En la semioscuridad de un teatro, en primera fila, Ricardo Lagos humedece su labio inferior con la lengua y en tono muy bajo, aunque enérgico, dice:

-Existe vida después de ser presidente.

Viernes 4 de enero, 20 horas. Teatro Nescafé de las Artes.

La frase no le pertenece. Es del ex mandatario colombiano Belisario Betancur y se la dijo en 1998, después de que Lagos dejara su cargo de ministro de Obras Públicas y se lanzara frenéticamente a conquistar La Moneda. Fue en una conferencia en Guadalajara, México. Ricardo Lagos era el expositor principal; uno de los peces gordos de la "Cátedra Cortázar", invento académico creado para honrar al escritor argentino.

El ex presidente mira a su mujer, Luisa Durán, con satisfacción. Ella está sentada con una bota de inmovilización que lleva tras su accidente en las vacaciones que toda la familia Lagos Durán, hijos y nietos, tuvo durante Navidad y Año Nuevo. El ex presidente y su mujer asisten hoy a un evento del que son responsables: la orquesta Bicentenario de Curanilahue, creada durante su gobierno, se presenta con una selección de sus mejores músicos, y Luisa Durán es la ex directora de la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile.

-Y estaba García Márquez y Jesús Polanco, el director del diario El País -vuelve Lagos, con el vozarrón-. Entonces, cuando llegué a la cena con Luisa, el ex Presidente Betancur me dijo eso de la vida después de ser presidente, aunque añadió: "Pero hay una mala noticia: primero hay que ser presidente".

Lagos ríe con el remate de su historia.

-Siempre lo he recordado porque, de alguna manera, define lo que ahora yo soy -dice-. Y lo que estoy viviendo.

La existencia de un hombre que decidió mirar el poder con cierta perspectiva. Tratando de no molestar, pero tampoco de desaparecer.

Ricardo Lagos regresa a su asiento en primera fila y saluda de apretón de manos a personas que no conoce, pero que lo conocen a él; un ejemplo de lo que significa la fama. Luego se sienta y le dice algo al oído a Luisa Durán.

Los instrumentos están listos.

Un pequeño violinista observa a la primera fila desde el escenario y le hace una discreta venia al hombre que detentó el máximo poder republicano del país entre 2000 y 2006, cargo que a aquel hombre, a Ricardo Froilán Lagos Escobar, lo transformó para siempre.

El repliegue

Sábado 5 de enero en la mañana. El ex Presidente Lagos sale de su departamento, en Las Condes, y se sube a un 4x4 azul, en dirección a La Granja.

-Buenos días, presidente -le dice su chofer.

Se dirige a una jornada de planificación estratégica con los alcaldes de la Región Metropolitana, opositores al gobierno. Fue una idea suya o mejor dicho, de la Fundación Democracia y Desarrollo, que él creó tras dejar el poder. Pero hoy es un día complicado: la madrugada anterior, el matrimonio Luchsinger Mackay murió en su casa, tras un ataque incendiario en Vilcún, zona roja del conflicto mapuche. Y la prensa buscará saber su opinión.

Cruzando la autopista Vespucio se lamenta por las muertes y recuerda que el ex primer ministro español Felipe González le contó que la ETA eran 50 personas que tenían de cabeza a España.

-Aquí son cerca de 200 los que generan problemas -explica como un profesor en una clase-. Siguiendo esa lógica, imagínese lo grave que puede llegar a ser en Chile.

Siendo aún presidente, Lagos tomó la decisión de qué hacer cuando dejara de ser mandatario: crearía una fundación al estilo de Bill Clinton o el ex Presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso, que velaría por sus fundamentos políticos y su obra, pero, además, determinó que se alejaría de la política contingente. Cuando dejó el gobierno, su aprobación era de un 70%. Algunos cercanos le instaban a que capitalizara su popularidad y se proyectara como figura política de primera línea. Pero Lagos les dijo que no.

-Un político jamás se retira -le respondían sus asesores, cuando él les confesaba su idea.

Ricardo Lagos les ponía como ejemplo al primer ministro de Canadá, Jean Chrétien, que se retiró a las afueras de su pueblo natal a vivir en una cómoda casa, luego de terminar su mandato. No haría lo mismo, pero tampoco quería hacerle sombra a su sucesora, Michelle Bachelet. Un presidente opinante y protagónico, argumentaba, provocaría más problemas que beneficios.

Por eso, prescindió de todos sus colaboradores más cercanos al conformar la fundación. En opinión de algunos de esos asesores, sin ese equipo, forjado en 15 años de actividades en terreno, reuniones, alta política, relaciones con los partidos, no podría defenderse de los ataques que se hicieran a su gobierno. Vinieran de dónde vinieran. Pasó con el terremoto que provocó el descalabro del Transantiago.

