A idea era partir a primera hora del martes desde Talcahuano y recorrer inadvertidamente la carretera hasta llegar a la mina San José, pero el plan no resultó. El camionero Ramón González -41 años, oriundo de Teno y con 20 años de oficio- cuenta que comentó a su señora que transportaría dos de las cápsulas para rescatar a los mineros, pero ella se lo dijo a una vecina, que trabajaba en el municipio de su pueblo. El resultado fue que a las 9.00 del martes 5 de octubre de 2010, unas 150 personas lo estaban esperando en el cruce de Teno, para sacarse fotos con el camión.
Eso no fue todo.
Las instrucciones que le habían dado en los astilleros de la Armada (Asmar) eran viajar sólo de día, con un cronograma controlado por GPS y parando en estaciones de servicio conocidas. Esa misma mañana se detuvo cerca de las 11.00 en una Copec de San Francisco de Mostazal: "Paré a sacar plata del cajero y llegó un bus de Sernatur, de estos que trasladan abuelitos (...). Una de las cajas de madera decía: 'Cápsula de rescate para los 33', pero no en letras grandes (...). Alguien lo vio y ahí me tuvieron como una hora (mientras se sacaban fotos)".
Esa noche, el conductor pernoctaba en el camión, a la salida de La Serena, cuando comenzó a sentir ruidos junto a la máquina. Eran personas que querían fotografiarse junto a las cajas, a las que siguieron otras más: "¡Es que ya era un secreto a voces! (...) La verdad, dormí muy poco", recuerda.
Pasadas las 13.00 del miércoles 6 de octubre, Ramón González cumplió su misión: entre banderas chilenas cruzó por el campamento Esperanza y descargó desde su camión, con capacidad para 30 toneladas, a las Fénix 2 y 3, más una cáscara de cápsula (o Dummer). Se contactó con el equipo de rescate y las entregó.
Había terminado su viaje.
La entrega de estas dos cápsulas se sumaba al aterrizaje de la Fénix 1, que el 25 de septiembre -11 días antes- había sido enviada a la mina a bordo de un avión naval.
La llegada de estos dispositivos marcaba la inminencia de la siguiente misión: el envío de una de las cápsulas para rescatar a los 33 mineros, que el 5 de agosto habían quedado atrapados tras un derrumbe en una galería subterránea, a casi 700 metros bajo tierra.
Un salvataje que se concretaría entre el 12 y 13 de octubre, tras un recorrido de prueba realizado por la cápsula número uno.
Pero no sería ésta, sino su gemela llegada por tierra -de 3,89 m de largo y 54 cm de diámetro exterior, forjados con acero de casco de buque de cinco milímetros de espesor- la que realizaría estos viajes.
La Fénix 3 (algo más corta y delgada que las otras: de 3,2 metros de largo y 52 cm de diámetro exterior) se mantendría como respaldo para emergencias.
Eran las primeras diferencias en los itinerarios de cada una de estas cápsulas, tras su fabricación en un mismo taller de Talcahuano.
Casi un año después, las diferencias son todavía más. La primera es la que ha recorrido países más distantes. La segunda regresará al Desierto de Atacama para el primer aniversario del derrumbe y con la tercera, sostienen en el gobierno, no saben qué pasará.
Pero los cambios continúan, porque ya no se trata de tres cápsulas, sino que, en total, de siete Fénix.
Al principio no tenía forma de cilindro, sino que parecía un torpedo, y por poco termina siendo naranjo en vez de tricolor. El comienzo de las múltiples Fénix puede fijarse el domingo 22 de agosto, cuando desde la galería subterránea sube amarrado al martillo de la perforadora el mensaje del minero José Ojeda: "Estamos bien en el refugio los 33".
La semana siguiente, el Presidente Sebastián Piñera viaja a los astilleros de Asmar y les encomienda la fabricación del dispositivo de rescate. El comandante Sergio Sandoval, ingeniero naval mecánico de la Armada, cuenta que el 1 de septiembre estaba en la mina San José haciendo los primeros bosquejos de la cápsula, junto a los otros efectivos de Asmar. Un diseño cónico.
"Era casi como un torpedo, entraba justo una persona, pero no tanques de oxígeno", recuerdan funcionarios de Interior.
Esa misma primera semana de septiembre se encontraban en la mina San José los cuatro expertos de la Nasa. Sobre su aporte hay visiones contrapuestas. "Si uno mira la cápsula Fénix y mira las primeras propuestas que ellos hicieron en gráfico, son prácticamente idénticas", ha dicho el ministro de Salud, Jaime Mañalich.
"En lo que es diseño, el aporte fue cero", sostiene por su parte el comandante Sandoval.
