De su negocio cuelgan coloridos zapatos de reno, junto a tiritas y pulseras de cuero. Claudio Urbina las fabrica con una máquina troqueladora. En una tienda vecina se escucha la antigua máquina de coser Singer, donde Silvia Pérez se afana con unas balerinas. Más allá, en el taller de calzados Mary, un equipo de 12 personas confecciona casi a mano 1.200 zapatos de cuero a la semana.
En la calle Victoria, ubicada entre avenida Matta, Santa Rosa, Ñuble y San Ignacio, sus cerca de mil locatarios se han reinventado. Si a lo largo tres décadas abundaban talleres y suelerías, donde comerciantes compraban materias primas para fabricar calzado o zapatos al por mayor para vender en el centro, ahora, en los últimos 10 años, esos antiguos talleres también han puesto tiendas. ¿Su público? Jóvenes del sector oriente que compran un par de zapatos o varios para luego revenderlos al doble del precio.
"Son universitarias que venden estos zapatos por internet como si los hicieran ellas. Pero los compran acá al por mayor en $ 12.500 y los revenden a $ 35.000", asegura Urbina.
Esta nueva clientela ha obligado a estos fabricantes a ponerse a la vanguardia en las nuevas tendencias en calzado y competir. Es por eso que ahora salen a vitrinear a los malls y miran revistas europeas. "Los diseños los copiamos. Yo voy al Alto Las Condes, por ejemplo, y allá miro zapatos que están a la vanguardia. Los modelistas también revisan revistas que les llegan de Italia o Alemania. Además, cuando viajo a Argentina también miro las tendencias", cuenta el dueño de calzados Mary.
Silvia Pérez es otra de las tradicionales fabricantes que no se ha quedado atrás. Ella se preocupa de mirar telas estampadas o aplicaciones varias que les gusten a las jóvenes. "Todos los días estoy inventando algo. He vendido hartos botines con género que yo diseño con un modelista. He visto varios de ellos vendiéndose en internet".
La reinversión de calle Victoria tiene un por qué claro: el arribo masivo al mercado nacional del zapato de manufactura china. "Hemos quedado los más valientes, los más esforzados, porque cuando llegó el zapato chino, nosotros bajamos las ventas", cuenta Miguel Araya, con 30 años en el rubro. Primero trabajó en una fábrica de zapatos y, en los últimos ocho, se convirtió en el dueño de calzados Edgard.
Para contraatacar, al principio se agruparon y salieron con su producción a la calle, a vender a las ferias. La iniciativa dio resultado y así fue como algunos se atrevieron a arrendar o comprar locales en Victoria para instalarse con tiendas de zapatos, como es el caso de Araya.
Claudio Urbina detiene un momento su trabajo para atender a una joven del sector oriente que llega a su local a buscar un encargo de botines negros con flequillos. El ha ido un poco más allá, incluso. Hace un tiempo empezó a incursionar en los collares, pulseras y aplicaciones en cuero. Eso, con los retazos de mantas de cuero. "Las flores y tiras de cuero son lo que más vendo. Y también las pulseras inspiradas en Shakira".
Las carteras y bolsos de cuero hechos a mano son las otras producciones que han tenido éxito. Osvaldo Vásquez es dueño de una de las pocas suelerías que quedan en el sector, en esquina Victoria con Arturo Prat. Allí, entre suelas, hormas y pedazos sueltos de cuero, vende sus modelos que van entre los $ 13.900 y los $ 45.000. "No sé qué valor tendrán en las tiendas del centro. No me he preocupado de averiguarlo", asegura.
Los años en el rubro del calzado le han dado la identidad al barrio. "Este rubro del calzado y cuero justamente le da su carácter e identidad al lugar", explica el urbanista de la Universidad Católica, Luis Eduardo Bresciani. Por esto, los vecinos del sector presentaron una solicitud al Consejo de Monumentos Nacionales para nombrarlo zona típica. Vladimir Huichacura, del centro cultural Matta Sur, explica que en un principio tenían contemplado en la solicitud a calle Victoria, pero al final la excluyeron. "Nos vimos forzados a no continuar, porque no tenía el valor arquitectónico, no así el valor patrimonial intangible", sentencia.