Jimmy Page está furioso. Anda alegando en camarines que nunca en su vida tuvo un sonido más malo que el de esta noche. Jerry Weintraub (73), el promotor de esa gira de 1973, es llamado de urgencia a los cuarteles para dar explicaciones: "¿Qué pasó Jimmy, en qué te puedo ayudar?". Las quejas del guitarrista de Led Zeppelin sonaron fuerte en la sala y el responsable, con la cola entre las piernas, se puso manos a la obra.

"Al otro día fui a los mismos proveedores y arrendé todas las cajas que estaban malas. Las pinté de negro, las puse una arriba de otra, armé una gran torre y al final del show le pregunté a Jimmy '¿y ahora, qué tal?'. 'Estupendo Jerry, ¡esto sí que es sonido!'. Por supuesto, los amplificadores que había llevado ese día no estaban funcionando. ¡Ni siquiera estaban enchufados!", ríe el histórico productor como un niño que desclasifica una vieja travesura.

Sentado en una habitación del hotel Four Seasons, en Los Angeles, y cumpliendo con el rito de promoción para el documental sobre su vida que estrena HBO (ver ficha con horarios en Chile), Weintraub se revela rápidamente como un gran conversador con La Tercera, pero sobre un tema en particular: su propia vida. Y habrá que admitir de vuelta que pocas veces es tolerable tanta autorreferencia.

La historia de Weintraub, nacido en el Bronx e hijo de un vendedor de "joyas y cosas que nadie necesita", explica con sorna, es la típica historia de esos hombres que se han hecho a sí mismos. Que partió vendiendo dulces en la esquina y que antes de los 21 años ya estaba dedicado al mundo de los espectáculos representando a gente como Joey Bishop. Tipo empeñoso y propietario de un carisma avasallador, el hombre se casó en 1965 con Jane Morgan, actriz y cantante estadounidense, y 10 años después ya se había convertido en multimillonario tras producir los primeros shows en vivo de Elvis Presley en Las Vegas.

También trabajó con Frank Sinatra (produjo el recordado concierto de octubre de 1974 en el Madison Square Garden, de Nueva York) y John Denver (fue su mánager entre 1970 y 1976, la era más exitosa en la carrera del fallecido cantautor) y saltó al mundo del cine produciendo Diner (1982), película de Barry Levinson, y otros hits de alcance mundial como Karate Kid (1984).

"¿Fórmula? No tengo fórmula, pero sí sé que lo mejor que me puede pasar es que alguien me diga que no. ¿Sabes durante cuánto tiempo llamé al Coronel (Tom) Parker para que aceptara mi propuesta de hacer los shows con Elvis? Un año. Lo llamé todos los días durante un año, hasta que un día me dijo 'ok, hagámoslo, consíguete un millón de dólares, en efectivo y nos vemos mañana en Las Vegas'. Y lo hice, no me preguntes cómo, pero lo hice".

Mineros y Pinochet

Algo de ese olfato voraz asoma en este encuentro. "¿De Chile? Los mineros, Pinochet", dice Weintraub, mientras estrecha la mano y enseña una dentadura perfecta. "¿Qué si haría una película sobre los mineros? Claro. Cuánto presupuesto tienes", bromea en su estilo, imbatible y seductor. "Siento que tengo mucho que entregar", explica un hombre que en el documental (basado en su autobiografía When I stop talking, you'll know I'm dead: useful stories from a persuasive man, de 2010) es halagado por estrellas como Matt Damon, Brad Pitt y George Clooney, todos parte del elenco de la exitosa saga de La gran estafa (tres películas de 2001 a la fecha) que Weintraub produjo.

"Siempre hay algo nuevo, ¿sabes?, Algo que me gustaría hacer. Sólo me falta el tiempo, porque las ganas me sobran. Pero lo que ya no hay son esos talentos como los que yo conocí. Una era dorada. Sinatra, Elvis. Tipos extraordinarios en una época extraordinaria. Sólo esta chica que acaba de morir… eh… ¿cómo se llama? Amy. Amy Winehouse. Ella tenía ese fuego. Me hubiera gustado trabajar con ella, yo hubiera sabido contenerla. ¿Cómo? Con trabajo, como se olvidan las penas", responde con total convencimiento un hombre que, a juzgar por el halagador filme que cuenta su historia, no sólo es admirado por su vida profesional.

Weintraub dedica largos pasajes de su película a hablar de su inusual diseño familiar, ya que el hombre en cuestión vive con dos mujeres bajo un mismo techo: su esposa Jane Morgan y Suzie Ekins, una antigua secretaria que se convirtió en su pareja estable hasta hoy. "Soy demasiado afortunado", declara con un gesto de falsa modestia. "Tengo dos mujeres que me aman y que se llevan bien entre sí ¿Qué más puedo pedir?".