La antigua casa del clan Puccio, aquel que conmocionó a la sociedad argentina hace tres décadas y que la volvió a impactar con el estreno de la película en 2015 de Pablo Trapero y la publicación del libro de Rodolfo Palacios sobre los brutales secuestros extorsivos llevado a cabo por esa banda criminal-familiar, parece haber vuelto a la vida. Hace dos años Epifanía Calvo, la viuda de Arquímedes Puccio, el jefe familiar y de los secuestradores, la arrendó.
Así, después de meses de refacciones por los años de abandono, los nuevos inquilinos la convirtieron en un taller de diseño industrial, que en ocasiones sirve para montar ferias de diseño y fiestas, señaló ayer el diario argentino La Nación. "Werkplatz es un estudio de diseño ubicado en una casa mítica del centro de San Isidro", en Buenos Aires, se describe en la página de Facebook donde también se convoca a las fiestas.
Entre 1983 y 1985 Arquímedes Puccio, junto a cuatro oscuros amigos de los llamados "años de plomo", que había conocido en los servicios de inteligencia o en la temida Triple A, y junto a dos de sus hijos -Alejandro y Daniel- decidió secuestrar algunas personas de familias acaudaladas y cobrar jugosos rescates.
El grupo tuvo cuatro víctimas. Las primeras dos, conocidos de uno de sus hijos porque jugaba con ellos rugby, fueron asesinadas tras cobrar el rescate. La tercera se resistió a su captura y murió de un balazo. La cuarta, en cambio, logró ser rescatada por la policía, la noche del 23 de agosto de 1985.
Todos los secuestrados permanecieron en la casa familiar de los Puccio, aquella de Martín y Omar 544. Las víctimas fueron mantenidas en un baño, cerca del estudio de Arquímedes o en un sótano construido con esos fines.
El portón de la antigua casa del horror hoy está adornado con una especie de mosaico, con rectángulos de colores. Según La Nación de Argentina, en el lugar ahora se fabrican muebles para baño, skates, taca-tacas digitales, mesas de madera y fierro, y también se trabaja en escenografía y ambientaciones.