El tema familiar también pesó. Fueron seis años duros para los Lagos Durán. Su esposa evitaba el protagonismo y el presidente poco veía a sus hijos y nietos.

-Siempre fueron respetuosos -admite-. Me dijeron: "Qué bueno que ya no estás en La Moneda", "podríamos pasar más tiempo en Caleu"... Que decida tener vacaciones entre Pascua y Año Nuevo con la familia en el sur, eso es parte de estar más en casa.

En la reunión de los alcaldes están, entre otros, Carolina Tohá y Josefa Errázuriz. Citan a una conferencia de prensa.

-Oscar -dice una mujer a su hijo, de cuatro años-. Mira, Ricardo Lagos, él fue presidente.

Lagos lo mira, le sonríe y le da la mano.

-Salude, Oscar -ordena la mamá.

El niño lo mira un segundo y dice:

-No quiero -luego rechaza la mano de Lagos.

El niño se escapa tras la falda de su mamá. El ex presidente se ríe y mira para otro lado, evasivo. En cambio, los periodistas piden su nombre: quieren que se refiera a las muertes en Vilcún. El responde que es un tema que llegó para quedarse y que hay una deuda con las etnias. Le piden una palabra sobre Bachelet.

-No me voy a convertir en un comentarista de hechos -zafa con elegancia.

Luego, en soledad, opina sobre Bachelet:

-La gente cree que uno tiene más información y no es así. Cuando dejó La Moneda la invitamos a almorzar. Preguntó cuál era el estatus de los ex presidentes. Pero ahora ella está en Nueva York y no hemos coincidido.

Fin del tema.

El peso de una marca

Museo de Arte Contemporáneo, MAC. Lunes 7, diez y treinta de la mañana. A Ricardo Lagos lo maquillan para un programa que emitirá la televisión pública alemana, cuando se aproxime la Cumbre Celac-UE. Allí saluda a José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, que también está invitado. Caminan hacia el set, en el hall principal del MAC, mientras una docena de técnicos y asistentes los rodea. El conductor los saluda protocolarmente.

-Nadie se mueva porque hay demasiado ruido en la sala -advierte a su equipo-. Yenifer, o te sacas los zapatos o te quedas donde estás.

La incomodidad se apodera del set. Insulza tose. Lagos mira al panel y a los asistentes.

-¿Significa que nos saquemos los zapatos nosotros también? -pregunta. Todos ríen.

Las actividades que se sucederán en la semana son una constante en su nueva vida como "ex". Un rol que, de todos los ex presidentes chilenos vivos, es el único que lo juega a plenitud: Aylwin es un símbolo, Frei es un senador y Bachelet una candidata presidencial desde su primer día como ex mandataria. En los siete años que lleva en su nuevo papel, Lagos ha tenido una sola recaída: un breve y fracasado intento por ser candidato presidencial en 2009.

-A veces me piden la opinión y la hago ver -reconoce-. Pero son los presidentes los que tienen que llamar para pedir consejos, no al revés. Ahora, cuando Piñera me ha llamado he sido muy franco en darle mi opinión y cuando más franca es, menos lo voy a decir afuera. Pero más allá de aquello, claro, tú no tienes todos los elementos para resolver cuando eres ex.

Su investidura como ex presidente se la tomó como un trabajo. Cuando está en Chile, de lunes a viernes se dirige, junto a su escolta a cargo de Carabineros , desde su departamento hasta la Fundación Democracia y Desarrollo, que está en Providencia. Cada día, en horario de oficina, agenda reuniones, escribe columnas para diarios extranjeros o revisa el bien organizado archivo que la Fundación tiene sobre él.

Unas dos veces a la semana participa de eventos públicos. Pueden ser conferencias, lanzamientos de libros, seminarios, eventos partidistas. La agenda de esta semana está cargada: orquestas, alcaldes y prensa, un programa de TV, una conferencia y una reunión de todo el fin de semana en Viña.

-Me imaginé lo que haría como ex presidente -dice con suficiencia-; no pensé, sí, que Kofi Annan, en su momento, me iba a pedir un trabajo especial para Naciones Unidas o que Ban Ki-Moon me iba a pedir que fuera representante sobre el tema del cambio climático y las negociaciones para tener un acuerdo posterior a Kioto o que me iban a elegir presidente del club Madrid, de ex gobernantes, o que iba a ser copresidente, con Carlos Fuentes, del foro Iberoamericano.

Lagos recuerda la primera vez que lo llamaron del extranjero para una conferencia, pagada, frente a ejecutivos de los bancos privados del mundo.

-Me sentí muy raro porque después me iban a dar plata -dice-. En esa reunión estaba el presidente del Deutsche Bank alemán. Se acercó y me dijo: "Muy bien, muy brillante", esas cosas que siempre se dicen. Pero añadió: "A usted le va a ir muy bien con esto". Me llamó la atención este cuento.