Tras los diseños iniciales fue cobrando forma el cilindro que llegó a convertirse en la cápsula del rescate. Hubo discusiones, por ejemplo, sobre cuántas ruedas debían instalarse para evitar el roce con los muros: mientras Asmar proponía dos juegos de ocho, Codelco planteaba que cuatro, dicen miembros del equipo. Un juego de cinco ruedas en la parte superior y otro igual en la inferior fue el acuerdo final.
Otro de los puntos sobre los que hubo que llegar a acuerdo fue el color. Esto se zanjó el 21 de septiembre, en una oficina del segundo piso de Asmar. Entre los presentes estaban los ingenieros Manuel Montecinos (de Codelco) y Alejandro Poblete, además de Cristián Barra, por el Ministerio del Interior.
También se encontraba el comandante Sandoval, quien recuerda que "Codelco quería pintarla con un naranja internacional, porque era un vehículo de rescate", pero finalmente se optó por el blanco, azul y rojo, porque "era algo representativo de Chile".
El nombre de la cápsula no se zanjó, sin embargo, en esas reuniones. Esto ocurrió entre las autoridades que estaban en la mina. "La Fénix la bauticé yo, parece. Operación San Lorenzo lo puso Mañalich y yo le puse Fénix, porque renacían los mineros, porque era un renacimiento a la vida", comenta el ex biministro y hoy ministro de Obras Públicas, Laurence Golborne.
"Es bueno bautizar las cosas, ponerles nombre", reflexiona.
Golborne terminó bautizando no una, sino siete -hasta el momento- jaulas de acero. La cápsula original es la que inició la internacionalización.
El mismo mes del rescate (21 de octubre) llegó a la Expo Shanghai, donde recibió la visita de 10.500 personas sólo en su primer día. Después estuvo en Alemania y Canadá. En el gobierno cuentan que desde el 4 de agosto será expuesta en el Museo Smithsoniano de Washington D.C., en Estados Unidos, donde estará por ocho meses, para luego regresar a Chile y sumarse a la colección del Museo Interactivo Mirador.
Hasta ayer, la cápsula del rescate -la Fénix 2, que estuvo en La Moneda y luego recorrió las principales ciudades del país- fue expuesta en la feria Tecnópolis de Buenos Aires.
Hoy está previsto que inicie su regreso a Chile, por vía terrestre, para que el 5 de agosto esté junto al mensaje de José Ojeda , en Copiapó. "Estamos preparando una exposición, en el Museo Regional de Atacama, que ponga en contexto la cápsula y el papel", dice la directora de Dibam, Magdalena Krebs. Añade que luego se llamará a licitación para construir un nuevo museo, donde ambos objetos del rescate estén emplazados definitivamente. Mientras, en Copiapó avanzan en construir la base que deberá sostenerla.
La Fénix 3 es la que tiene un futuro más incierto. En octubre estuvo en el frontis del edificio Pedro León Gallo de Copiapó y en noviembre en la plaza de Chañaral. Uno de sus momentos más llamativos ocurrió en enero, cuando se la expuso en el bivouac (especie de campamento de corredores) de Copiapó, en el marco del último Dakar. Hoy está en una bodega de la Onemi de esa ciudad, dicen fuentes del Ministerio del Interior, y su futuro no está claro.
Desde marzo está en exposición permanente en el Museo Naval de Valparaíso la Fénix 4, construida por Asmar tras la operación. Sus características son las mismas que las de la cápsula 1 y 2, explican en Asmar, salvo que ésta tiene, además, una base de acero.
El empresario Carlos Cardoen es ingeniero de minas de profesión y cuenta que al ver la Operación San Lorenzo le pareció que había una desproporción: mientras los rescatistas recibían una gran atención, a la perforación y a la Fénix -que debió introducirse por un pequeño orificio perforado en la tierra- no se les daba la suficiente importancia.
Entonces decidió ponerse en contacto con Asmar y pedir que fabricaran una cápsula igual para el Museo de Santa Cruz. Así nació la Fénix 5: "Se me ocurrió después de que vi toda esta epopeya y sabiendo que en Chile somos malos conservando".
Esta cápsula fue incluida en "un pabellón que es un homenaje a esta epopeya", que estará abierto al público desde el 2 de octubre. Para ello también remató, cuenta, "desde los letreros hasta las banquetas" de la mina San José.
Aunque Cardoen prefiere reservarse el precio de compra, fuentes de la Armada precisan que el costo de las Fénix para Asmar (no el precio de venta) es del orden de los $ 10 millones.
Añaden que su fabricación es artesanal y que no es parte de las ventas usuales. Pero sí las ha habido: otro taller de Asmar fabricó un modelo más simple que pasó por Australia. "Un modelo económico", dicen en la Armada.
La sexta cápsula es de los propios fabricantes, instalada en la entrada de Asmar.
La séptima "la está pidiendo Pro Chile y va a salir a recorrer el mundo, por varias ferias en 2011 y 2012", cuenta el comandante Sandoval.