Se llama Fiordo y es una grieta gigantesca a las afueras de Harlem, en Manhattan. Intervención urbana u obra de arte, algunos arriendan helicópteros y la sobrevuelan para verla bien. Cae demasiados metros para divisar el fondo. Noteless, su creador, la proyectó originalmente para el centro de Nueva York, pero ni siquiera en la ficción de Jonathan Lethem es posible algo así.

En Chronic city, la última novela del autor de Huérfanos en Brooklyn, un tigre gigante acecha y destruye la ciudad, pero el Fiordo no puede estar sino en Harlem, rodeado de canchas de béisbol solitarias. La gente lo ha convertido en un lugar de ofrendas. Chase y Oona no van preparados, pero algo tienen para lanzar: un ejemplar de la inmensa e intrincada novela La bruma indistinta, de Ralph Warden Meeker. La ofrenda es un homenaje más allá de la ficción: "Por supuesto que sí", reconoce Lethem. "Pensaba en La broma infinita, de David Foster Wallace".

En librerías chilenas desde el próximo viernes, Chronic city no sólo homenajea al fallecido Foster Wallace: de Marlon Brando a Jorge Luis Borges, pasando por John Cassavettes, Norman Mailer y Philip K. Dick van y vienen como referencias, explícitas y ocultas, de Perkus Tooth, el alma atribulada y paranoica de la novela. Con varios guiños a la ciencia ficción, Chronic city es pura cultura pop gringa y por sus páginas abundan citas a series de televisión, películas, música popular, literatura de género y, sobre todo, a la mitología urbana de Nueva York.

"Para mí, la cultura popular es simplemente cultura. Es nuestra vida. Es donde vivimos. Es algo invisible para mí", dice Lethem, al teléfono con La Tercera. "Supongo que de eso están hechos mis libros. Películas, rock & roll, cómics, todo va a mis libros, sin discriminación", agrega.

Otra ciudad

Lethem habla desde California, pues ha suspendido momentáneamente su vida en Nueva York. Está haciendo clases. Cuenta que ha vuelto a escuchar a The Ramones, está releyendo Rayuela, de Julio Cortázar, y pronto retomará un proyecto de novela "larga y extraña". Hoy está poniendo en orden un libro que recopila sus ensayos. En cualquier momento puede escribir para The Rolling Stone o The New York Times, como lo hizo hace poco con largos perfiles de Bob Dylan o Roberto Bolaño.

Compañero de generación de Dave Eggers, Michael Chabon y Foster Wallace, sostiene que los une un pasado literario: "Más que influirnos mutuamente, creo que todos venimos de Don DeLillo, Donald Barthelme y Philip K. Dick. Al menos yo estoy obsesionado con Dick y me gusta pensar que Chronic city es una novela dicksiana", dice.

Más que una historia, Chronic city narra un estado: un estado alterado. En un presente indeterminado, no lejos del nuestro, Chase Insteadman sufre pública y, sobre todo, nominalmente porque su novia es una astronauta varada en una estación espacial, sin muchas posibilidades de volver. Le escribe cartas de amor que él lee en la prensa. Chase está acostumbrado a la vida pública, fue un estrella televisiva infantil. Ese pasado le da un acomodado pasar económico y un ticket de entrada a la bohemia de Manhattan. Se aburre bastante.

Los días de Chase giran cuando conoce a Perkus Tooth, alguna vez un crítico de culto, mezcla de Hunter Thompson y Pauline Kael, hoy un ermitaño obsesivo, cafeinómano y marihuanero. Sufre de cefaleas en racimo y es un paranoico capaz de conectar a Jack Kerouac, la muerte de Lennon, los Kennedy y J. Edgar Hoover. Se niega a creer en la muerte de Brando.

"Cuando concebí el libro vinieron a mí los personajes de Chase, de Oola y de Perkus, y también la ciudad de Nueva York. Aunque Perkus estaba conmigo hace por lo menos 20 años, al menos una versión de él. Puede decirse que sus obsesiones son las mías", dice Lethem.

Llevadas al extremo, las obsesiones de Perkus (y Lethem) enrarecen una ciudad ya enrarecida: en Chronic city, Manhattan es sistemáticamente destruida por un tigre gigante. En realidad, se trata de una máquina con vida propia y descontrolada, destinada a construir un línea de metro en la Segunda Avenida. A parte de eso, un aroma a chocolate se apodera de las calles, en las cornisas de los edificios águilas tienen sus nidos y una ballena vive en el río Hudson.

"Pero Chronic city no es una novela fantástica. Sólo traté de mostrar lo extraño que puede llegar a ser Manhattan. Mi método es exagerar la realidad, pero muchos de los detalles son verdad. Vienen directamente de la prensa", dice Lethem.

Con ese telón de fondo, Perkus y Chase, más esporádicas visitas de Oola Laszlo (ghostwriter de celebridades), soportan sus días fumando marihuana, comiendo hamburguesas, mirando películas raras y planeando "expediciones espectaculares" que nunca llevan a cabo. Son adultos, pero siguen siendo adolescentes sin rumbo. "Es un tema que no puedo evitar. Hermanos o amigos perdidos juntos en el mundo", dice Lethem.