Apenas dejó La Moneda, Lagos viajó, dio conferencias, tuvo reuniones con dignatarios e impartió clases. Hoy mantiene dos cursos en el año, por varias semanas, como professor at large en la Universidad de Brown, Rhode Island, EE.UU. Y hasta el año pasado realizó conferencias en la Universidad de Berkeley, California.

En enero pasado tambien le tocaría viajar a China, para un simposio entre el gobierno chino y la Fundación Rockefeller. Y la agenda seguirá fuerte en marzo: iniciará una de las dos charlas que impartirá en la Universidad de Sao Paulo y partirá a México, a inaugurar una cátedra en la Unam que tiene su nombre.

-El paso es normal de ser presidente a ex presidente -explica-. No me he dado cuenta. Antes yo tenía una vida académica y me ganaba la vida como profesor universitario, entonces tal vez eso hace que sea más fácil hacer esto otro, que vaya todos los años a universidades a dictar conferencias, que no son clases.

Cuando el programa de TV termina, Lagos sale por una puerta lateral con sus escoltas y un profesor de Historia lo saluda. Lleva a un grupo de alumnos a conocer lugares del centro porque son de Talagante y le solicitan fotografiarse junto a él.

Lagos los saluda.

-¿Ustedes saben quién soy yo?

-Sí -dicen los muchachos-. Un ex presidente de Chile.

-En este lugar -les cuenta, mientras indica el gran balcón del MAC- me proclamaron candidato a presidente. Es un lugar importante para mí.

Importante o no, a los muchachos les interesa mucho más salir bien en las fotos.

El rockstar

Cada vez que Lagos aparece en un lugar público, las personas comunes y corrientes o altos dignatarios se le acercan como polillas a la luz.

Jueves 10 de enero. Nueve de la mañana.

Cuando va a dar una charla magistral sobre "Crisis económica y su impacto en la salud", en el Segundo Congreso Latinoamericano y del Caribe sobre salud global, que se realiza en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, la gente lo saluda y le da la mano como si aquel hombre de 74 años fuera una estrella de la música popular; una especie de crooner. El avanza hacia la testera. Allí, alza las manos, mueve la cabeza y usa la voz como un arma persuasiva. Como la usan los políticos en los mítines políticos.

Al terminar, una estudiante que lo esperó durante la hora y media de ponencia -pelo castaño, 22 años, peto y jeans- se le acerca.

-Don Ricardo, una foto, sólo una foto. Lo estaba esperando. Por favor. Una sola foto.

Lagos acepta el flashazo en silencio.

-Mi papá se va a poner feliz -dice ella.

El resto del día el presidente lo pasa en su Fundación. En el hall de entrada se encuentran sus diplomas de título de la Universidad de Chile, el máster y el doctorado de la Universidad de Duke. Medallas y llaves de ciudades de todo el mundo rodean la sala de invitados. Regalos de porcelana y pequeñas estatuas de bronce. Y en una sala especial, todo el archivo de la vida pública de Lagos. Entrevistas, discursos, recortes.

Todo Lagos en bronce, porcelana y papel.

El archivo lo visita permanentemente.

-Estoy pensando hacer mis memorias -dice escuetamente-. Va a tratar de todo, de la vida pública, del gobierno. De los detalles de la historia de la transición de nuestro país.

Flashes

-Te voy a decir una cosa: el trabajo más largo que he tenido en mi vida fue de presidente.

Seis años. Los demás empleos duraban tres o hasta cuatro años. No más.

Este fin de semana, desde el viernes 11 hasta el domingo 13 de enero, es distinto a los demás porque se dirige a Viña del Mar, a la segunda reunión del Consejo Asesor Informe de Seguridad en América latina, a cargo de las Naciones Unidas. De no haber ocurrido esta cita, Lagos estaría en Caleu, su refugio.

-El fin de semana quiero estar en Caleu, generalmente; pero ahí trabajo, me encierro en el escritorio y me entretengo, muchas cosas se escriben ahí -dice.

En Caleu se junta con su familia, sube cerros y también dicta sus memorias. Para el 2 de marzo, día de su cumpleaños 75, Lagos recibiría allí a sus hijos y nietos, quienes harían un asado durante el día y terminarían la celebración con una torta. "Seguramente no me dejarán hablar", reconoce. "Y pondrán dos números en vez de 75 velitas, como símbolo de ahorro".

Pero este viernes 11 de enero aún falta para eso y Lagos sube al octavo piso del Sheraton Miramar, donde se realizará la reunión. Hace un breve repaso de su gobierno, donde se hace cargo de las críticas.

-La política es así -explica-. Me dieron duro siempre. No todos pensaban en cuál era el camino adecuado. La política es sin llorar.

