Como en toda lista, hay ausencias y vacíos. Dentro de las 19 obras nacionales con que el Festival Santiago a Mil celebrará el Bicentenario y los 200 años de teatro chileno, aparece La negra Ester (1988) de Andrés Pérez e Historia de la sangre (1992) de Alfredo Castro. Pero faltan piezas clásicas, como La viuda de Apablaza (1928) de Germán Luco Cruchaga o El cepillo de dientes (1961) de Jorge Díaz. También quedó pendiente Pueblecito (1917) de Armando Moock o Chañarcillo (1932) de Antonio Acevedo Hernández. Es decir, en la lista se omite gran parte de la vigorosa dramaturgia chilena de la primera mitad del siglo XX.

Paradójicamente, de Germán Luco Cruchaga sí se seleccionó Amo y señor (1926). El veredicto no pasó inadvertido y ya surgen voces disidentes que no están de acuerdo. "Amo y señor no es lo mejor de él. Prefiero La viuda de Apablaza", dice el director Ramón Núñez.

La decisión se tomó para hacer coincidir el festival con una trilogía realizada en forma independiente por la compañía La Puerta, que montará tres obras clásicas chilenas: la citada Amor y señor de Luco Cruchaga, La mantis religiosa (1971) de Alejandro Sieveking y Los invasores (1963) de Egon Wolff. "Las obras serán reescritas por dramaturgos contemporáneos, lo que implica que, en sentido estricto, tampoco estarán estos tres autores clásicos", apunta la investigadora teatral Soledad Lagos.

Lo mismo ocurre con el Ictus, compañía relacionada históricamente con Jorge Díaz. Fue el propio grupo teatral el que eligió Introducción al elefante y otras zoologías (1968) y no El cepillo de dientes. Por otro lado, la dramaturga Isidora Aguirre está feliz con la elección de su obra Los que van quedando en el camino (1969), aunque eso signifique la exclusión de La pérgola de las flores (1960). "Odio La pérgola", replica Aguirre, con ironía. Lo mismo ocurre con Nicanor Parra, quien expresó a través del actor José Manuel Salcedo su beneplácito por el remontaje de Hojas de Parra (1977).

La lista fue producto de la decisión de un jurado compuesto mayoritariamente por directores contemporáneos. De ahí que la balanza se inclinara a montajes de los años 60 en adelante. La directora del festival, Carmen Romero, señala que la lista no aspira a ser representativa de los 200 años de teatro chileno sino que responde a las opiniones del jurado, compuesto por Héctor Noguera, Gustavo Meza, Ramón Griffero, Rodrigo Pérez, Inés Stranger, Paulina García, Francisco Albornoz, Elizabeth Rodríguez y Manuela Oyarzún. "Hubo grandes discusiones al interior del jurado. No se trata de una muestra cronológica ni representativa, es una selección que recoge una multiplicidad de miradas", señala Romero.

"Razones de cercanía vivencial explican que el jurado deje fuera la escritura de 1900 a 1940", explica Soledad Lagos. "Lo mismo ocurre con el siglo XIX. Hay desconocimiento de la estética y la poética detrás de esas obras. No hay herramientas para releerlas desde hoy".