Los ajetreados días de las Congregaciones y del cónclave quedaron atrás y la mayoría de los cardenales dejó Roma para volver a sus diócesis. El Papa Francisco debe empezar su nueva vida en el Vaticano y elegir a los hombres que le ayudarán a guiar la Iglesia. Sin embargo, a diferencia de su antecesor Benedicto XVI -quien tenía una vasta experiencia dentro del gobierno vaticano-, no ha trabajado en la Curia y no cuenta con muchos conocidos en ella. Sin embargo, tiene el apoyo, las sugerencias y la amistad de algunas personas cercanas o que trabajan allí. Ello podría ser clave si el Papa decide emprender una reforma a la Curia, un tema que fue planteado por los cardenales en las congregaciones previas al cónclave.

"Somos buenos amigos", confía el purpurado canadiense Marc Ouellet a una revista de su país. El prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Comisión para la América Latina, se dice muy contento por la elección de Bergoglio: "Necesitábamos un buen pastor, cercano a la gente". El brazo derecho de Ouellet en la comisión también es una persona con la que cuenta el nuevo Papa. Se trata del doctor Guzmán Carriquiry Lecour, laico uruguayo, que lleva 40 años al servicio de la Santa Sede (antes en el Consejo Pontificio para los Laicos) y debe poder brindar buenos consejos sobre su funcionamiento al inexperto Bergoglio.

"Otro 'amigo' del Papa Francisco es el casi desconocido Santos Abril y Castelló, el arcipreste español de Santa María la Mayor, que fue nuncio en América Latina durante años", añade Alessandro Speciale, corresponsal vaticano del Religion News Service. "Fue él mismo quien citó a Claudio Hummes", revela Iacopo Scaramuzzi, vaticanista de la agencia italiana TMnews. "En la elección tenía a mi lado al arzobispo emérito de Sao Paulo -contó Bergoglio a los periodistas-. ¡Un gran amigo! ¡Un gran amigo!", repitió. "Cuando la cosa se ponía peligrosa -ironizaba el nuevo Pontífice- él me tranquilizaba", afirmó.