Uno de los críticos a la decisión política que tomó Lagos al dejar el poder es quien fuera su amigo Carlos Ominami. Del ex presidente dice:

-Lagos no fue capaz de construir una fuerza política, no fue capaz de poner su liderazgo en servicio de la construcción de una gran fuerza política de izquierda progresista. No lo hizo porque pensó que con eso podía romper la Concertación, generando un nivel de tensión alto con la Democracia Cristiana, y con eso cometió un error histórico.

Al llegar a la suite 804, Lagos descansa un rato. Luego, una reunión con el actual secretario general de la Secretaría General Iberoamericana, ex director de la Cepal y ex canciller uruguayo Enrique Iglesias. Hablan sobre cómo optimizar las cumbres interamericanas. Un mes después, el 11 de febrero, los dos hombres se reunirán con el rey de España y su hijo, en el palacio de la Zarzuela, para contarles del proyecto. Ahora ambos conversan en Viña.

-Hubo dos cumbres en Chile -dice Iglesias.

-Fue la de Frei y luego la de Bachelet. La famosa cumbre de "por qué no te callas" -explica Lagos-. ¿Te contó el rey Juan Carlos que en unas vacaciones lo fue a ver Bush padre?

-Sí. Le regaló una camiseta -responde Iglesias.

-Camiseta que decía: "Por qué no te callas".

Los dos hombres ríen a carcajadas.

-Después, Chávez fue a ver al rey -cuenta Iglesias-. Esa fue la nobleza de Chávez. Quedó un poco angustiado y lo visitó en Mallorca.

-¡Y el rey le regaló la misma polera que le había regalado Bush padre! -exclama Lagos, entre risas.

Lagos decide salir unos minutos al balcón, pero es una mala idea porque el sol lo ciega.

-Como no tengo prácticamente cejas, debo usar lentes oscuros hasta cuando está nublado -confiesa.

Vuelve a entrar.

-Usted se va acostumbrando, poco a poco, a que es una figura pública -cuenta-. Una vez fuimos al cine, vimos la hora y nos metimos a Falabella a comprarme unos pantalones; de repente vi que había 10 personas esperando afuera del probador y terminó toda la gente opinando sobre los pantalones. Si me dices si me di cuenta, sí, pero una vez que te acostumbras se generan dificultades. Si te vas a comprar calcetines no quieres que todo el mundo opine.

Por eso está Caleu, su hogar en Las Condes y breves caminatas cerca de la Fundación. Para reafirmar su privacidad.

A las 20.30 hay una comida con los dignatarios que llegaron a la reunión. Están conocidos suyos como Juan Gabriel Valdés o el mismo Insulza. También participarán el canciller Alfredo Moreno y el ministro Andrés Chadwick.

Cuando son las 20.45 y todos están en el salón, Ricardo Lagos baja por el ascensor.

-Luego de dejar la Presidencia, decidí ver a mi hija en Estados Unidos. Cuando salí con mi carrito llevando las maletas, la Ximena se dedicó a sacarme fotos.

Fue el símbolo de que su vida había cambiado, de que todo el poder que llegó a tener se reducía y concentraba.

El jefe de escoltas se comunica con sus hombres. Todo despejado. La puerta se abre y Lagos aparece. El ex presidente camina lentamente y se encuentra con un hombre y su mujer sentados justo por donde él pasa.

-Señor presidente.

Lagos le da la mano.

-Buenas tardes, muchas gracias -le dice con cierta distancia.

-Presidente, cómo está -saluda una mujer.

-Hola, sí, hola.

Lagos camina, saluda, levanta la mano. Lagos en su elemento: como pez en el agua.

-Me decía un amigo: "Ahora el teléfono suena bien poco", pero es un tránsito más suave, no es tan drástico -reconoce Lagos-. Es difícil porque no tienes un edecán que te dice la agenda, pero tienes una secretaria. Llegas al aeropuerto con tu maletita y luego esperas a que llegue el avión. En ese sentido cambia la vida.

-Por aquí, don Ricardo.

Se ven más cerca los periodistas, los fotógrafos, las cámaras de TV. Lagos los enfrenta y recibe las luces de los flashes golpeando su cara.

-Buenas tardes, don Ricardo. Bienvenido.

Lagos mueve la cabeza y un fotógrafo susurra, con actitud cortesana:

-Presidente.

El escolta se separa de él para que Ricardo Lagos haga su entrada. Más flashes.

-¡Ricardo, qué bueno verle! -dice un dignatario.

Todos se giran a verlo. Hay murmullos. Ricardo Lagos y la luz. Todos a su alrededor quieren estar con él. Se ve feliz.

-Presidente, ¿cómo estás?

-Ricardo…

La cena, para todos, acaba de empezar.