión extranjera de Asia que busque satisfacer demandas en América Latina, EEUU y Europa. 
Ya existen aspectos que facilitarán el camino: hay acuerdos de libre comercio entre todos estos países, se ha avanzado en la integración financiera -la iniciativa Mercados Integrados Latinoamericanos es un buen ejemplo-, y se han hecho progresos significativos en materia de infraestructura. El reto consiste en sumar a lo conseguido hasta hoy, la formación de una verdadera área de integración económica a cuatro bandas. 
El proceso no estará libre de desafíos, como enseña la experiencia, pero los potenciales beneficios superarán los costos asociados.