Nano está en segundo medio y ayer se paseaba canchero con su visera, pantalones caídos y zapatillas blancas y con resortes, entre el bowling del Alto Las Condes y el Mirador. Recordaba a otro, también de unos 15, que el jueves pasado lucía una polera Nike del Inter de Milán dos tallas más grande, un pantalón azul por los menos tres tallas mayores y un jockey de los Yankees de Nueva York. Frente a ellos pasaban algunas estudiantes "peloláis" y unos cuantos jóvenes con los típicos cortes de pelo con "pichangeras" (una cola en la nuca), a quienes no parecía extrañarles la presencia de ese grupo de escolares como sacados de un video de "Daddy Yankee".

"Yo lo hago pa' picar minas", decía ayer Nano para explicar una imagen cada vez más frecuente en malls, cines y lugares como la Plaza San Enrique. En colegios británicos, católicos y otros establecimientos de Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea es posible encontrar a alumnos que eligen vestirse de una manera similar. Comienzan en octavo y tienen su máximo número en segundo medio, donde, en algunos casos, un buen número de alumnos guarda parecido con el estilo reggaetonero.

Sus propios compañeros los llaman "cuicos tirados a flaite" , o "cuicos picados a flaite" (cuando se visten de esa forma, pero hablan normal) o simplemente "cuicos-flaite" (cuando además de usar la ropa hablan en jerga y son más violentos). Ellos muchas veces prefieren denominarse "cuicos-choros", porque "suena choro" (entretenido) decir "choro" (ladrón).

¿Quiénes son esos jóvenes con apodos que se emparentan con la jerga marginal? Son los típicos estudiantes desordenados y que andan "haciendo hombros" en las fiestas para buscar pelea. Tienen entre 13 y 16 años, usan polerones anchos y pantalones caídos, y son los que más ocupan los bancos de las plazas para "hacer la previa", es decir, para tomarse un trago antes de llegar a las fiestas sin alcohol. Son, también, los más fanáticos del "perreo reggaetonero" y los que suelen ser tener más éxito entre las escolares de octavo y primero medio, que entre las de tercero y cuarto, dice María Jesús, alumna de un colegio británico y que opina que un alumno de cuarto medio de su colegio, que "usa manopla (un guante metálico utilizado para pegar) y que se hace el choro mostrándola a las más chicas, es un idiota".

"Flaite", un típico apodo despectivo para jóvenes marginales, entre ellos parece ser señal de respeto. Son apatotados y en grupo suelen flirtear con las niñas que se pasean en el mall: cruzan miradas, las piropean y posan como para un videoclip hiphopero de MTV. Tienen mucho de juego, mucho de imagen.

Claro que la popularidad de este grupo con las más chicas sólo es válida para las "peloláis" que se sienten atraídas por los tipos que se "creen malos" y que aprovechan las noches en la Plaza San Enrique (lugar favorito de reunión) para juntarse con sus amigos del Cerro 18 de Lo Barnechea.

Porque, parece ser, a un "cuico flaite" lo "ayuda" ser amigo de un "flaite" de verdad, explica Andrés, estudiante de tercero medio de un colegio religioso de Las Condes. Añade que fue testigo de una pelea en Estoril de "cuicos flaites": a un amigo suyo, por proteger a su pareja de baile, le llegó un golpe cerca del abdomen que le rompió el bazo.

En general, estos jóvenes no se reconocen violentos, aunque hacen excepciones: "Si a un amigo le hacen algo, hay que pararse", dice un "cuico flaite" de un colegio de esa comuna.

La siquiatra Flora de la Barra cuenta que los fines de semana reciben uno o dos casos de jóvenes intoxicados o con trastornos de agitación en la urgencia de la Clínica Las Condes. "Hay adolescentes que tienen problemas de un trastorno de déficit atencional no tratado, con rasgos de personalidad impulsiva, que están confundidos en su identidad y que se dejan influir por el grupo", dice. Y añade: "Se vistan como se vistan, es una moda pasajera. El problema son las conductas de riesgo", como excesivo consumo de alcohol.

"¿Quí guá pa omelé?"

Para sus compañeros, lo más llamativo es su forma de hablar. Emilia tiene 15, está en un colegio top 20 en la PSU, y cuenta que en 2008 tenía un compañero que repitió y que "hablaba muy 'flaite'. Usaba palabras muy raras", que ella ni ahora entiende. Por ejemplo: "¿Quí guá pa omelé?", que equivaldría a algo así como: "Idiota, cuál es tu problema". "Poneeerla con ajo" es provocar un corte con arma blanca para que no cicatrice, según el diccionario "flaite" del libro Ciertos Ruidos, de Andrea Ocampo.

El uso de esa jerga no es arbitratrio. El sicólogo Pablo Madriaza, autor de un estudio sobre el tema (ver recuadro), plantea que el "cuico tirado a flaite" busca formarse en la calle.

Esto, muchas veces, conlleva malas juntas. "Son los cuicos que se hacen los choritos", dice un estudiante de un colegio golpeado hace un mes cerca del Starbucks del Mirador.

Los amigos de J.T.N., el escolar de 15 años que apuñaló en Las Condes a Sergio Aguayo (18) lo identificaron como "cuico choro". Incluso, al propio Aguayo era posible verlo usando camisetas de béisbol de tallas grandes. No sólo la pinta los asemejaba. Ambos disfrutaban del reggaetón.

Todavía nervioso, el adolescente golpeado en el Alto Las Condes cuenta que el otro tenía 19, pero que había repetido y que alcanzó a pegarle tres combos antes de que llegaran los guardias, que lo echaron. Los vigilantes están las 24 horas y el centro comercial "refuerza" sus rondas los fines de semana, aseguran en Cencosud. La empresa dice que en caso de problemas, se llama a los padres.

Paty tiene 14, pero cuando habla parece que tuviera más. Es "peloláis" y muy popular en su generación. Habla con relajo sobre peleas y manoplas y cuenta que los enfrentamientos de los "cuicos flaites" eran panorama obligado estas vacaciones de invierno en Reñaca.

Ahora que terminaron, están de vuelta en la ciudad.